¿Metas del socialismo venezolano?

Me decía recientemente un profesor universitario amigo, ya jubilado, después de una carrera académica y profesional excelente, de enseñanza, investigaciones, descubrimientos y publicaciones numerosas y bien calificadas internacionalmente, que había terminado viviendo como pobre de solemnidad, sin poder siquiera comprar las medicinas que requería, aunque, me aclara, que jamás pensó vivir como millonario, pues ésa no había sido la meta de su vida. Simplemente me relataba, más que quejarse, de lo que estas dos y media décadas de gobierno, supuestamente socialista, habían significado para la docencia, investigación y extensión universitarias, para no entrar en la denuncia de la situación de docentes y estudiantes en los niveles anteriores al universitario.

Otra profesora, esta vez de una universidad privada, me explicaba como en Italia, ella conoció algo del socialismo que sí beneficiaba al pueblo. Me refirió como a los pacientes, que debían someterse a diálisis, los buscaban en sus casas, los llevaban a los sitios de diálisis, los dializaban sin demora ninguna, les daban desayuno, les entregaban los medicamentos que requerían y los retornaban a sus hogares. Y recalcó: "no los hacen sufrir más de lo que ya están sufriendo". Son ancianos ya jubilados o pensionados, luego de décadas de trabajo y de contribuciones de sus sueldos al seguro social. En Venezuela, le dije, el "socialismo" es una mentira mantenida por el gobierno y quienes se les oponen antagónicamente.

Venezuela, como el mundo entero, es capitalista. Siempre lo ha sido y no ha dejado nunca de serlo. Sólo tenemos que saber que hemos vivido en los últimos 100 años de la renta petrolera, una condición si se quiere feudal, para entender que no tenemos nada de socialista, aunque el desvarío de algunos les haya hecho hablar del socialismo rentista y a otros de socialismo de mercado. Y esto no lo cambió Chávez, ni lo ha hecho Maduro, quien por el contrario ha establecido una relación con el imperialismo estadounidense de mayor dependencia que la de Juan Vicente Gómez. China, primera potencia económica mundial, gobernada por el Partido Comunista chino, es un país también capitalista.

Digo lo que son, no lo que el discurso gubernamental dice que son o serán. Maduro tiene años prometiendo la construcción de una Venezuela potencia, con una veintena de motores, pero sin gasolina, y nada de lo prometido ha ocurrido. Todo lo contrario. Hoy vivimos, como lo dicen claramente los dos profesores mencionados, en un país miserable: de desempleados o con empleos precarios, a quienes se quiere convertir por la vía del lenguaje en "emprendedores", suerte de nuevos empresarios desconocidos, que elaboran productos de alta tecnología: empanadas, tequeñones, perros calientes, pastelitos, hamburguesas, pañales de periódicos para perros y así… O de empresarios del comercio móvil, que antes llamábamos buhoneros.

El salario dejó de existir. Incluso desaparecieron la categoría salario y la cambiaron por la del ingreso mínimo vital, algo exageradamente socialista. Y acabaron con las prestaciones, el fideicomiso de sus intereses, la seguridad social, los sindicatos, las contrataciones colectivas. Los empleados públicos no pueden ir a sus trabajos porque el sueldo que reciben no les alcanza ni para el pago del transporte. Las bolsas de víveres que reparten consagran las diferencias entre los trabajadores. No son iguales las de la Asamblea Nacional, TSJ, CNE, BCV, que las que reciben los empleados de otras dependencias o las que llegan a Los Chaguaramos u otros barrios caraqueños o de otras ciudades.

Y obedecen más a un negocio entre quienes se las venden al gobierno y los funcionarios que las distribuyen, que a las necesidades de un programa social real claramente normado, ejecutado y supervisado. Son un negocio que se extiende hasta los importadores de alimentos, pues el contenido de las bolsas no es producto del "compre venezolano", que he comenzado de nuevo a oír como si se tratara de una ingeniosa idea del socialismo chavecista. Los jóvenes que sólo han conocido los terribles gobiernos de los últimos 25 años, deben saber que no han inventado nada: desde la represión hasta la demagogia, pasando por la corrupción y sus ingeniosas ideas revolucionarias, ya habían existido en el país.

La gratuidad de la enseñanza, la atención universal de salud sin pago, el control de endemias y epidemias, las vacunaciones, la venta libre de gasolina, el suministro de gas doméstico con bombonas y tuberías, la electrificación hasta de los más pequeños caseríos, el agua domiciliaria por tubería, la telefonía fija, la recolección de basuras, el ingreso equitativo a las universidades, la libertad de expresión y de protesta, el voto democrático, todos existieron y funcionaron. Hoy, ninguno lo hace.



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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

 lft3003@yahoo.com      @LFuenmayorToro

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