Si se hiciera una cola para confesar a los jerarcas de la iglesia católica en el mundo, la venezolana estaría en primer lugar con Velazco y Porras a la cabeza. Estos dos personajes, echando a un lado a Mikel De Viana que es un adeco confeso ante las cámaras golpistas el 12 de Abril y un cómplice de los golpistas, siguen siendo fieles representantes de la oligarquía en el país y tendrían que rezar un coñazo de padrenuestros, para lograr la salvación de sus pecados. Baltazar Porras, quien asume esa postura de mosquita muerta cada vez que lo entrevista un canal golpista, se convierte en uno más de la oposición cuando esa entrevista va a ser publicada en el exterior.
La página web ZENIT (El Mundo Visto Desde Roma), publica una entrevista al prelado de marras y no pierde un segundo para defenestrar al gobierno y convertirlo en el causante de todos los problemas generados por los grupos poderosos. A la primera pregunta de ZENIT: ¿Está en peligro la democracia en Venezuela? El monseñor, todo modosito y sin incomodarse, contesta con la ambigua premisa de dudar si existe una democracia “tradicional” en Venezuela. ¡Claro! Obvia, mi querido monseñor, su participación activa en un golpe de estado preparado y conducido por el Opus Dei y la derecha más reaccionaria de los sectores petroleros norteamericanos. Acusa al estado venezolano de tener en su poder todas las instituciones del estado, incluyendo el poder judicial; pero no aclara, que ese poder judicial absolvió a los asesinos responsables del golpe de estado en Abril del año pasado.
A la segunda pregunta que ZENIT le elabora, sobre la invocación a Dios que Hugo Chávez mantiene en cada una de sus alocuciones, el monseñor Porras asume su condición de mensajero divino y alude sobre el uso y el abuso de los signos religiosos. Pero, mi estimado prelado olvida, que se ha venido utilizando el púlpito para conspirar y las imágenes de nuestras vírgenes para exclusividad de ese sector que aplaude y le suenan las pulseras.
La mentira se evidencia y aquí el confesionario se convierte en una necesidad para este monseñor, cuando expone sin sonrojarse, una presunta petición de Chávez al estar recién electo, ofreciéndole cargos a 40 curas. El monseñor, por supuesto ¡horror!, se negó a este vil chantaje. Se le escapa al Porrita, esa fórmula matemática bíblica de las 40 noches y los 40 días y no habla de las presiones que han ejercido los jerarcas de la iglesia católica, cuando le fueron suspendiendo ciertos pagos que mantenía el estado para mantener su opulencia. Habla también de esos fanáticos oficialistas, pero guarda en un saco a aquellos que se dan golpes de pecho después de ser arengados en una iglesia, para marchar y desatar su furia racista en contra de los cerros.
Ahora, donde el monseñor se explaya y regodea, es en la defensa a ultranza de los medios de comunicación privados; empresas que han financiado desde siempre, la alienación religiosa a que era sometido el pueblo venezolano. Trata, con muy poco éxito, de explicar como convive la absoluta libertad de prensa; pues no puede negar que aquí se ha abusado a términos ultrajantes la libertad de información; con una supuesta amenaza velada del gobierno a estos medios. Habla de presuntas llamadas de importantes personajes del gobierno a los propietarios de los medios, para presionar sobre ellos y evitar que se publique alguna noticia. Aquí la mentira no solo es evidente, si no que refleja la baja catadura de este personaje. El sabe por que se han hecho llamados a la ponderación y a mantener la imparcialidad informativa. Además, no solo son llamadas directas para alertar sobre el peligro de manipular la verdad. Han sido llamadas públicas, claras y directas; nunca bajo la sombra, método harto utilizado por los medios para conseguir prebendas del estado. En este punto, quisiera saber si el Monseñor Baltazar Porras, podría explicarle a ZENIT, el silencio homicida de los medios de comunicación los días 12, 13 y 14 de Abril; ó si está de acuerdo, con el manejo que los medios le han dado al asesinato de los soldados que se encontraban en Altamira y que, se evidenció la participación de ciertos mercenarios protegidos por los propietarios de esos medios que hoy él defiende con tanta pasión.
El Monseñor Baltazar Porras tiene serios problemas con la justicia divina. Su misión de pastoreo ha degradado en misas racistas para defender a la oligarquía. Nunca antes, y conste que son muy pocos los ejemplos de altruismo en la historia de la alta jerarquía eclesiástica, la Iglesia que él representa había estado tan lejos de los intereses del pueblo. Se han convertido en otra miserable arma de combate de los conspiradores y rechazan cualquier actividad religiosa de aquellos que han entendido el mensaje cristiano como una forma de favorecer a los oprimidos. Más allá de su investidura jerárquica, como venezolanos, le han hecho el juego a intereses poderosos llevando un mensaje falso de nuestro país al exterior.
Baltazar, te inclinas ante Dios no por que lo reverencies; más bien, por que ese crucifijo te pesa en la conciencia.
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