La cooperación, la unidad latinoamericana y un nuevo concepto de integración dentro del cual prevalece la solidaridad son los puntales de la Alternativa Bolivariana para América (ALBA), proyecto que impulsó el presidente Hugo Chávez en medio de las presiones de Estados Unidos para imponer el fracasado proyecto de integración conocido como ALCA, un esquema de libre comercio que amenazaba con arrasar las debilitadas economías latinoamericanas.
Hace apenas unos años la voz del presidente Chávez era un clamor solitario que encontró en los pueblos latinoamericanos el apoyo que se negaban a dar numerosos gobiernos empeñados en la idea de seguir a ciegas el camino trazado por Washington. Hoy el ALBA es una posibilidad, un proyecto que día a día se hace realidad en el marco de un momento estelar para los latinoamericanos. Y digo estelar porque nunca como ahora el cuadro político de la región ha permitido enrumbar a Latinoamérica por el camino del rescate a su soberanía y por nuevas formas de relaciones que nos llevan a consolidar los avances alcanzados en muy corto tiempo.
La reciente reunión de mandatarios del ALBA, junto con observadores de países caribeños amigos, está indicando que sí era posible un esquema opuesto al Acuerdo de Libre Comercio diseñado a la medida de los intereses de Washington. El éxito de esta política impulsada por el presidente Chávez, respaldada por otros gobiernos de países hermanos y acompañada por el entusiasmo popular es lo que está provocando la resurrección de algunos viudos del neoliberalismo, tristes representantes de la derecha del siglo XXI que sigue anclada en el sueño de impedir el surgimiento de una Latinoamérica unida y de un esquema de desarrollo social, progresista y soberano.
José María Aznar, Vicente Fox y Alejandro Toledo, ex gobernantes de España, México y Perú están haciendo el papel de mandaderos de la administración Bush para reincidir en la guerra sucia contra la revolución bolivariana, y tal vez con cierto disimulo, contra los gobiernos de países hermanos que han decidido acompañar la idea de profundizar una nueva integración que tenga como meta principal favorecer a los sectores más empobrecidos de nuestras naciones.
Si estos tres personajes, desacreditados, empantanados por su apego a las políticas del nefasto gobierno de George W. Bush, son las figuras escogidas para emprender una nueva cruzada contra la revolución bolivariana y contra la posibilidad de impulsar la alternativa socialista no es fácil pronosticar que de nuevo van a fracasar. Nuestros pueblos ya conocen los antecedentes de Toledo y Fox.
El primero de ellos condujo al Perú a una de las peores crisis sociales de su historia, y el segundo ha sido el mandatario mexicano más irrespetado por Washington. Mientras su gobierno actuaba como pieza del Norte en la OEA y en todos los foros regionales, la administración Bush le pagó su lealtad con la construcción del muro de la vergüenza. Los calificativos utilizados por el presidente Chávez para responderles tal vez se queden cortos. Y en cuanto al heredero de Franco, sobre su conciencia pesa haber contribuido a la terrible campaña militar estadounidense en Irak y haber brindado apoyo descarado al golpismo en Venezuela. El diablo los cría y ellos se juntan. Detallitos
Noventa años. El 3 de mayo se cumple el noventa aniversario del nacimiento de nuestro padre, Cruz Villegas, a quien siempre recordamos como el luchador revolucionario que libró, junto a sus compañeros y junto a los trabajadores venezolanos, importantes luchas por un mundo mejor.
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