Inmundicia

Un apreciado amigo, dramaturgo para más referencia, escribió hace poco un breve y agudo artículo. Hablaba sobre como las palabras se ensucian en boca de la ambigüedad o de la hipocresía del hablante. Es algo inevitable pues las palabras son las mismas aunque lleven una intención distinta.

Lo cierto es que ese artículo me recordó un libro, leído hace tiempo, llamado "El arte de la inteligencia", escrito en 1963 por Allen Welsh Dulles, director-fundador de la CIA. Ese libro es un insólito continuum de palabras -como dijo mi amigo del inicio- llenas de mugre. Allí refiriéndose a los países socialistas, escribió: sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad...

Lo descarnado de la narración y la insolencia de los medios de información y entretenimiento de Occidente, para reproducir y distribuir tales concepciones, se está potenciando a la x por la evidente descomposición de las formas imperiales tradicionales y su sustitución por las nuevas formas generadas por los dueños de la IA -que es cualquier cosa menos inteligencia-. Ellas están tomando un control inimaginado de la opinión pública. Cerca de 3.000 millones de usuarios están colgados de las redes de Facebook y de YouTube. Ellos consumen contenidos gestionados por los community manager de esas plataformas. Contenidos que son sugeridos mediante procesos de marketing digital.

Logran así que la mugre tape nuestras neuronas facilitando la introducción de un pseudocódigo que las sustituyas. A pesar de eso, da algo de esperanza ver las caras desencajadas, por los anuncios de los desfalcos a la USAID, de aquellos venezolanos opositores cuyas pasiones y ambiciones han ensuciado las palabras democracia, libertad y justicia. Pareciera resultarles, ahora, inevitable que, la mugre arrastrada por esos vocablos al salir de su boca, sea percibida por todos.



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José Manuel Rodríguez


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