El próximo golpe de estado está en proceso. No hay ninguna duda al respecto. La oposición se evidencia hoy con más locura y muestran varios frentes de ataque. Primero, el alcalde Peña, ha luchado por lograr el rearme de la Policía Metropolitana y acude al Tribunal Supremo de Justicia para que obligue al ejercito a devolver el armamento que tiene a buen resguardo. De no lograr que el ejercito cumpla con la decisión del TSJ, tienen una segunda opción engavetada. Acudir al Departamento de Estado para pedir financiamiento en la compra de armas; cosa que con mucho gusto, Estados Unidos le brindaría. De lograrlo, obtendrían una fuerza de choque que, aunada a la policía mirandina, a la de Chacao, la de Baruta y a grupos paramilitares o mercenarios a sueldo de las fuerzas reaccionarias, alcanzarían un alto grado de efectividad ante cualquier resistencia popular.
El golpe socioeconómico que han venido sosteniendo los empresarios golpistas y que tiene como norte, despertar el descontento popular a través de la escasez de alimentos regulados de la cesta básica y el alza desmedida de los precios en artículos que no fueron regulados; es otro frente de ataque perverso. Todo esto bajo la excusa de la falta de dólares; cuando, realmente, se niegan a cumplir con los requisitos exigidos para la entrega de las divisas y siguen apostando a la caída de Hugo Chávez.
El frente mediático pulsa sobre la población, cada vez que los fascistas inician planes de ataque. No han dejado de hacerlo a pesar de la quiebra evidente de algunos medios impresos o de la baja audiencia de las televisoras privadas. Han utilizado a sus cancerberos en la Asamblea Nacional, para que retrasen la Ley de Contenidos y se vean obligados a limitar el uso y abuso de su mensajes golpistas. Este frente, a decir verdad, ya no es algo que pueda sorprender a los analistas. Basta encender el televisor en las mañanas y hacer un recorrido por los programas de opinión matutinos, para entender que hay un derroche de fantasía y vulgar imaginación en sus programaciones.
Un frente de importancia que pudiera motorizar la realización del próximo golpe, es la infiltración de cuadros fascistas en PDVSA. Existen y son de cuidado. Han estado ocupando, bajo la sombra de algún camaleón gubernamental, puntos vulnerables de la industria petrolera. De hecho, PYCP (Producción y Control de Pérdidas), organismo de seguridad interno en PDVSA, obedece a lineamientos golpistas. Esto es peligrosísimo, si tomamos en cuenta que pudieran atrincherarse en un eventual paro golpista, durante el tiempo necesario para destruir los sectores más sensibles de operaciones en la industria. Por que hay que recordar algo que se convierte en una verdad de piedra. La próxima vez que paren la industria, no cometerán errores para llevarla al quiebre total.
La provocación del embajador norteamericano, Charles Shapiro, formaba parte de uno de esos frentes, pero las morisquetas no son bienvenidas ni en casa propia. Aquí, los sectores más reaccionarios, jugaron con un elemento estúpido y no contaron con las reacciones negativas de algunos partidarios fascistas que fueron tomados por sorpresa en su mala fe. El Departamento de Estado, que no son pendejos y sabían de esta maniobra burda, le obligaron a retractarse públicamente e incluso, no se si por lapsus mentis, acepta que en Venezuela existe una democracia “participativa” y, ¡Aleluya!, por escrito. Como para recordar este show travesti y no olvidar la torpeza de un experto en golpes de estado.
Mañana, Acción Democrática, decidió emular a los vaqueros de los cigarrillos Malboro. Anuncian una “Conquista del Oeste” con música de cowboy y con el himno “Adelante a luchar milicianos...”, reafirmando esa actitud de machito cabrío que no teme a esa hordas populares, ignorantes que no recuerdan al saltador de charcos o, mejor dicho, al salteador de bancos. Peor aún, ni siquiera son originales. Henry Ramos se presenta todo alterado, cual retador que culmina su carrera todo morateado, con una boina negra. ¡Una Boina... y negra! Y unos lentes a lo Rómulo Betancourt, pa’ terminar de cagarla.
Ahora, todos los frentes están funcionando en perfecta sincronización, pero falta algo que ellos no quieren ver. Cada recalentamiento exige la presencia de masas y no han logrado aglutinar la fuerza de calle necesaria, que sirva de escudo a sus instintos criminales. Y esto es algo muy serio, pues para crear mártires se necesita a gente convencida de un ideal; se necesitan kamikases que no teman el sonido de un disparo o la muerte que silba en la cabeza. Han perdido credibilidad y no es raro que más de un marchante, bailoterapista o excursionista político, exprese sus dudas en eso de hacer el papel de víctima. Sus seguidores son todos triunfantes, expertos negociantes y profesionales mayameros que no desean perder la vida en Catia o en un asalto a Miraflores. Sobre todo, cuando un dirigente no se encuentra a su lado, para servir de escudo valientemente. No es lo mismo, asistir a un Sábado Sensacional al aire libre (con Guillermo Dávila incluido), a reunirse en Catia, en una calle sin árboles, sin gente apoyándoles y con el pueblo esperando a que repitan un Puente Llaguno.
De todos modos, como conozco a estos cabilleros, hay que cuidarse de sus locuras. Mi gente, esa que me llena de orgullo y no asiste a baile de patoteros, debe estar alerta y no permitir que estos vagabundos, caigan en la tentación de hacer vainas que luego lamentarán. Mi pueblo sabrá que hacer en momentos de dificultad.
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