Aquel mesianismo que creció de repente con CAP, tanto que como antes y después, prorrogamos el asunto limítrofe con Guyana para no incomodar a nuestro hermano querido del alma, se nos vino de a montón con la llegada del Comandante Chávez a la presidencia.
El alzamiento del 4F volvió a despertar en los venezolanos aquella vieja y hasta primitiva idea que en este país lo que hacía falta eran bolas y un hombre que llegase a Miraflores. El haberse atrevido a alzarse en un país donde los actos de fuerza o cuartel habían como quedado en el olvido, viniendo aquel gesto de soldados de bajo escalafón, de comandantes para abajo o "comacates" como entonces se dijo, habiendo tanto general barrigón, sin el habitual respaldo de la embajada de USA, dejó en la gente, junto aquella expresión dicha por azar, de manera intempestiva de "por ahora", la idea de cómo si acababa de asomarse el mesías.
Pero el venezolano, de lo tanto que había aprendido y sufrido por las guerras y la violencia, de alguna manera dejó entrever para que los analistas lo percibiesen, que ese mesianismo debía conducirse por las urnas, pero no aquellas donde se depositan los cadáveres, aunque sea de santos, sino los votos y se dilucidan las diferencias políticas en paz y sin tragedias.
Claro, antes que Chávez se alzase, se produjo aquel inédito fenómeno que se llamó el "Caracazo". Un alzamiento popular contra las medidas implementadas por Pérez, quien creyéndose curado contra eso por el respaldo casi descomunal que lo llevó a Miraflores por segunda vez, se atrevió a aceptar la receta o purgante habitual del FMI. Después de aquella hecatombe, de la cual todavía no se sabe a ciencia cierta la astronómica cifra de muertos, en la gente se fortaleció la idea que aquello le hizo falta un hombre. En estos casos, es habitual que el común de la gente no piense en cosas complicadas como una organización y hasta un programa que orientase y hasta profundizase aquella lucha, sino en un hombre que le diera orden y concierto a aquel espontáneo esfuerzo. ¿Y por qué extrañar que los hombres del MBR- 200, el movimiento militar que conducía Chávez no hubiese llegado a la misma conclusión aunque no lo hayan admitido? No estaban preparados para responder en aquel momento cuando se produjo el estallido popular. Pero pudieron creer que saliendo ellos a la calle en la forma que lo hicieron el 4F de 1992, provocarían una repetición de aquel fenómeno. ¿Es caso insólito pensar eso? No lo creo.
Quizás, aunque ellos nunca lo han dicho, pensaron que las debilidades de su movimiento en el frente militar serían suplidas o cubiertas con las acciones que se desatarían en el movimiento popular en solidaridad con ellos. ¿Acaso no dice siempre el pueblo que en este país lo que falta son bolas y un hombre? ¿No se aviene este razonar con el secular sentimiento mesiánico que cultiva el venezolano? ¡Por ahora! ¿Esa corta frase que, según el comandante Chávez, se le salió de repente, no tuvo algo de mágica y hasta como una oferta o anuncio de lo que vendría después? ¿No surtió como una especie de santo y seña que comunicó al movimiento popular que el hombre había llegado y debía posponer su tarea para después en vista que no había sido posible la comunicación precisa?
La izquierda que se unió a Chávez después del alzamiento del 4F, llevó hasta él sus concepciones, tácticas y estrategias ya usadas y gastadas, esas que nunca sirvieron para atraer a la gente porque estaban diseñadas para vivir en soledad y por tanto correr a multitudes. No estuvo en el momento preciso porque tanto planificar, calcular y acomodar la historia les dejó sin olfato, tacto y no hubo nadie quien les fuese a buscar. Llegaron después, estando el comandante y los suyos en la cárcel y le ofrecieron tardíamente sus servicios con sus claves y "todo lo no negociable" que es todo lo que cargaban y suelen cargar. Y "ellos pensaban seguir" haciendo lo mismo del pasado.
Ya fuera de la prisión, cuando pudo intercambiar opiniones más allá del círculo que le tendían los carceleros del gobierno y aquella cofradía anclada en el pasado y aferrada a la soledad, pudo hacerlo con otras opiniones y mirar con detenimiento el panorama. Esta vez sí es verdad, como dijeron los cubanos, en una canción de Carlos Puebla, "llegó el comandante y mandó a parar".
Chávez entendió que en el marco de América Latina, por muchas razones como aquella que se deriva de la geo-política, debían adecuarse a las circunstancias o las realidades y optar por la contienda electoral. Y por eso les puso en el disparadero. Le acompañaban a organizar un partido legal, meterse en las elecciones por venir o él se iba sólo a buscar gente nueva que le acompañase. Debían romper el cerco por ellos mismo tirado y acercarse a toda aquella multitud. De nuevo reaparece el Mesías y el sentimiento mesiánico. Lo lleva el comandante por dentro y también la gente que se ha aferrado a él e intuyó pudiera sacarla del ostracismo en el que ella misma se había condenado. Parecía auto-encerrada en un oscuro calabozo y las llaves de la reja lanzadas al aire bajo el embrujo que un Mesías, algún día las encontrase y acudiese a rescatarla.
El "por ahora" seguía sonando en los oídos gigantescos y unos y otros se acercaron por el cumplimiento de aquella oferta y hasta promesa con mucho de atavismo. No hemos cumplido "por ahora", pero la cuenta sigue pendiente y "el día llegará". Ahorita, al abrir el ordenador, leo una nota, según la cual "los trabajadores por aclamación y a mano alzada aprueban una proclama a favor de las luchas salariales", estamos hablando del 11-11-18. Porque los venezolanos, por ese instinto o atavismo mesiánico, vamos de proclama en proclama. Y esto parece como una atadura a los tobillos que no hay forma de quitarla.
Proclamamos un caudillo, una idea, para mañana des proclamarla, por incompetente y hasta desfasada, sin percatarnos que el error estuvo en eso, en no marcar las diferencias o asumir la vida como es de variada y contingente. Aunque la proclama fue un gesto, posiblemente derivado de eso del mesianismo a la cual fueron adictos nuestros libertadores y posteriores guerreros de nuestras contiendas civiles.
Fue muy frecuente que Bolívar, apenas perdida una escaramuza, estando al frente de pocos hombres, con los cuales se veía obligado a retirarse o sacarle el cuerpo al enemigo, en la primera mata que hallase para protegerse del sol, lanzaba una proclama en la cual salía a flote aquel espíritu que le embargaba, el cual le hacía sentir cada hecho, por insignificante que fuese, como toda una epopeya. Y eso no es malo, en las dificultades es cuando se requiere fuerza y entusiasmo y hasta espíritu entusiasta, por eso le llamaron "el hombre de las dificultades".
Es proverbial el estilo discursivo de Cipriano Castro y sobre todo aquello de "la planta insolente del extranjero".
De José Félix Rivas lo de "Entre vencer y morir, es necesario vencer" y hasta el mismo Campo Elías, pese su origen español, pero ganado por ese espíritu patriótico y propio del romanticismo, en 1812 cuando acude a La Victoria en auxilio de Rivas, expresa, "acabemos con los españoles, aunque después lo hagáis conmigo".
Chávez se decidió por la contienda electoral. "Las fuerzas del orden", desde el Caracazo se habían desordenado y hasta desprestigiado en exceso.
El triunfo de Caldera, aun en contra de su partido y AD, apoyado en lo que llamó "el chiripero", que reunió a buena parte de la izquierda, fue un aviso descomunal, demasiado obvio, que se habían abierto las compuertas por lo menos para hacer el intento de llegar a Miraflores, lo mismo que buscaban los guerrilleros, por vías cerradas que ellos ilusamente veían abiertas, haciendo enemigos por la imposición mesiánica y sueños concebidos o emergidos en otros espacios y realidades a quienes estaban allí esperando el santo y seña y que alguien se percatase de sus señales.
Habiendo llegado en segundo lugar Andrés Velásquez, al frente de un bando que contó también con respaldo significativo de la izquierda, aquella que había decidido optar por la salida electoral, porque la otra, esa que se cuadró con Chávez a raíz del alzamiento del 4f, todavía seguía enmontada en aquello de "la lucha armada" y no tenía ojo alguno para mirar el "camino real", deshecho el discurso, viejo discurso, que sólo eso era posible por la vía armada. Es decir, una propuesta política de mucho ingrediente mesiánico, tanto que hizo de fracasados guerrilleros faros y referencias para la lucha por cambiar la sociedad, pese los hechos, quedó deshecha.
Una cosa es el viejo guerrero, como Aureliano Buendía, que entregó su vida por las banderas del partido liberal y la justicia, condenándose al absoluto fracaso, que deba por su honestidad, buena fe y capacidad de entrega y sacrificio, ser digno de reconocimiento dentro de esos parámetros y otra es volverle un héroe y hasta asignarle glorias y triunfos inexistentes. Basta con olvidar, por su buena fe, los pecados de haber perdido su tiempo y vida y hasta haber conducido a unos cuantos a la muerte y el sacrificio.
¡Cuántas derrotas y oportunidades perdidas por ese mirar la vida de manera quijotesca, que lo es realmente desde el lado opuesto del cual la miró Don Francisco Quijano! Por eso, justo por eso, se impuso Chávez en el imaginario nacional. Aquel "por ahora", que fue un santo y seña y un espérame, dame otra oportunidad y luego precisar los detalles observados y asumir aquella senda, la misma que por años y por imitación los anteriores presuntos conductores despreciaron, desbarató los sueños de los viejos guerrilleros que se quedaron esperando algo que no sabían cómo era, cómo abordarle y menos cómo hablarle para ganar su respaldo.
Aquel mesianismo por imitación, que pasó por alto la necesidad de auscultar los espacios y hacer lo que la realidad demanda, a los viejos guerreros condenó al olvido. Sólo que el mesianismo aún persiste y anida en muchos, hasta en los triunfadores, se niega a morir y mantiene muchos adoradores hasta entre quienes a él tuvieron que renunciar para lograr sus sueños. A lo mejor, pese haberlo hecho, haber tomado el camino correcto, todavía no se lo creen o no entienden. No se lo pueden explicar, cómo aconteció aquello hecho en contra de los puros sueños y la iracundia.
La cárcel de "Yare", donde Hugo Chávez estuvo detenido con sus camaradas, sobre todo durante el gobierno del Dr. Caldera, quien pudo ganar aquellas elecciones en buena medida por el vacío que dejaron el "Caracazo", los dos alzamientos militares de 1992, el del 4F y 27N, y las crecientes dificultades económicas, se volvió una especie de "Meca" hacia donde aquella izquierda derrotada y minimizada, sin santo que prenderle una vela, ideas ni aliento, puso proa durante largos meses.
La idea al parecer era ganárselo o ponérsele a la orden para volver a las viejas prácticas aquellas que llevaron al fracaso al movimiento popular de Venezuela y buena parte de América Latina, llevado por lo concerniente a la "Guerra Fría", donde le pusieron a jugar el rol de peón de quienes, desde un bando u otro, habían concebido al mundo todo como sujeto a sus particulares o nacionales intereses. "Yare" y quienes allí estaban detenidos, por meses fueron el centro de atracción de los parias de la revolución mundial. Por supuesto, ese cuadro bien se parece aquél donde mesías de menor jerarquía acuden en busca de aceptación y de luces para entender al mundo. Pero cometen el mismo pecado de siempre. Sin saberlo a ciencia cierta y sin quererlo, allá van con sus respuestas, las mismas que antes usaron como llaves desgastadas.
Tomado de mi libro: "Venezuela entrando en el siglo XXI. El mesianismo venezolano". Págs. 43-48