Afirmó, Albert Demangeon, geógrafo francés, promotor de la geografía regional y humana, "El hombre no puede ser estudiado sin el suelo que habita, el suelo es el fundamento de toda sociedad". Para una visión global de totalidad en el uso del suelo, se debe tomar en cuenta los aspectos sociales, económicos, culturales y político del sistema de convivencia, del modo de producción.
Un sistema de producción voraz, perjudicial, antiecológico, contrario al ambiente y a la vida del planeta, llegará el momento, que la casa, como lo afirma Whalt Witman, "…no se puede remendar más, sino que exige ser demolida". Superar lo pernicioso, extirparlo y ganar en una nueva construcción, en un nuevo orden, para vivir en una nueva casa que nos permita el disfrute de sus espacios y vivir, en ella, en armonía plena.
NARRATIVA INTRODUCTORIA
Siendo de particular y fundamental interés, el tema sobre soberanía agroalimentaria, es imprescindible referirse, en esta materia, a la política global de ordenación del territorio, como disciplina orientada a lograr una adecuada utilización del espacio, hecho de indiscutible importancia, desarrollar una APROXIMACIÓN GEOHISTÓRICA DEL USO DEL SUELO, DENTRO DEL CONTEXTO DE LA CRISIS AGRÍCOLA, SUS IMPLICACIONES EN LA DEPENDENCIA ALIMENTICIA, SUS EFECTOS EN LA SOBERANÍA NACIONAL Y LOS LAZOS NEOCOLONIZADORES DE LOS INVERSIONISTAS EXTRANJEROS, considerando categorías de tiempo y espacio, que nos permita ir de lo local a lo nacional y sus vínculos con áreas extranjeras o de la visión analítica nacional, interrelacionada a lo local e internacional, que explique, en breves líneas, en ese conjunto, la dinámica económica y social sobre el espacio suelo, en la depresión del Lago de Valencia, tomado a título de ejemplo.
En la toma de decisiones, en materia de ordenamiento del territorio, para lograr la soberanía agroalimentaria, hay que considerar diversos elementos: 1) la protección del ambiente en general, 2) la prevención y lucha contra la polución, la contaminación y la degradación como impacto, en particular, de la actividad económica, 3) las inversiones públicas y privadas, 4) la distribución de la población y del parque industrial sobre el territorio, 5) la disponibilidad de agua potable, entre otros.
En la medida de lo posible se relacionarán, o se destacarán, atendiendo a la necesaria síntesis impuesta por el objetivo de este breve ensayo o narrativa.
La utilización del uso racional del suelo nos obliga a pensar muy bien el destino de cada pulgada de suelo fértil, de tierra, que sea tomado en cuenta para cada decisión gubernamental, el efecto que la misma tendrán sobre el medio ambiente (agua, aire, ruido, la capa vegetal, los bosques, fauna, flora, población humana, etc.) y en general el impacto mediato, fin supremo, para superar el actual esquema de las localidades geoeconómicas dependientes, impuestas por la no muy sutil división internacional del trabajo, a efectos de lograr el desarrollo sustentable y la definitiva soberanía agroalimentaria, dentro del concepto de una sociedad humana que respete y preserve el equilibrio, entre las condiciones naturales del espacio y la actividad económica desarrolladas sobre el mismo. -
En este orden de ideas, cualquier aproximación analítica en torno a la utilización y aprovechamiento del entorno físico y especialmente del RECURSO SUELO tiene una gran trascendencia por las implicaciones socio-políticas, que va más allá del tecnicismo productivo y jurídico, obligando a la toma de decisiones dentro del marco legal, pero sin desvincularlo del necesario apoyo para los actores productivos que estén en consonancia con las líneas estratégicas del Estado Venezolano, sin sofisma de ninguna naturaleza, más bien relacionado con los intereses de la NACIÓN que somos todos.-
VALORIZACIÓN SOCIO-POLÍTICA DEL SUELO
Hay que subrayar que de los noventa y uno millones doscientas tres mil (91.203.000) hectáreas de la superficie total nacional, solo una reducida superficie de veinticinco millones novecientos cuatro mil (25.904.000) hectáreas, constituyen el espacio agrícola venezolano, es decir, que sólo el 29% representa la superficie agrícola, el resto del territorio nacional, setenta y uno por ciento (71%) no es aprovechable para las actividades agrícolas. Situación la nuestra desventajosa si comparamos nuestro espacio agrícola con alguno de los países de América, Por ejemplo, el porcentaje de "utilización de Uruguay es del 91%, México 86%, El Salvador 76%, Cuba 68%, Argentina 63%, EEUU 50%" (Venturini V. Orlando Luis. Síntesis Geográfica. Revista de la Escuela de Geografía de la Universidad Central de Venezuela. Año 1. Nro 3 enero junio 1978. Pág. 5)
El ESPACIO AGRÍCOLA de nuestro país, con relación al resto de América, es bastante reducido, por su poca extensión. Tenemos que en Venezuela: "…la oferta de tierra cultivable es limitada, considerándose apta para la agricultura sin limitaciones (AI) el 2% de la superficie del territorio, el 10% de mediana calidad, apta para la agricultura con limitaciones, 44% de tierras de mediana calidad no apta para la agricultura y sí para pastos y bosques sin restricciones y 42% de baja calidad no aptas para la agricultura y sí para pastos y bosques con restricciones…" ( Rodríguez Parisca, Oscar Simón Conservación de suelos y agua. Una premisa de desarrollo Sustentable. Universidad Central de Venezuela. Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico. Pág. 96-97. Caracas- Venezuela. 2010).
Es evidente lo reducido de nuestro espacio agrícola sin limitaciones, incluso situación que permanece, aun cuando se aplique mayores niveles de tecnología para la práctica agrícola con obras de drenaje, riego y otras prácticas conservacionistas, ya que, aunque esto permita se aumente la superficie agrícola sin limitaciones, ésta únicamente alcanza la cifra de 4 %, y a 14 % para la agricultura con limitaciones. En esas circunstancias sigue siendo escaso nuestra superficie agrícola, en comparación a otros territorios de Suramérica.
UBICACIÓN-CARACTERÍSTICAS DEL SUELO-SU VALORIZACIÓN
Si tenemos en cuenta las características agronómicas del suelo, encontraremos que el espacio apto para la actividad agrícola sin casi limitaciones, sea por ser tierras fértiles, bien drenadas, planas, fáciles de trabajar y sobre todo, apropiadas para una gran variedad de cultivos (más de 40 renglones básicos para el régimen alimenticio de la población), sólo cubre una reducidísima extensión de dos millones (2.000.000) de hectáreas, lo que representa, ser apta para la agricultura, sólo el dos por ciento (2 %) de la superficie total del país; concentrándose y localizándose esas tierras en determinadas áreas, (hoy día intervenidas por actividad no agrícola, aunque afectadas, aún hablan de sus condiciones edafológicas), los tradicionales Valles de Caracas y Tuy, la Depresión Turbio-Yaracuy, al Sur del Lago de Maracaibo, en algunas áreas Andinas (terrazas y pequeños valles), en Araure y Turen del Estado Portuguesa y en la depresión del Lago de Valencia. ES AHÍ DONDE SE LOCALIZAN LAS MEJORES TIERRAS AGRICOLAS DEL PAÍS.
El suelo como recurso fue valorizado por el aborigen antes y después de la llegada de los españoles, como por el europeo, así lo afirma el Obispo Mariano Martí en 1.781: "...Las tierras de esta parroquia son muy buenas, producen caña de azúcar, maíz, cacao, plátano, yuca, añil, frijoles, legumbres y cuanto se siembre…" Tierras históricamente valorizadas para la actividad agrícola por sus apropiadas condiciones agrológicas; reafirmado por Humboldt al dividir a Venezuela de Norte a Sur, en... "zona de la agricultura, zona de los pastos y zona de las selvas"
Estados situados al norte del país como Aragua, Miranda, Carabobo y Distrito Federal, "TIERRAS MUY BUENAS.... PARA CUANTO SE LE SIEMBRE", cuyos espacios estaban definidos por las actividades agrícolas que abastecían las necesidades alimenticias de la población, hoy día el uso de estos espacios ha sido orientado hacia el emplazamiento industrial urbanístico, por cuanto de un total de 7.350 establecimientos industriales que existían para 1976, se encontraban en la región Centro Norte Costera el 68,9% de las industrias, localizándose el 36,4% de la población nacional sobre un área del 2,36% de la superficie total, situación que, hoy día, no ha variado en casi nada, sino para profundizar esa desigual e irracional distribución del emplazamiento de establecimientos industriales y del asentamiento de la población, ello ha traído como consecuencia profundos cambios, críticos y graves, en el uso de la tierra, que amenaza con cubrir de cemento los sobrevivientes y cada vez más reducido espacios destinados a la siembra, los que irremediablemente, conforme al modelo político económico dependiente, desaparecerán, es el "destino" de no cambiar la tendencia, de la conurbación Caracas Valencia
Es una verdadera calamidad que en la depresión del lago de Valencia se ubique el 15% o más de la población, sobre un espacio que representa el 1,2% del territorio nacional. Se puede afirmar, que, desde remota época, pasados siglos la distribución de la población y las actividades económicas niegan los principios del ordenamiento territorial, al no estar en función de los recursos y de una distribución racional del poblamiento, cuya actividad no contradiga la vocación de uso del suelo. Es contrario al interés nacional que el Norte de Venezuela, la costa montaña esté ocupada por el 90 % de la población y el extremo de la desproporcionalidad es que cuatro estados del país Aragua, Carabobo, Mirada, Distrito Capital y la Guaira concentran el 40 % de la población sobre el 4 % del territorio nacional, con más del 50 % de relieve montañoso, donde también se concentran el 70 % de Producto Territorial Bruto, de la fuerza de trabajo y los servicios públicos.
La ubicación y expansión de la población urbana en las mencionadas áreas, ha traído como consecuencia la desaparición de bosques, la reducción del espacio agrícola, colapsos y serios problemas ambientales, deterioro de los suelos y del recurso hídrico, abandono de la actividad agrícola, pobreza y marginalidad en los improvisados asentamientos, endebles, desordenadas edificaciones residenciales, "rancheríos" de latas y cartón sobre espacios invadidos, convertidos en casas, residencias hechas por la población proveniente del área rural, los excluidos e invisibilizados, pero muy necesaria, útil y sobrexplotada mano de obra fabril. Toda una calamidad para los sectores empobrecidos, un ejemplo repetido por centenas, como el barrio Paraparal al sur de Maracay, en las riberas del lago de Valencia, espacio cíclicamente anegado de aguas servidas, inundado por el desbordamiento del lago o de las aguas pluviales u otros barrios asentados en cerros y montañas, en medio de los cauces de quebradas y ríos, como el de Las Tejerías, que se repiten, en el eje Caracas Valencia, exponiendo sus habitantes sus vidas y bienes.
Extremo de lo sin razón, la invasión de aquellos espacios en las falda de los cerros, para la exclusividad y la distancia en las construidas terrazas, que agreden el relieve montañoso, talan su vegetación, desvían los cauces de ríos y quebradas, invaden sus espacios para el "confort," de vivir dentro de un clima y en un paisaje natural sobresaturado y violentado, aprovechado para la acumulación de capital en beneficio de la industria de la construcción, de urbanizadores, quienes no les importa el daño ecológico-ambiental, la fauna, la flora, los desviados ríos, ni el existente peligro sobre las vidas de niños y adultos de los alienados compradores del "buen vivir". El riesgo es inmenso y permanente, no se sabe el momento en que la naturaleza recobra y busca su espacio a consta de vidas y bienes como lo ocurrido en El Castaño- Las Delicias en Maracay. Se hace presente el desastre total, en un segundo, vidas y lujosas quintas y costosos carros, lanchas, mascotas perecen bajo la tierra desbordada por el sonido atronador del deslave, de troncos, rocas, lodo, tierra y agua de lluvia que arrasa y sepulta todo a su paso. Luego el desorden, la sepultura, las desapariciones y de nuevo lo irracional, la empecinada reconstrucción, en el mismo espacio, el mismo irrespeto a la naturaleza, la distorsión continuada en espera de un nuevo desastre, al cierne de impredecibles años. Todos seguros están que la historia se repetirá, el desafío es irracional, alienante la cultura del capital y del consumo. La tragedia en espera. Lo seguro es que llegará. ¿Cuándo?, no se sabe. "La expansión desordenada de las áreas urbanas de Valencia, Maracay, La Victoria, Turmero, Cagua y otras ciudades de la cuenca, con sus prodigiosos consumos de espacios agrícola, ha introducido profundos cambios en el uso de la tierra y en el poblamiento, los cuales se traduce en una serie de problemas que no dudamos en señalar como críticos y graves". (Venturini Orlando Luis. Agricultura y Expansión Urbana en Venezuela. Síntesis Geográfica. Revista de la Escuela de Geografía de la Universidad Central de Venezuela. Año 3. No 5 enero junio 1979).
PRODUCTIVIDAD Y OCUPACIÓN EN EL USO
Un potencial edáfico que concentra suelos tipo I, II y III aptos para la agricultura intensiva, reducidísimos los lugares en Venezuela con espacios como éste. Son 82.000 hectáreas (levantamiento de 1980) que sería la base y razón de nuestra alimentación, resolviendo el abastecimiento de productos alimenticios tales como: tomate, cebolla, pimentón, pepino, melón, papa, remolacha, zanahoria y demás hortalizas, caraota, arveja, lenteja, apio, yuca, cambur, cítricos, aguacate, lechosa, piña, ocumo, ñame, auyama, batata, soya, quinchoncho, maíz, plátano, aguacate, mango, guayaba, tamarindo, otros frutales y hasta pasto.
Espacio con características agrológicas como ninguno, que en la actualidad se ha reducido y sigue amenazado por el concreto, la expansión desordenada de las ciudades y el emplazamiento industrial, aun cuando, verdaderamente, hubo un serio esfuerzo de ordenamiento territorial en la presidencia de Hugo Rafael Chávez Frías, así como monumentales los aportes de investigación y propuestas del anterior Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales (MARN), de la Comisión del Plan Nacional de Aprovechamiento de los Recursos Hidráulicos (COPLANARH), de la Escuela de Geografía y Agronomía de la Universidad Central de Venezuela(UCV), de la Facultad de Ciencias Forestales (Instituto de Geografía y Conservación de los Recursos Naturales), de la Universidad de los Andes (ULA), de la Sociedad Venezolana de la Ciencia del Suelo, la Universidad Pedagógica Libertador, también meritorios los estudios y análisis de profesionales, que han alertado sobre la necesidad de un ordenamiento planificado y preservador de la cuenca del lago de Valencia, como es el caso entre otros de geógrafo, Alfred Zinck, el FILOSOFO y MAESTRO, PEDRO GONZÁLEZ HEREDIA, Profesor Pedro Cunill Grau, Maestro Ramón A. Tovar, MAESTRO, OMAR HURTADO RAYUGSEN, Profesor Armando Daniel Rojas, Profesor Orlando Luis Venturini, entre otros preocupados compatriotas y ciudadanos.
No han faltado estudios, análisis, investigación sobre la potencialidad agrícola de la cuenca del lago de Valencia y sobre las consecuencias del actual e irracional uso del espacio, sus lamentables y caóticas, negativas incidencias sobre la localidad y en la región, con efectos catastróficos para la nación. "De seguir la actual tendencia, se producirá una larga conurbación Caracas-Valencia que compromete cualquier tentativa de equilibrar las diferentes regiones del país y muchos problemas que ya son graves causarían consecuencias nefastas, no sólo a nivel de la subregión sino en la propia región centro norte y hasta a nivel nacional" ( (Venturini Orlando L.)
Ello, el irracional uso del suelo, está ligado al flujo de las inversiones públicas y privadas provenientes de la renta petrolera y del capital extranjeros, esa es la realidad de una tendencia que afecta la soberanía de la nación, que nos hace cada vez más dependiente de lazos opresores del capital foráneo, de las trasnacionales, cuyo control sobre las actividades industriales, en su afán de lucro, han impulsado un desordenado crecimiento industrial, es evidente al tener cuantificado, para el año 1976, que de 7.350 establecimientos industriales que existían, se encontraban en la región Centro Norte Costera el 68,9% de las industrias, localizándose el 36,4% de la población nacional sobre un área del 2,36% de la superficie total del país.
Las industrias se fueron instalando, se crearon urbanizaciones sobre terrenos altamente agrícolas y productivos, con el propósito de aumentar las utilidades económicas de los dueños de las tierras, que consideran o consideraron "poco rentable" la agricultura y a falta de regulación legal y a grito del sacro "divino" principio de la propiedad, dispusieron el cambio de uso, y vendieron y trasladaron la propiedad. En ello, contribuyeron los gobernantes municipales, quienes impulsaron tal desastre mediante atractivas exoneraciones tributarias y otras ventajas al sector industrial y comercial.
Es ilustrativo y preocupante la investigación de Leon José Balbino. Ecología y ambiente en Venezuela. Ariel- Seix Barral Venezolana. Págs 150-151. Caracas, 1981, cuando afirma: "La ubicación de las industrias se realizan dentro del mayor desorden y compite con las ciudades por las mejores tierras de vocación agrícola. Las industrias se localizan en los antiguos paisajes tradicionales de agricultura próspera, destruyendo los suelos, distorsionando las actividades convencionales de los habitantes y demandando servicios básicos en forma desproporcionada y poco acorde con las bases ecológicas de los lugares donde se implantan. El ejemplo más dramático de ello lo constituye el eje Tejería – Valencia, en los valles de Aragua y en la cuenca del lago de Valencia. En poco más de veinte años ha ocurrido una violenta transformación en áreas dedicadas durante varios siglos a la agricultura, incluso antes de la llegada del conquistador español. Es bien conocido que esta cuenca endorreica ha sido sistemáticamente sometida a un proceso de deterioro desmedido en aras del progreso. bajo la política de desarrollo industrial. De esta manera, y sin la menor preocupación, se fueron instalando industrias en los suelos de primera categoría, se destrozaron cultivos permanentes de frutales, se cambiaron los hábitos de vida de los moradores, se congestionó de tal forma el funcionamiento de los pueblos y las ciudades, que dan la impresión de estar en un permanente estado de emergencia y… se introdujeron mecanismos de contaminación de todo tipo hasta llevar al lago y su cuenca a una situación crítica de imprevisibles consecuencias….se está repitiendo en muchos lugares de Venezuela: Guarena-Guatire, los valles del río Tuy( Tuy Medio), Maracaibo, Chivacoa, etc; y lo que es peor aún ….los valles de Quibor, donde oscuros intereses pretenden cambiar el uso agrícola por la instalación de industrias…."
La investigación del académico, León José Balbino ha sido un grito al vacío de los sordos. Evidente ha sido y es la realidad en la depresión del lago de Valencia, en todas las ciudades, Maracay, Turmero, Cagua, La Victoria, Valencia, Guacara, y etcétera,…la DESTRUCCIÓN PROGRESIVA DEL ENTORNO FÍSICONATURAL, la dilapidación y devastación irreparable de la capacidad productiva de la tierra, la contaminación ambiental, el exterminio de lagos, ríos convertidos en canal de drenaje de aguas negras y de inmundicias que arrojan las industrias a los centros poblados.
Son resultados del modelo geoeconómico dependiente que sacrifica sus mejores áreas agrícolas, para que se asienten industrias químicas, de pintura, tenerías, de plástico, metalmecánicas, fármacos, cervecerías y otras, cuyos efluentes con alta concentración de metales pesados y otras sustancias tóxicas no biodegradables son vertidas a gran volumen al lago de Valencia, junto a las aguas servidas doméstica y del uso agrícolas.
Tal modelo de asentamiento industrial y poblacional no obedece a una razón social, ni se corresponde con las necesidades reales del país, dicha actividades han estado en función de intereses de acumulación de capital, del lucro foráneo, en armónica relación con factores de poderes internos, que controlan la industria manufacturera y la de la construcción (urbanística), actividad económica, propia del actual modo de producción, de su razón de ser, que es acumular veloz y rápida la mayor plusvalía.
La irracionalidad capitalista del uso del espacio, además del cambio de uso y deterioro del suelo, ocasiona el efecto invernadero, la destrucción de la capa de ozono, permitiendo el paso de los rayos infrarrojo dañino para la vida en el planeta, es total la destrucción y desequilibrio de la madre tierra en la cuenca del lago de Valencia y en el resto del territorio nacional.
El modo de producción capitalista, las relaciones económicas de explotación para la acumulación, sobre el espacio, distancia la posibilidad de la preservación del uso racional, equilibrado y de respeto a la naturaleza, un punto crucial que necesariamente hay que superar cambiándolo, para que no continúe disminuyendo los espacios agrícolas, ni se tenga las desastrosas consecuencias del fortalecimiento de "la dependencia neocolonial" (J.R. Nuñez Tenorio).
El Emplazamiento industrial urbanístico sobre áreas de vocación agrícola le trae al país, a nuestros hijos, nietos, a las futuras generaciones consecuencias funestas, no podemos hacer a un lado la declaración de PROTECCIÓN INTERNACIONAL Y NACIONAL DE LAS TIERRAS DE VOCACIÓN AGRÍCOLA, no se deben burlar los principios de planificación ecológica, según los cuales: "Las actividades humanas, en vez de pretender dominar a todo costo el medio natural, debe adaptarse al mismo lo más estrechamente posible". Lo que significa que deben reservarse las tierras agrícolas para estas actividades, destinando para el uso urbano aquellas áreas apropiadas para tales fines.
La situación del panorama agrícola es extremadamente crítica para nuestro país por la reducción del espacio destinado a la agricultura, la contaminación de los suelos, el uso indiscriminado de fertilizantes y herbicidas, la tala, la quema y el crecimiento de aquellas actividades económicas no agrícolas, con sus agravantes de baja producción agraria en aquellos renglones considerados básicos para la dieta popular, una cada vez más creciente importación de productos alimenticios traídos del extranjero, que nos hace vulnerable y más dependientes. Ello se evidencia al constatar que para 1937 el comercio exterior de productos agrícolas le era favorable al país, nuestras exportaciones agrícolas fueron del orden de los 59 millones de bolívares y las importaciones fueron de 8,3 millones de bolívares, no obstante, esa ventajosa realidad lamentablemente varió, para 1975 se exportó 400,9 millones de bolívares, en tanto que se importó la suma de 3.368 millones de bolívares. Crisis y dependencia agrícola evidente y grave por los déficits de renglones destinados a la alimentación de la población, es así que para 1977 el déficit en granos y leguminosas (arveja, caraota, frijol, quinchoncho) fue de 70%, oleaginosas 76%, maíz 47%, leche, conservados y derivados 28%. Según la fuente Diario El Nacional 21 de agosto de 1978.
La producción agrícola en el país, por sí misma, no abastece el mercado nacional, requiere apoyarse de las importaciones de alimentos para satisfacer las necesidades alimenticias del pueblo. Del consumo total, para 1971 se importaba el 46% y para 1980 se incrementó hasta llegar al 80%. Conforme a la fuente consultada, (BCV Informe Económico. Importaciones de CORPOMERCADEO). Evidente sólo producimos el 20% de la exigencia alimenticia. ¿Habrá variado esa realidad hoy día? Oportuno es citar las palabras del maestro Ramón Tovar: "…De un país que cubría con sus productos agrícolas gran parte de sus necesidades alimenticias hemos caído en un país importador de tales productos. La economía de importación que vulnera nuestra soberanía, pone en peligro nuestra seguridad colectiva y nos entrega a manos del lucro forastero…"
EL MITO DE DESARROLLO Y PROGRESO
El futuro de Venezuela, la agricultura sustentable, la soberanía alimenticia está estrechamente vinculada a la cultura, a las formas de producción imperante en la sociedad, cambiando esta florece aquella, de ello depende el trato, el respeto, un nuevo modelo político económico que considere que la actividad humana debe sujetarse, subordinarse a las condiciones edáficas del suelo, para vivir en armonía, tranquilidad y en pleno equilibrio con la naturaleza. Así se contribuirá a preservar la vida en el planeta. Una política ambiental donde el modo de vida se adecue al ecosistema y no a la inversa.
Hay que repensar un conjunto de palabras o frases impuestas, justificadoras de un deslumbrante "brillante" proceso de "desarrollo industrial", sobre suelo de primera calidad agrícola, a partir de la supuesta premisa que la "agricultura es poco rentable". Ello justificó la invasión de áreas, (sin dolor alguno, sin remordimiento) que durante siglos estaban destinadas a la actividad agrícola, cuya consecuencia, un acelerado crecimiento de las ciudades y la aparición de invasiones de tierras y la construcción de ranchos que posteriormente han sido consolidados como barrios y urbanizaciones. Extendida y profunda la ausencia de atención a la salud, educación, recreación, entre otros, en los hogares proveedores de mano de obra fabril.
La población venezolana, en su conjunto, de forma global son reproductores creyentes de los "valores" y del conocimiento difundido por las clases dominantes, que justifican la manera de ser, de actuar y de pensar, de una sociedad neocolonizada, consumistas, donde el concepto de desarrollo y de bienestar se mide por la ropas de marcas, las grandes autopistas, los inmensos edificios, los carros de lujos, llas avenidas y calles asfaltadas, aun cuando estén excluidos todos aquellos que andan a pies, que sobreviven en ranchos, hacinados en poco espacio, que han sido uniformado con el jean, carentes de básicos servicios y concentrados en un espacio dentro de un territorio inmenso y despoblado.
Así llegan a pensar (con ideas ajenas) que sinónimo de desarrollo, progreso y bienestar es el desplazamiento de la actividad agrícola, el abandono del campo y el uso no agrícola de aquellos espacios que la naturaleza ha privilegiado, de esta manera, con las ideas difundidas en más de 500 años por los "amos de la historia", el pueblo, la población con un conocimiento alienado y difundido para su propia explotación, que ha hecho suyo y con el cual se ha identificado, "juzgan las cosas por lo que parecen ser y no por el conocimiento exactos que se tiene sobre esas cosas", como bien lo decía Don Simón Rodríguez, al pensar que la invasión del cemento sobre suelo agrícola es desarrollo y progreso.
La sociedad reproduce el pensamiento de "los amos del valle", los mantuanos de siempre, o para decirlo en palabras del honorable Rodolfo Quintero, la minoría impone "la cultura del petróleo". Justifican afirmando, "pensando" que en la depresión de lago de Valencia y otros parecidos lugares del país, gozamos de bienestar, desarrollo y progreso por la presencia de un condenable y dependiente proceso de industrialización. No se detienen a pensar que LA VERDADERA NOCION DE DESARROLLO Y PROGRESO es aquella que guarda armónica relación con la naturaleza, que su aprovechamiento es planificado, equilibrado, racional, en interés y beneficio de la sociedad; que no puede ser contradictorio con el medio natural circundante.
Desarrollo y progreso debe significar el cuido del medio geográfico, condición necesaria para el bienestar y permanecía de la sociedad. También significa abundancia de las aguas, conservación de los recursos forestales, de las tierras, de la fauna. Desarrollo y progreso en concreto: significa el cuido del medio ambiente a fin de garantizar el bienestar de las grandes mayorías en cuanto a alimentación, recreación y educación dentro de un espacio sano, en estrecha correspondencia y vínculo no contradictorio con la naturaleza humana.
La realidad nacional es otra, el crecimiento económico, el modelo neocolonial ha significado la destrucción del equilibrio ecológico, de los bosques, montañas desaparecidas, fértiles valles sin capa vegetal convertidos en asientos de galpones industriales y monstruos de concretos, miles de hectáreas erosionadas, taladas, grandes movimientos de tierras, desplazamiento de la poblaciones ancestral y fuerte penetración del capital financiero extranjero controlándolo todo, es el significado verdadero del supuesto "desarrollo y progreso" que esconde esa ilusoria frase difundida para justificar, engañar, dominar y explotar sin cuestionamiento alguno, la destrucción del país a la vista de nuestros ojos, peor al justificar, aprobar y consentir, por tener la creencia que es lo acertado, lo inevitable para el bienestar de todos.
En sí, el modelo neocolonial venezolano ha significado la alteración suicida del medio ambiente y ha destruido las condiciones naturales sobre la cual se fundamenta la vida humana, consecuencia del emplazamiento urbano-industrial y "soluciones" habitacionales que han sacrificado las mejores tierras agrícolas del país, como por ejemplo las de los valles de Aragua.
No puede significar "desarrollo y progreso", como nos lo han presentado: instalaciones industriales dependiente, intervenido por el capital extranjero y cajones de concreto, como viviendas, sobre la destrucción del reducidísimo espacio agrícola que profundiza la dependencia, por siempre, del suministro de alimento del extranjero, comprometiéndose así la Soberanía Nacional.
El SUELO SU TRASCENDENCIA
El suelo por sus implicaciones socio-políticas merece un tratamiento analítico detallado.
Lo primero que se debe destacar es que "la naturaleza (para crear una pulgada 2,54 cmts2) de tierra fértil, requiere entre 300 a 1.000 años, tierra viva, sin la cual es imposible que exista la vegetación". ¡¡QUE CALAMIDAD!! En la depresión del lago de Valencia encontramos capa vegetal hasta de un metro de profundidad, 40 veces multiplicado por 300 0 1.000 años y en un abrir y cerrar de ojos, una máquina retroexcavadora, el gran capital financiero internacional y asociado a capitalista nacionales, acaba con la capa fértil del suelo, con la naturaleza, con el espacio útil para la alimentación.
Es un crimen contra la naturaleza el irracional uso, la depredación capitalista, máximo cuando hay la posibilidad de construir, la misma extensión urbanizada actualmente, obras de ingeniería (residencial, comercial o industrial) en áreas apropiadas para esos fines, sin comprometer ni reducir más aun el espacio agrícola clasificados como AI, AII o AIII. Sin continuar invadiendo las áreas planas. Está demostrado la limitada extensión del espacio agrícola venezolano (29%) y sobre todo la reducidísima existencia de suelos clase I (2%), alcanzando a 62.000 hectáreas en la depresión del Lago de Valencia, concentración de suelos de primera calidad, localizados sobre un espacio excepcional que representa un recurso muy valioso, si consideramos que el total del territorio nacional no supera el 2% de su superficie.
Es precisamente sobre las mejores tierras agrícolas del país, sobre el recurso suelo, que tradicional e históricamente había sido orientado hacia las actividades agrícolas, hoy día, hay un emplazamiento urbano-industrial. Lo que ha respondido a criterios rentistas, desarrollistas, es decir, que los planes adelantados sólo persiguen lucro, en beneficio de una reducida elite económica y política, que no les importa, les tiene sin cuidado ("después de mí el diluvio") los efectos que sobre la población y el país ocasiona una acción que por su naturaleza es un delito, veamos las razones:
Primero: Que las excelentes características agrológicas del espacio agrícola concentrado en la depresión del lago de Valencia y la limitada extensión de la superficie cultivable nacional, de manera imperativa nos obliga a preservarlo, tener esmerado cuido, valorarlo a escala de sobrevivencia, atendiendo a que es la garantía de proveer, de manera autónoma, nuestra alimentación y el de las futuras generaciones.
Segundo: Se debe considerar que desde el punto de vista histórico, el desarrollo de la civilización se debe, en gran parte, a la actividad agrícola, de ello nos testimonia el pueblo de Mesopotamia, que en medio de un desierto existió debido al aprovechamiento del valle fluvial de los ríos Éufrates y Tigris, así como la civilización egipcia del Nilo; en América trasciende la cultura Azteca, Maya e Inca, con su adelantadísimo sistema de riego, su racional aprovechamiento del espacio al construir sus viviendas en el pie de monte y áreas altas, reservando las terrazas, valles y vegas para la actividad agrícola, dejando constancia de las prácticas conservacionistas al recurso que le debían su existencia como lo es el suelo. En Venezuela manifiestas son las características del desarrollo socio-cultural de los descendientes de los Chibchas, Timoto Cuicas con expresiones y un nivel de desarrollo complejo en su organización social, debido fundamentalmente a su floreciente agricultura, aún en los andes venezolanos prevalece la cultura, la tradiciones y la actividad vinculada a la agricultura y en la depresión del Lago de Valencia los restos arqueológicos nos hablan de la existencia de una adelantada cultura aborigen y de su acendrada tradición agrícola.
Todo esto para demostrar lo irracional de quienes pretendan soslayar, eludir la vocación agrícola del área, no sujetarse a ella, no respetarla, más aún cuando se hace en nombre de una falsa noción de "desarrollo y progreso," que no toma en cuenta que la palanca fundamental del DESARROLLO de las grandes civilizaciones es y ha sido históricamente el uso del espacio en correspondencia con sus características naturales. Desarrollo y Progreso no puede significar la ruina del país, su dependencia y el hambre de la actual y futuras generaciones, con sus cordones de miseria y ranchos.
Países como los EE.UU., la extinta URRSS y Holanda, Suecia, Suiza, etcétera, deben (entre otros aspectos) al aprovechamiento de su espacio agrícola gran parte de su desarrollo o crecimiento económico y en conocimiento del principio que, para la construcción de una estable sociedad, es fundamental el conocimiento de las leyes de la naturaleza y la utilización racional de los recursos naturales. En ellos existen, disposiciones legales que impiden que las tierras de vocación agrícola sean utilizadas para otros fines, por ejemplo, la carta de los suelos promulgada por el Consejo de Europa establece que "La urbanización debe ser concentrada y urbanizada de manera de evitar... la ocupación de los suelos en las áreas agrícolas y forestales". Así mismo, la principal función del Departamento de Agricultura de los EE.UU., es la de "asegurar la protección de las tierras de primera contra una prematura o innecesaria conversión hacia otros usos". Por otra parte, la Ex unión de repúblicas Socialistas Soviéticas establecía en la legislación de suelo que: "Las tierras útiles para las necesidades de la agricultura se conceden a las empresas agrícolas; es decir, al sector que abastece a la población de productos alimenticios…. A la construcción se dedican tierras no aprovechables en las actividades agrícolas". En Venezuela el V Plan de la Nación (instrumento contentivo de los lineamientos... del "desarrollo económico y social" de la República) expresa textualmente: "Se impedirá que las tierras actualmente explotadas por la actividad agrícola o que estén ociosas pero dotadas de condiciones naturales apropiadas para la explotación agropecuaria, sean utilizadas con fines de desarrollo industrial o urbano". ¿Ello, en Venezuela, se cumplió?
Por lo visto huelgan los comentarios, pues no es posible que todo el mundo esté en un error y únicamente aquellos que permiten, impulsan y corean la destrucción del espacio agrícola sostengan la verdad. Habría que estar ciego para no alcanzar a comprender que de lo que se trata es de defender nuestro más caro tesoro, el derecho que nos asiste como nación a cuidar, preservar aquellos espacios agrícolas que son la garantía de nuestra alimentación, de nuestra soberanía e Independencia.
Sin lugar a dudas, es de orden estratégico, desde el punto de vista geopolítico, lo que para el país representa y significa el cuido de su reducidísimo espacio agrícola. Ello se entiende al visualizar que los EE.UU., potencias productoras y exportadoras de alimentos, le ha dado una importancia estratégica de primer orden, lo ha utilizado como presión y arma política, junto a la práctica de exfoliación y cultivos transgénicos e invasivos de ecosistemas, se han integrado como instrumentos de dominación imperial. ¿Es lo que, en Venezuela, ocurre actualmente?
DESABASTECIMIENTO INTENCIONADO
De un país productor de renglones agropecuarios hemos caído en un país, que, para satisfacer la demanda alimenticia, DEPENDE del suministro extranjero. Para 1.959 producíamos el 80% del total de lo que consumíamos y sólo importábamos el 20%; pero para este siglo XXI, estas cifras se invierten, por cuanto únicamente producimos el 20% e importamos 80%. Conviene preguntarnos: ¿hacen falta las manos a la siembra?
La DEPENDENCIA ALIMENTICIA se da dentro de un espacio privilegiado por la naturaleza. ¡¡SORPRENDENTE!! Venezuela cuenta con tres áreas geográficas claramente definidas; la llamada región costa montaña, con excelentes condiciones edafológicas para cualquier tipo de cultivo. La depresión llanera, área muy apropiada para las actividades pecuarias y el macizo guayanés, con su potencialidad minera e hidroeléctrica. También contamos con hidrocarburos, elemento básico para la industria petroquímica para la producción de fertilizantes y plaguicidas, su empleo o utilización, actualmente, está en muy serio cuestionamiento, no obstante, de esas envidiables condiciones naturales y de la diversidad de recursos, IMPORTAMOS ochenta kilos de cada cien que consumimos.
Las causas de nuestra dependencia alimentaria no son naturales, sino evidentemente políticas y económicas, un modelo de producción, ya agotado, que está, incluso, destruyendo la capa de ozono lo cual permite el paso de rayos infrarrojos dañino para la vida del planeta.
Dentro del modelo neocolonial sólo importa la rentabilidad, la ganancia por encima del interés social, por tanto, se aprovecha intensamente aquellos recursos que permiten una pronta recuperación de capitales y alta tasa de beneficios económicos. He ahí la respuesta de la crisis agropecuaria y del por qué se ha privilegiado el petróleo, el cambio de uso del suelo en la cuenca del lago de Valencia.
Venezuela, un país, el cual, dentro del mercado internacional le ha sido asignado ser proveedor de recursos mineros y energéticos, es imposible que la reactivación del sector agropecuario la emprenda quienes sostienen el modelo geoeconómico dependiente, neocolonial o que éstos se preocupen sinceramente por preservar el espacio agrícola, debido, a que no está dentro de sus objetivos económicos y de dominación, una actividad agrícola sobre un espacio organizado para un crecimiento económico sustentable, soberano y armónico con el medio ambiente. A los amos del valle, a la burguesía no les interesa la planificación.
Un país dependiente de factores de poder foráneos, que participa dentro de la división internacional del trabajo como proveedor de recursos no vegetales, cercano, la media luna, los dos principales puertos del país (La Guaira y Puerto Cabello) dentro del mayor mercado de consumo (80% de la población), con una superficie plana, asiento de establecimientos industriales (70%), fuertemente intervenido por la inversión extranjera y dependiente de la importación de materia prima para su operatividad y por la ventajas de una superficie plana que hace no costosa la construcción de infraestructura. Todo ello explica el por qué no se tiene un aparato productivo agrícola prospero, independiente, autosuficiente, autónomo, no contamínate y de respeto a las condiciones del suelo. ¿Se ha perdido la cultura agrícola de nuestros ancestros?
ALIMENTO UN ARMA DE GUERRA
Corto el tiempo de nuestras reservas alimenticias, contados en días o semanas, es decir, alterado el flujo alimenticio que importamos, veremos vulnerada nuestra soberanía. Situación que a todas luces es muy grave, cuando el proveedor la utilice como presión y arma política. ¿Está ocurriendo? La historia habla por sí misma, por ejemplo: "En 1.966, doscientas mil toneladas de trigo destinadas a combatir el hambre en Argelia, quedaron detenidas hasta que terminaron las disputas entre el gobierno argelino y las compañías petroleras norteamericanas, siendo satisfechas estas últimas"; así mismo, en la "India, aunque un número enorme de habitantes se estaba muriendo de hambre, se retuvieron los embarques de trigo para obligar al gobierno a capitular ante la demandade las compañías norteamericanas"; el Secretario de Tesoro de los EE.UU., J.B.Mc. Namara, amenazó con "embargar los alimentos que ese país exporta a Latinoamérica, en caso de que estos se unificaran para declarar una moratoria de su deuda internacional". Mayor atentado contra los derechos humanos no puede haber. Son decisiones abiertamente criminales cuando se trata de sus objetivos políticos–económicos dentro de la esfera de dominación imperial. ¿A ello estamos expuesto? ¿Está ocurriendo? ¿Ha ocurrido?
Es urgente dirigir nuestras miradas, nuestras preocupaciones, hacia la planificación, el ordenamiento territorial, detener la expansión urbana-industrial sobre los suelos de alto potencial edafológico, preservar nuestro espacio agrícola y llevar adelante una política de soberanía agroalimentaria privilegiando al productor del campo y atendiendo en el más amplio sentido al campesino venezolano (asistencia técnica, financiamiento, educación, salud, maquinarias, banco de semillas, etc.)
Es evidentemente peligroso para nuestro país y para el continente latinoamericano, las dimensiones e implicaciones geopolíticas de la DEPENDENCIA ALIMENTICIA. En las actuales circunstancias, no puede parecernos extraño encontrar serios desequilibrios sociales, que se manifiestan en nuestra patria grande, a través del índice de desnutrición, analfabetismo rural y urbano, mortalidad infantil, abandono de la vida y economía rural, alta contaminación y distorsión en el uso del suelo.
Para SUPERAR, en Venezuela, tal situación, se requiere de políticas que atienda en primer lugar las actividades agrícolas y pecuarias y ordene territorialmente a la nación, que impida que espacios agrícolas sean destinados a otros usos, ello con fundamento en la soberanía política y económica de la Nación.
TENEMOS DONDE PRODUCIR
Las características geofísicas de La Depresión del Lago de Valencia y particularmente las área del Santa Cruz de Aragua, Magdaleno, San Francisco de Asís, Villa de Cura, Valle de Tucutunemo, Cagua, Turmero, Palo Negro, Guigue, Mariara, San Joaquín, entre otros, configuran un espacio de una elevada potencialidad agrícola, para ser aprovechada en toda su magnitud, un espacio con condiciones para una alta, intensiva y abundante producción vegetal, a los fines del consumo interno y satisfacción de la demanda nacional, a través de un uso equilibrado, utilizado de manera racional y no contradictorio con su naturaleza vocacional. Área que dedicado a la producción de maíz, pepino, tomate, remolacha, papa, quinchoncho, frijol, caraota, caña de azúcar, zanahoria, lechuga, evidente producción de hortaliza, tubérculo, ñame, yuca, batata, apio, ocumo y frutas variadas, guanábana, caimito, níspero, tamarindo, mamón, cotoperix, cerecita, higo, naranja, cambur, topocho, plátano, parchita, lechosa, melón, piña, mango, junto a la ganadería menor, ovejo, cabra, porcino y la cultura de cría de aves, incluyendo de corral, se obtendría una alta y abundante producción alimenticia, para los fines de consumo interno regional, local y satisfacción de la demanda nacional, de gran relevancia, por los beneficios que el desarrollo de esa actividad produciría sobre el colectivo social. Ponderándolo, se haría evidente el abastecimiento del mercado interno de los rubros agrícolas y de carne para el consumo humano, reduciendo, en la proporción de su producción la importación de mercados externo, fortaleciendo la soberanía en materia agroalimentaria.
Para ampliar las fronteras agrícolas del país se requiere de políticas claras y eficientes, que busque consolidar la soberanía alimentaria del pueblo, que incorpore a la sociedad organizada, a los Consejos Comunales, Alcaldías, Gobernación y demás entes en el combate la crisis que golpea, a nivel de colapso, nuestra producción y abastecimiento de alimentos, ello conlleva a la necesidad de atacar, eliminando el latifundio, como expresión improductiva, en el uso de la tierra y aquellas grandes extensiones de espacios ociosos presentes en urbanismos privados, que se miden por hectáreas, los cuales, necesariamente en nombre del interés superior de la nación, de la soberanía nacional y de contribuir con la alimentación del pueblo y el cuido, preservación del suelo y del medio ambiente, deben ser afectados en su propiedad o en su uso, con urgencia de emergencia nacional en la cual estamos inmersos, incorporarlos a la producción estratégica de renglones agrícolas para el consumo doméstico., es una cuestión de permanencia de nuestra existencia independiente como República, lo contrario en hundirnos en oscuras manos del gran capital. Es urgente la necesidad de ampliar los espacios destinados al uso agrícola y la ganadería menor, junto la prioritaria necesidad de CONSOLIDAR LOS EXISTENTES ESPACIOS AGRÍCOLAS PRODUCTIVOS E IMPULSAR AQUELLOS IMPRODUCTIVOS, DE EVIDENTE UTILIDAD PÚBLICA Y SOCIAL, no obstante, de pertenecer los bienes y medios de producción a la propiedad privada, me refiero a los bienes legítimamente adquiridos con sus atributos de uso, goce y disposición, cuyo uso respeten las normativas legales, con sus limitaciones y restricciones, a los fines de que continúen o sean orientados a la utilidad pública o al interés general, para con ello lograr, dentro de los principios y normas constitucionales y legales, los planes rectores del Estado y el interés superior de la nación, del pueblo, y así garantizar que la labor agrícola se fundamente en el cuidado y uso sostenible de los recursos naturales, la preservación del suelo y la diversidad biológica, la corresponsabilidad, la solidaridad y la convivencia fundamentada en los derechos humanos, el respeto al ambiente, a la naturaleza, que haga productivos y vivibles los espacios.
Siendo así, es obligante, apoyar a los sectores productivos que estén en consonancia con las líneas estratégicas del Estado, en cuanto al uso racional del suelo, que comprende la vinculación estrecha entre las características del suelo y su respeto por parte de la actividad económica, que debe estar subordinada a las condiciones naturales del mismo sin contradecirlo ni degradarlo.
Atendiendo a la regulación jurídica del ambiente cuyo principal objeto es la conservación de los recursos naturales, en ello lleva implícito los tratados internacionales, en políticas ecológicas, ambientales y de conservación y garantía de uso para las futuras generaciones y la preservación del planeta tierra, al considerar un patrimonio irrenunciable de la humanidad, siendo obligación del Estado, conforme a nuestra Constitución Bolivariana de Venezuela, velar por un medio ambiente libre de contaminación, donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, gocen de especial protección dentro de una política de ordenamiento del territorio, que atienda las exigencias del desarrollo sustentable, "el cual busca un equilibrio entre las actividades económicas y sociales y la conservación del medio ambiente, compatibilizando el desarrollo económico y social con la diversidad, complejidad y funcionamiento ecológico". (Rodríguez Parisca Oscar Simón).
EL PROTAGONISMO SOCIAL
La participación ciudadana tiene que fundamentarse en la magna tarea de la educación ambiental, esto es de primer orden, la población debe contar con herramientas didácticas que le permitan una visión holística (de totalidad) del uso del espacio, que genere conocimientos sobre el uso de la tierra, el mejoramiento de su fertilidad, el suelo, las aguas, los bosque, conservación de semillas, el norte la preservación, ser protagonistas de primer orden en el cuido de los recursos naturales, que sirva para el sostenimiento de la vida, en ello el Estado debe poner empeño en crear impulsar, sostener, educar y dar herramientas organizativas y soporte legal a fin de originar grandes movimientos del cuidado de las tierras. Existen experiencias mundiales como el movimiento australiano de Cuidado de la Tierra, en un número de más de tres mil grupos de agricultores y ciudadanos unidos para combatir la degradación de los recursos naturales con apoyo del gobierno.
Es necesario que en el uso de la tierra impere el principio legal de la protección, de la sobrevivencia humana, de la conservación de los recursos naturales, del fin social y del interés superior de la nación, para ello se debe entre otras medidas: "a) proteger los suelos de vocación agrícola. b) Revocación de los permisos de construcción concedidos en tierras aptas para la agricultura" (Venturini O.L. Op Cit). C. No continuar en la política de estímulo y exoneración tributaria para atraer industria y se instalen sobre los señalados suelos. Así mismo, es necesario consolidar los objetivos de la actual Ley Agraria, hacer una redistribución de las industrias hacia el Sur del País y también de la inversión pública y privada que se orienten hacia aquellos inmensos espacios desolados del territorio nacional.
La seguridad alimentaria, se alcanzará desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna, la protección de los derechos del productor, del trabajador del campo proveer de tierras al campesino, sin descuidar la asistencia y seguridad social, incorporándolo, a la población trabajadora carente de tierras, de manera progresiva y a corto plazo como productor en las tierras ociosas e incultas, también es necesario proteger los bienes agropecuarios y el interés general de la actividad agraria equilibrada y despojada de su afán de lucro, de acumulación especulativa, así podemos "sembrar" FINCAS PRODUCTIVAS, que no constituyan latifundio, ni espacios improductivos, no rentables racionalmente, donde el campesino empleado, la mano de obra agraria, se le respete y valorice en su condición humana, que cuente con efectivas garantías laborales, de salud, educación y recreación para el trabajador del campo y su familia, siendo así y ajustada la producción a los fines superiores de la nación, del Estado, de la República, de manera estrecha y sin contradecir las condiciones naturales del suelo, de las aguas, del aire, de la flora la fauna y cumplida la función y protección social, no hay razones para afectar el uso ni tampoco para intervenir tierras legítimamente adquiridas, cuya producción estén cumpliendo con el objetivo de la soberanía agroalimentaria, producción sustentable y sus fines sociales, por lo tanto se le debe permitir a los actuales y futuros productores que PERMANEZCA O INICIEN (garantía establecida en el Art. 17 numeral 2 LTDA), la actividad agrícola de manera directa, a menos que resulte de una ocupación ilegal e ilegítima o que resulten tierras propiedad de la nación, que en este último caso, deberá tener, como el resto de los productores agrarios, un trato acorde a los principios de la soberanía agroalimentaria, subordinado a los objetivos del Estado Nación, reconociendo el estatus de poseedor e incluso hasta reconocer de forma efectiva indemnización de las bienhechurías legitimante adquiridas.
Siendo así, es obligante, atendiendo a preceptos constitucionales (propiedad privada, derecho al trabajo, promoción de la agricultura sustentable , disponibilidad de alimentos, seguridad alimentaria, desarrollo de la producción agropecuaria interna), a la Ley Especial Agraria y la Ley Orgánica de Seguridad y Soberanía Agroalimentaria apoyar al actor productivo, dignificando la labor agrícola para alcanzar la soberanía agroalimentaria, fundamentada en el cuidado y uso sostenible de los recursos naturales y la preservación de la diversidad biológica. La soberanía agroalimentaria será resuelta a través de la solidaridad y el derecho a acceder a las tierras, créditos, tecnologías, educación y servicios sociales para producir alimentos, con la participación de los pequeños y medianos productores del campo sin la resistencia observada de notoria relevancia.
Esfuerzos muy serios de planificación geopolítica, de estrategia para el tratamiento profundo de la seguridad y de la soberanía agroalimentaria, de manera independiente y dignamente autónoma, para el interés del Estado Nación, se concreta en el año 1999 al incorporar en la Constitución Bolivariana de Venezuela la reserva y reconocimiento por parte del Estado Venezolano la producción de alimentos de interés nacional en la búsqueda de alcanzar el autoabastecimiento, creándose de seguida el marco legal con la aprobación de la Ley de Tierra y Desarrollo Agrario, La Ley de Seguridad y Soberanía Alimentaria , Ley de Silos Depósitos y Almacenes Agrícolas, Lay Orgánica para el Desarrollo de la Petroquímica, creando también la estructura administrativa con el Ministerio de la Alimentación y otras tantas medidas las cuales tuvieron un efecto revitalizador y de claro beneficio para la población venezolana y para el fortalecimiento la soberanía del país, efectos favorables que de alguna o de muchas maneras ha sido afectados por el bloqueo económico a que ha sido sometido la nación venezolana. Tema este último que se ha tratado con gran claridad y pertinencia por la investigadora Clara Sánchez Guevara en dos monumentales obras: "Operación Bloqueo de Alimentos A Venezuela" y "Geopolítica y Colonización Alimentaria".