El presidente Maduro ha manejado correctamente el problema de Golpe del Imperio y sus Lacayos

Es obvio que a los EEUU les interesa el petróleo de Venezuela, pero también y por sobre todas las cosas quieren destruir todo gobierno verdaderamente independiente de los EEUU en América Latina. Si en algo coinciden tanto demócratas como republicanos es en la doctrina Monroe («América para los Estados Unidos»), y por si a alguien le quedase alguna duda, que eche un vistazo a las declaraciones de Laura Richardsson, jefa del Comando Sur, que lleva más de año y medio viajando por toda la región proclamando que su misión en esta tierra es la de garantizar para su país el control de todos nuestros recursos.

Por el momento, el presidente Maduro ha manejado correctamente la situación, enfrentando a los grupos delincuenciales y apelando a las instancias jurídicas de Venezuela, únicas autoridades competentes para decidir sobre el proceso electoral. La campaña mediática global, si bien ha sido muy intensa y muy cargada de odio, no ha logrado neutralizar los apoyos que tiene Venezuela en el mundo, e incluso dentro de nuestra propia región, destacándose las declaraciones del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que muy acertadamente puso el dedo en la llaga al señalar a la injerencia extranjera como el principal obstáculo para que nuestros países resuelvan sus problemas políticos.

Tal vez Maduro debería sacar provecho de las lecciones del caso Nicaragüense tras el derrotado golpe de Estado de 2018, donde una vez juzgados todos los principales responsables de los actos de violencia y probada su falta de voluntad de participar de buena fe en las elecciones de 2021, el gobierno procedió a expulsar del país a esos agentes devolviendolo a sus verdaderos patrones: los Estados Unidos y algunos gobiernos europeos. Eso fue santo remedio: desde entonces se acabaron los actos de violencia en Nicaragua. A pesar del revuelo internacional que se armó y de la lluvia de críticas de gobiernos influidos por la OTAN, nadie dentro de ese país centroamericano sacó la cara para defender a unas figuras que todo el mundo asocia con agendas extranjeras y violentas. Probablemente, eso debería hacer el Gobierno de Venezuela con personajes como María Corina Machado que llevan décadas jugando con la democracia venezolana a un alto costo de vidas humanas. De todos modos, los Estados Unidos no dejará sus campañas mediáticas y en sus sanciones al tiempo que se hunden ellos mismos en una inmanejable crisis terminal.



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Antonio J. Rodríguez L.


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