Parlamentarios de importación

Los críticos del gobierno lo acusan, por una parte, de provocar el
desabastecimiento de numerosos alimentos que escasean en los anaqueles de
los supermercados y, lo que es peor, en los expendios oficiales de la red
Mercal. La dirigencia de oposición señala, con cierta razón, que los
despachos gubernamentales han debido advertir que las cantidades inusitadas
de dinero en manos de los pobres crearían una fuerte demanda sobre alimentos
tales como la carne, que los consumidores de menos recursos no soñaban con
tener a su alcance.

A su vez, el sector oficial replica que la escasez de algunos
productos se debe a un acaparamiento cuya finalidad real es promover el
descontento y la desestabilización institucional. En otras palabras, es un
acto subversivo fríamente calculado.

El caso es que ahora los productores nacionales no se dan abasto
para surtir el mercado y el gobierno debe recurrir a importaciones masivas
de bienes que hubieran podido producirse en el país. La situación, por lo
demás, no es nueva. No se trata de la primera vez que existe
desabastecimiento, real o provocado; tampoco resulta novedoso importar
bienes de consumo en cantidades industriales. Eso pasa en los mejores
gobiernos, sean de la cuarta o de la quinta república. O sea, mientras haya
petróleo.

Lo que sí es realmente paradójico y en definitiva original es que la
oposición, tan quisquillosa ella con las compras de productos básicos en
otras naciones, se haya dedicado a importar nada menos que diputados de
oposición.

Julio Borges, a nombre de RCTV, el canal que le dio fama como juez
de mentirita, recorrió media Europa, comenzando por España, donde los
sifrinos criollos tienen vara alta con el Opus Dei. Lo mismo hicieron otros
antesalistas, montando guardia en el Europarlamento.

Tal vez ahora se den cuenta del error garrafal que cometieron
cuando, pretendiendo sabotear las elecciones parlamentarias, se retiraron en
cambote del proceso. Hoy en día, como no tienen diputados propios, deben
pedirlos prestados a sus patrocinantes extranjeros, los mismos que financian
fundaciones para democristianos y socialdemócratas que actúan como lacayos
del imperio.

augusther@cant.net


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Augusto Hernández


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