Llegué a la puerta de su apartamento, toqué el timbre y no salió. Esperé unos minutos y volví a pulsar el timbre... pero nada. Como me interesaba hablar con ella esperé... y no fue si no hasta los 15 minutos que la señora me atendió. Abrió la puerta y me dijo: "pase, por favor, siéntese y espere 10 minutos que ya regreso", mientras caminaba hacia una de las habitaciones. Así mismo fue... al tiempo que había previsto regresó y me dijo: "disculpe la espera lo que pasa es que estaba terminando de oír el culto en la radio, porque ayer no pude ir al templo. La Pastora estaba hablando sobre la obediencia a Dios, de como El Señor castiga a quien no le obedece". Y fue entonces cuando comenzó el diálogo que todavía estoy digiriendo. Emocionada, me contó la señora, cómo la Pastora les relató la historia bíblica en la que Dios ordenó a Abraham que asesinara a su hijo... y él obedientemente se dispuso a hacerlo. Afortunadamente el ángel enviado por Dios para impedir el asesinato llegó a tiempo. Pero, como dice Saramago, el asunto no es que el ángel haya llegado a tiempo, sino la disposición absurda de Abraham para asesinar a su hijo inocente. También contó la Pastora -según mi vecina- que Dios permitió a Satán que le quitara a Job todas sus propiedades y que matara a sus hijos para probar su devoción y obediencia. Y habiéndose enterado Job de semejante tragedia, se rasgó las vestiduras, se raspó la cabeza despojándose de su cabello, se inclinó y exclamó algo así como: "ohh señor, tú me has dado todo y tu puedes disponer de todo lo que tengo, porque todo te pertenece". Demostrando así su lealtad. Me seguía sorprendiendo más el regocijo de la señora contándome la tragedia de Job y exclamando: ¡Alabado sea Dios mi Señor! ... que la tragedia en sí.
Le pregunté a la fiel evangélica: ¿qué hubiera pasado si Abraham hubiese desobedecido la orden de asesinar a su hijo... y si Job se hubiera enojado con Dios por haberle permitido al Diablo matar a su prole? Con propiedad de devota ferviente la señora me respondió que entonces Dios les hubiera enviado un castigo peor. ¡Coño! Exclamé para mis adentros y le pregunté:
¿pero acaso habrá castigo peor que la muerte de un hijo? A lo que la mujer respondió: ¡claro que sí!, acuérdense del castigo que Dios le impuso a David por haberse acostado con una mujer casada. ¿Qué le hizo? le pregunté. A lo que la señora respondió con actitud de aprobación leyéndome el correspondiente pasaje bíblico. "Mediante Natan, Dios dijo a David: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. Entonces dijo David: pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.
¿No le parece que Dios es un poquito exagerado con sus castigos? Imagínese que un Gobierno castigara así a los ciudadanos que no obedezcan el cumplimiento de las leyes. Tiene más sentido lo que sucede en algunos países en los que se condena a los delincuentes con castigos físicos proporcionales al delito cometido. La Ley del Taleón, le referí. Pero ¿matarle la familia a alguien por no obedecer ciegamente? ¡Noooo! Respondió la señora... solo Dios tiene el derecho de quitar la vida porque él nos la dio. Es decir que, para estas personas la biología, la genética, la naturaleza, la sexualidad, los espermatozoides, los óvulos y la gestación, son un constructo social, que no tiene nada que ver con la vida. Pero si se trata de la muerte, aún siendo Dios todopoderoso y omnipresente, sí es culpa de la humanidad. O sea que, todos nacemos porque así lo decidió Dios, pero el mismo Dios no puede evitar las guerras, la pandemia del hambre, las torturadoras enfermedades y los delitos atroces. Ya yo estaba en calor y me atreví a decirle, con serenidad y respeto a la señora: simple silogismo, si Dios todo lo puede, pero deja que todo eso pase, entonces simplemente a Dios no le da la gana de evitar la maldad del mundo. Ella sintió eso como un flechazo a su temor divino y me respondió ya no con tanta amabilidad: "mire, dudar de Dios es uno de los peores pecados del mundo. A Dios no se le cuestiona, a Dios se le venera y se le teme". ¡Pero bueno! le dije, yo creo que Dios en su magnificencia podría ser un poquito más humilde también ¿no?. Tal vez yo, nisiquiera lo estoy cuestionando, simplemente estoy tratando de encontrar la conjugación entre la infinita bondad de Dios y esa manía que tiene de poner pruebas tan despiadadas y permitir tanta crueldad en el mundo, pudiéndola evitar con su omnipotencia. Es como que si yo que amo a mis hijos, pudiendo evitarlo dejara que se quemaran para que aprendieran a no acercarse a la candela. Mire, usted está hablando como le habló el arcángel Lucifer a Nuestro Señor y por lo cual fue condenado al infierno... me ripostó la ya molesta señora, tan intolerante como Dios. Le dije: no señora, no haga semejante comparación, yo más bien le estoy hablando como le habló el Diablo a Joaquín Sabina.
Ya terminando el improvisado debate y preparando pista para evitar un siniestro le pregunté: ¿Cuántas personas inocentes murieron cuando Dios en su ira incendió Jericó, destruyó Sodoma y Gomorra e inundó el mundo? ¿No le parece que si Dios nos creo a su imagen y semejanza, nuestras imperfecciones son un asunto genético? Y aquí hablo de génesis y no de ciencia. ¿No será que heredamos recesivamente esa ira que Dios, según la Biblia, muestra en reiteradas ocasiones? Porque, según el libro del Apocalipsis y las revelaciones de Fátima, Dios nos sigue amenazando con desatar su ira sobre el mundo. Fíjese que viéndolo desde ese punto de vista, ya empiezo a creer que si somos hechos a imagen y semejanza de Dios porque ¡cómo le gustan a la humanidad los apocalipsis, las plagas, los incendios... y todo lo que sea destrucción masiva! Usted está malinterpretando la Biblia, me replicó la señora, ya en el borde de su tolerancia a mis "atrevimientos blasfemos". No la estoy interpretando señora, la estoy citando literalmente. Ahora, es muy probable que todo ese Thriller bíblico lo hayan inventado las iglesias y sus fundadores para inducir en sus seguidores la obediencia ciega... más por temor que por fe. Pero bueno, eso ya es un asunto hermenéutico que tienen que resolver ustedes con sus pastores.
Después de eso, la conversación terminó. La señora se levantó induciendo que yo hiciera lo mismo, puso su cuerpo en dirección a la puerta de salida y luciendo una complexión que a todas luces denotaba contención... y hasta me dio la impresión que temor a estar ante la presencia del mismísimo Satán (cosa que probablemente me salvó la vida, porque esas personas le temen tanto a Dios como al Diablo), me dijo tenga un feliz y bendecido día señor. Igualmente, le dije... espero que de algo le sirva el Bono del Buen Pastor. Más leña para el fuego, porque la señora, ya con la puerta en la mano y la mirada hacia afuera me lanzó la despedida: "no se preocupe, no necesito nada de este Gobierno, porque Dios es bueno".