Como habrán podido inferir al ojear siquiera mis más simples comunicaciones anteriores, quizás no haya en todo el país alguien menos calificado para hacer un análisis técnico de lo ocurrido que yo. Profesional de la historia y la sociología, poco o nada puedo aportar desde el punto de vista técnico. No obstante, estoy persuadido de que no siempre son los colegas científicos quienes hacen los más acertados aportes al encuentro de las causas originarias, especialmente cuando de situaciones tan marcadas por las pasiones se trata, como es precisamente el caso que nos ocupa.
En primer lugar yo quisiera compartir con ustedes el estupor, la rabia, la furia y la cólera que me produjo el hecho de presenciar actos que me hicieron recordar el pasado 11 de abril de 2002, cuando presenciamos la utilización de todo el poder tecnológico de gente que posee el control sobre satélites de comunicaciones, como los Galaxy por parte de la Organización Cisneros, o las celdas de comunicaciones telefónicas, como: TELCEL BELLSOUTH o MOVILNET, de modo tal que, si la amnesia inducida no nos perturba gravemente la memoria, los vimos ejecutar los siguientes actos, vistos y reconocidos por todo el pueblo y por ellos mismos:
a) Dividir las pantallas de los televisores enviando una señal independiente distinta a la encadenada y sujeta al control de las llamadas repetidoras.
b) Reponer sus señales vía el Galaxy cuando el Presidente de la República ordenó “tumbarles” la señal.
c) Poner a disposición de los represores del golpismo, por ejemplo el general Poglioli, el lugar donde se encontraban los poseedores de celulares activando el sistema de ubicación por satélite. (VER ACTAS DE LAS INTERPELACIONES EN LA ASAMBLEA NACIONAL AL EXDIRECTOR DE LA DISIP, ojo, las conservo todas…manías de historiador, ¡que vamos a hacerle!)
d) Dejar sin señal a la inmensa mayoría de los celulares a objeto de iniciar la OPERACIÓN SILENCIO y romper las posibilidades de intercomunicación entre las ingenuas presas, mientras les ponían ojos y oídos espléndidos a los depredadores.
Bien, para no cansarles quiero compartir lo más objetivamente posible mis temores. ¡Que se es gobierno pero que el poder real está en otras manos, equivale al descubrimiento del agua tibia!, pero es que si lo de hoy va por donde mis instintos de viejo luchador social me señalan, esta gente, no sólo poseen el poder, sino que poseen la convicción absoluta de que no lo perderán hagan las estupideces que hagan. Y, la historia nos enseña que, cuando se es tan arrogante, soberbio, altanero y descarado, es porque se poseen ases bajo la manga.
Verán, hoy, con una rapidez digna de mejores fines, un Fiscal del Ministerio Público de la ciudad de Valencia, así como el Director o Encargado (no se) de la DISIP en esos mismos predios, en menos de un par de horas daban declaraciones conclusivas, concluyentes y contundentes, según las cuales: “NO EXISTÍA NINGUNA RAZÓN PARA PENSAR SIQUIERA EN SABOTAJE”. Poniendo de inmediato en libertad, -como debe ser- a los pobres operarios de la plantas televisoras privadas presentes en las repetidoras de COPEI y no se que otro nombre dieron. Pero es que, ¿quién dijo que el saboteo ocurrió en las repetidoras?, creo, sin saber casi nada, que eso pertenece a la época de las transmisiones del SHOW DE LAS 12 del Tio Saume. ¡No! El saboteo no ocurrió –si ocurrió- en las prehistóricas repetidoras, -son arrogantes, pero no gafos-, el saboteo se hizo con el satélite del que depende la señal del Estado y que, casualmente, copertenece a la Organización Cisneros. La misma que baja todos los segundos, minutos, horas, y días del año señales de los más variados canales de sus socios por DIRECTV, sin problemas de ninguna clase, o con eventuales problemas que resuelven en segundos. Y creo que, es hacía allí, no hacía otros puntos que deben dirigirse las investigaciones. Porque, esa es mi deducción. Total si me equivoco aquí está la red para publicar todos los derechos a réplicas que deseen, -cosa que jamás harán ellos-, eso sin contar con la delicadeza, sutileza y hasta exquisitez con la cual me estoy atreviendo a decir lo que pienso.
Menos delicado y sutil debo ser, -¿no les parece?- con los funcionarios del gobierno que en forma tan expedita y terminante declaran: que todo fue un accidente, -para que el venenoso señor Leopoldo López, se de el lujo de mostrarnos sus desportillados, oscuros y desvencijados dientes, como fondo de la risa (mueca) más soez, grosera y ordinaria que el mismo De Vinci hubiera podido imaginar cuando andaba buscando una para ponerle a Judas en el fresco de la Santa Cena.
Disculpen mis malas palabras y peores pensamientos de gente tan noble y decente, pero a veces se le sale a uno el malcriado.
Hasta la victoria siempre, patria y mucha vida,
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