Ayer escuché al presidente Maduro plantear la realización de una reforma constitucional para ampliar la democracia. Lo explicó con el argumento, muy contundente, de no seguir creyendo que la democracia es nada más una cosa de partidos políticos, con campañas electorales llenas de mentiras y falsos ofrecimientos... Y lo redondeó con lo siguiente: No, esa no es democracia, es una farsa, es un teatro de lo absurdo y Venezuela no quiere eso, porque está imbuida de la idea de una democracia genuina, verdadera, democracia del siglo XXI, una democracia nueva y moderna para el siglo XXI...
No pude evitar soltar un sonoro ¡Coño! Han pasado cuatro años desde que se decidió concluir con las labores de la Asamblea Nacional Constituyente sin considerar esa necesidad que ahora el presidente señaló. Es más, esa ANC cerró sus funciones, en diciembre del 2020, dejando en el tintero de su Comisión de Comunas un documento cuyos primeros dos puntos decían: 1) Sería extremadamente grave terminar este proceso constituyente sin las comunas, sería un fraude a la soberanía nacional… 2) Las Comunas, una cuestión de orden estructural para la nación, deben transversalizar todo el texto constitucional…
El presidente Maduro dijo en esa oportunidad: cumplida la función de mantener, devolver y garantizar la paz del país… la ANC finalizará en diciembre… Que hoy, cuatro años después, corrija tan desacertada opinión, es bienvenido. Tuvo que suceder lo que todos vimos en las recientes elecciones: un bojotal de chavistas absteniéndose de votar. Pero, esto que hoy anunció el presidente, es una real posibilidad de superar la depresión revolucionaria. ¡Cuente conmigo Presidente!