Sí, desde la IV República, en Venezuela campea una especie de feudalismo o tribalismo sindical. Y es que, las clases dominantes y sus respectivos partidos, encontraron en la promoción de multitud de sindicatos y luego federaciones por una misma rama laboral, una fórmula expedita para dividir a los trabajadores. Así, cada partido político tiene sus sindicatos y federaciones. En el sector educativo aún existe un número de èstas tan grande que uno se cansa de enumerarlas. Y llegamos más lejos, amparándose en leyes creadas, precisamente para dividir y debilitar a los trabajadores, cualquiera, apoyado por unos pocos compañeros de partido, crea su propio sindicato. En este caso, se trata de organizaciones casi personales y como propiedad de un individuo.
Como se dice habitualmente, quien hace la ley crea la trampa. Unos cuantos avistados se percataron que podía vivirse del sindicalismo sin necesidad de cumplir horarios ni tener odiosos supervisores. En educación, por ejemplo, caso que más conozco, los contratos obligan al patrón, en este caso el Estado, a asignar a cada Federación una larga lista de funcionarios, bajo el calificativo de licencia sindical; es decir, sindicalistas a tiempo completo financiados por el erario público. No obstante, debo reconocer que esta situación se ha venido corrigiendo.
Esos sindicatos derivaron en agrupaciones economicistas, pues sus luchas se han limitado a cuestiones pecuniarias y, no fueron capaces de percatarse de las injusticias del sistema con respecto a sus afiliados. Y se acomodaron muellemente.
Muchos sindicalistas, - por supuesto, como en todo, hay excepciones honrosas- usaron su representación sindical para hacer intercambios con la patronal.
En este momento, cuando la mayoría de la sociedad venezolana, con el Comandante Chávez al frente, agita las banderas del socialismo y la construcción del PSUV, se mantiene el tribalismo sindical. Esto nada de raro tuviese, si hablásemos del campo de la oposición, pero lo triste es que lo hacemos de organizaciones y, sobre todo, de individualidades que las representan, que se definen como chavistas, partidarios del “Socialismo del Siglo XXI” y hasta aspirantes a ingresar al partido revolucionario por fundarse.
Estos vicios, son peores que aquel que anida en quienes dudan en abandonar su partido, para integrarse al nuevo. Y en este caso, me refiero básicamente a quienes han mantenido sus dudas, si no en secreto, por lo menos conservando respeto por quienes le llaman a la nueva aventura
Hay que estar claros, no se trata de conservar parcelas ni trincheras para sacarles el mejor provecho, sino de hacer avanzar el generoso proyecto de cambio que camina en Venezuela. Aquí debemos poner fin al al toma y dame.
Por eso, Chávez, una vez más tiene razón, cuando con energía, llama a acabar con ese parcelamiento en el frente que comanda, que no se aviene con los nuevos tiempos, ni atiende a las rosas de los vientos.
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