Las lluvias que vinieron por ahí, producto del huracán que pasó cerca de nuestras costas, dejaron su inspiración y sobre el lienzo del paisaje plasmaron sus diferentes tonalidades de verde, pero también dejaron como huella un mantel de maleza sobre la tierra pelada en el conuco del periodista Juancho Marcano, que empezó a retirarlo para que así no perjudiquen las distintas plantas del sembradío.
Luego que el sol aplicó más voltaje a su luz acostumbrada, Juancho y Pipo, buscaron la sombra fresca y agradable de la mata de mango y ahí se sentaron a descansar y ¿por qué no? A conversar.
El periodista sacó su celular y empezó a leer las informaciones que ofrece dicho aparato, mientras que Pipo se saboreaba un mango que le había ofrecido el árbol frutal que los acobijaba. En eso, Juancho, exclamó: "Caramba, hoy 9 de julio de 1944, nació el amigo y escritor Chevige Guayke, lo cual indica que está cumpliendo 80 años y les deseamos larga vida y salud para que siga escribiendo con esa imaginación y creatividad que lo caracteriza y de paso que continúe plasmando en sus textos ese humor fantástico".
El perro Pipo y la mata de mango se quedaron como asombrados ante aquella exclamación larga y en voz alta del periodista y por eso el can, interrogó: ¿Y quién es ese señor, Juancho?
- Un escritor nacido en Juangriego tan talentoso que hasta se ganó el premio de cuentos del diario El Nacional, el cual prácticamente estaba reservado para connotados escritores. Aún recuerdo que su cuento se llamaba Paique, ahí Chevige empezó a ganarse un puesto en la literatura nacional. O sea, un orgullo margariteño que representa un lucero en el cielo literario del país, apuntó el periodista.
Pipo escuchó con detenimiento y no quiso ahondar mucho sobre el tema, pues la literatura no le llamaba mucho la atención, por eso, comentó: "Aparte de lo que dices Juancho, yo te quiero señalar que mientras tú limpiabas el monte, yo aproveché y le señalé a la mata de mango lo que dijo San Agustín: "Para crear se necesitan siglos y gigantes. Para destruir un enano y un segundo". ¿Qué me dices?".
- Muy bien, Pipo, aquí mismo tu ves como destruyen un árbol en cuestiones de segundos, unos enanos inconscientes que no han entendido la importancia de ese ser vivo.
- Es verdad, Juancho, dijo el can y después se dispusieron a regresar a la casa.