Decía William Izarra el pasado lunes en el Foro “Constitución y Paz” en el Teatro Chacaito, que se necesitan líderes con una humildad y honestidad a toda prueba y que, lejos de ser elegidos a dedo, estos surjan de las bases populares. No pudo ser más acertado su comentario, cuando los eventos en la Asamblea Nacional nos recuerdan que muchos han saltado la talanquera ante la visión perversa de unos cuantos millones. Nos abofetea un Alejandro Armas o un Alvarenga, que han respondido a esas visiones para actuar en contra del pueblo que los eligió. Esto por no hacer una larga lista de oportunistas que llegaron de la mano del hoy pregonado “dictador” y obtener el beneficio de venderse ante el mejor postor. Politiqueros que están pala en mano, cavando su propia tumba y no volverán a ocupar un curul en la asamblea.
Es que este proceso no ha sido en vano. Muchas máscaras se han caído y la depuración ya no es una amenaza cierta ante algún devaneo o el lúgubre culipandeo de aquellos que se llenaban la boca con la palabra revolución. Esta muy cercana la extirpación de estos vagabundos que no solo participaron de la puja millonaria para vender sus conciencias, si no que quedaron en evidencia ante el pueblo que los eligió esperanzado. Apuran el paso desesperados y transan sus últimas negociaciones, por que ya no tienen esperanza ni futuro en una nueva elección parlamentaria. Ciertamente, han tratado y quizás tengan éxito, en aplazar la aprobación de más de 40 Leyes represadas por su actividad golpista dentro del parlamento. Pero, este proceso se crece y apuesta a una recta final que se encuentra en la próxima esquina. Chávez está allí, incólume, sin mácula, apoyado por la gran mayoría; mientras esta banda de esquiroles, testaferros de grupos poderosos, mueren en su propia miseria de vende patria. Si no que lo diga Puchi, personaje que recoge los trozos de un MAS (Movimiento al Socialismo) desprestigiado y convertido en un partido peón de la oligarquía. Su lápida, frente al hoyo que está presto a recibirlos, ya tiene fecha de defunción.
Sus recientes actuaciones “democráticas”, impulsando golpes fascistas a punta de billete y convenciendo a quienes ya están convencidos del negocio que hoy se cierne sobre la Asamblea Nacional, forman parte de otro ataque sin estrategia final y sin futuro. ¿Qué puede pasar? ¿Qué no aprueben estas leyes? Pero ¿A quién van a culpar? A partir de la histórica sesión en El Calvario, se pusieron al descubierto. No pueden legislar y robarle el futuro al pueblo, viéndole la cara a quienes le eligieron. La vergüenza, si es que la hay, se cubrió de cobardía. Aún hoy no entienden, que este pueblo los está esperando en la “bajaíta”, sin violencia física, pero con esa violenta determinación a erradicarlos de la memoria política. Así es como se va depurando el proceso. Vigilando, recordando, escogiendo a verdaderos revolucionarios y sustituyendo a los traidores. Para que esto se convierta en una ley de peso, el pueblo tiene que escoger a verdaderos revolucionarios, humildes y honestos; que puedan quitarse, solo con la moral, esos fantásticos cheques con sumas fabulosas que pudieran apartarlos de su verdadera función. Transformación y profundización del proceso bolivariano. Una cultura honesta y ajena a intereses bastardos. El comandante Chávez tiene que acudir a las bases, incluso por debajo de los intereses partidistas, en búsqueda de los mejores. Tiene que consultarle a las organizaciones populares; aquellas que hoy se organizan sin pedir un céntimo y que asumen la profundización de la revolución como un bien colectivo. Esta depuración es necesaria y si existe lealtad en un partido político afecto al gobierno, este debe asumir que es la única vía para voltear la tortilla y terminar de parir el nuevo estado.
Mientras, el pueblo tiene que estar vigilante, en la calle y reclamarles su traición, a los muertos que llevó a la Asamblea Nacional. Que sepan que la memoria esta viva, doliendo y con la arrechera en carne viva. Que no puedan ocultar nunca su vergüenza. Que solo sirvieron de aprendizaje y que son un error nada más.
Mañana, solo serán historia... Una pequeña porción de historia que sirvió de lección...
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