El Día del Periodista: no hay nada que felicitar

Puedo comprender la actitud tanto del gobierno venezolano como de los líderes de la oposición de “felicitar hoy a los periodistas en su día”; total, ambos bandos necesitan imperiosamente de las bondades de estos profesionales mientras dure la guerra mediática que divide a nuestro país desde hace un par de años.

Lo que sí no voy a hacer es respaldar la actitud de felicitarlos. ¡Para nada! Exceptuando a algunas que otras individualidades, la gran mayoría de los periodistas están en estos momentos participando directamente en una guerra mediática que ha dividido a nuestra población. Muchos han llegado a los extremos de insultar a nuestro pueblo simplemente por apoyar una idea política. “Lumpen”, “horda”, “borrachitos”, “turbas” o cualquier otro tipo de adjetivo deshonroso se usa a diario contra los defensores del gobierno, quienes para colmo deben permanecer incólumes y soportar las críticas sin reaccionar ni defenderse contra estas.

Es que los venezolanos no pueden ni siquiera protestar el comportamiento periodístico porque mercenarios de la información como Pedro Guerrero, de RCTV, se encargarán, con la complicidad de su equipo técnico, de buscar al chavista con la peor apariencia, enfocarlo por 15 minutos y luego convertirlo en el estereotipo del bolivariano “feo, desaseado, borracho y mal educado” que apoya al Presidente.

Entonces el pueblo tiene que calarse su presencia. Tiene que permitir ser grabado por sus cámaras para que luego dichas imágenes reciban todo tipo de uso manipulador y no autorizado[1]. Los periodistas están tan encima de la ley que incluso, en algunos casos, utilizan técnicas tan bajas y ruines como provocar a los partidarios del gobierno o a los efectivos de seguridad gritándole groserías o golpeándolos con los micrófonos, para utilizar su respuesta comprensiblemente agresiva como argumento en su contra. Y digo esto con base, pues lo he visto con mis propios ojos.

Es entonces cuando vemos a periodistas muy éticos y respetables defender a sus colegas, como pasó hace algunos meses, cuando algunos periodistas provocaron e incluso golpearon con sus equipos a algunos funcionarios de la Guardia Nacional en La Carlota. Estos funcionarios se vieron forzados a responder con lacrimógenas ante la agresión de varios comunicadores sociales, pero al día siguiente tuvimos que soportar a un entrevistador de Venezolana de Televisión defendiéndolos a capa y espada.


No se pisan la manguera.

Y es que los periodistas, aún aquellos que calificamos de éticos, parecieran tender a protegerse entre sí. “Los bomberos no se pisan la manguera”, dice el refrán. Hoy hemos escuchado en Radio Nacional y en VTV a algunos periodistas que se han limitado a criticar al periodismo venezolano en general, pero se niegan a dar nombres o a acusar a algunos de sus colegas. Nadie se atreve a levantar el dedo y acusar a terro-periodistas como Gustavo Rodríguez (de El Universal, conocido como “el mata-pobres” por su terrible hábito de deshonrar la memoria de cualquier chavista fallecido inventando todo tipo de calumnias en su contra) o Marta Colomina (la protagonista del día gracias a un supuesto atentado protagonizado por los soldados libios y cubanos de los que ella habla a diario, quienes seguramente le lanzaron piedras inyectadas con las armas químicas que ella nos asegura que hay en el IVIC), auténticas vergüenzas para el periodismo moderno.

Peor aún, decenas de profesionales de otras carreras, como Gladys Rodríguez (de quien nunca olvidaremos cómo el 12 de abril instaba a los furibundos opositores a “reportar a su vecino chavista”), Maky Arenas, Roberto Giusti (quien usa su pluma para sentenciar a muerte a los luchadores sociales a manos del paramilitarismo), Leopoldo Castillo o José Ovidio Rodríguez, alias “Napoleón Bravo”, ejercen el periodismo de opinión mientras que el CNP cierra sus ojos y se tapa los oídos a pesar del enorme desempleo que afecta al área.


¿Cuál CNP? ¿Cuál Sindicato?

Y respecto al CNP… ¡aaaay, el CNP! Un Colegio Nacional de Periodistas que funciona para cualquier cosa menos para imponer la ética y la responsabilidad en su gremio. Una auténtica vergüenza de la que no vale la pena hablar mucho. A pesar de las innumerables faltas a la ética y al profesionalismo que cometen tantos periodistas a diario, con pruebas dejadas por doquier denotando su falta de seriedad (tanto en medios impresos como en la radio y televisión), aún no vemos el primer caso de sanción, ni siquiera leve, contra algún profesional del periodismo.

¿Se imagina usted que el Colegio de Médicos permita que un doctor aparezca todos los días en televisión operando a pacientes, los cuales fallecen en el quirófano tras decenas de errores cometidos por el médico, y sin embargo el Colegio de Médicos no tome acciones en su contra?

Eso es lo que está sucediendo en Venezuela en estos momentos. Para poner algunos ejemplos: un periodista de Venevisión que vio desde una posición privilegiada todo lo que sucedió el 11 de abril de 2001 insiste hoy, quince meses después, en que quienes dispararon desde Puente Llaguno lo hacían en contra de “marchistas indefensos” de la oposición, hecho desmentido ya por innumerables vídeos y testimonios. Su reportaje en vivo fue uno de los desencadenantes de la parte final del golpe de Estado del 11 de abril, mientras que su compañero de planta afirmaba vehementemente que los chavistas “lo tenían todo preparado” porque tenían un hospital de campaña en un patio del Palacio de Miraflores… todo eso mientras las imágenes mostraban a muchos bolivarianos arrastrar en medio de lágrimas a sus compatriotas muertos o heridos por el fuego de francotiradores y de Policías Metropolitanos.

¿Fueron sancionados o al menos amonestados estos periodistas? Todo lo contrario, se les dio el Premio “Rey de España”, lo cual los aupó a continuar su cadena de mentiras y tergiversaciones con el fin de acabar con este gobierno.

La consecuencia de esto es que los periodistas venezolanos son objeto de burla y de mofa a nivel internacional. En Europa, cuando un periodista quiere burlarse de otro, criticar su profesionalismo o simplemente hacerlo molestar, le dice cosas como “¡tú seguro estudiaste periodismo en Venezuela!”. ¿Qué tal?

El Sindicato de Trabajadores del Periodismo es una vergüenza aún peor. Conocidos por respaldar el golpe del 11 de abril, ayer veíamos a su presidente en un programa matutino afirmando que “pronto se acercará un cambio en el país, y cuando ocurra ese cambio es cuando el periodismo volverá a ser equilibrado”. El hecho de que este sindicato sea elegido por votación por los mismos periodistas muestra lo que la mayoría de ellos tiene en las neuronas: “si me cae mal un gobierno puedo violar todas las normas éticas que me enseñaron mis maestros”. Como premio, la mayoría de estos periodistas de segunda ya no consiguen trabajo en el exterior.

Y, sin embargo, este gremio sindical muestra su origen completamente empresarial. Cientos de periodistas han sido despedidos de los medios de comunicación después del paro golpista de diciembre y enero… muchos de ellos después de escribir miles de líneas de prosa en contra del gobierno. Da risa, pero esa fue la recompensa que recibieron. ¿Y qué ha hecho el sindicato periodístico al respecto? Absolutamente nada.


¡Los periodistas son violentos!

Para finalizar, no estoy de acuerdo en el uso de la violencia, pero sí comprendo perfectamente que hay circunstancias en las cuales se justifica su uso. Por ejemplo, si una persona con rasgos europeos se para frente a la entrada de cualquier barrio venezolano un viernes a las 10 de la noche y comienza a gritar frases ofensivas contra los habitantes de ese barrio o contra las personas de color oscuro, de verdad sería bastante hipócrita calificar a los habitantes de ese barrio de “violentos” si deciden caerle a palo o a piedras a dicha persona, ¿no? Lo mismo pasaría si una persona oscura se para con la misma actitud en la entrada de Santa Fe o La Alameda.


El caso de los periodistas es similar en todo sentido.

Por ello, le dejo la labor de “rechazar la violencia venga de donde venga” a los periodistas que se la quieren dar de serios y equilibrados. Ya los veremos defendiendo a la profesora Marta Colomina de las agresiones de estos malvados chavistas, a pesar de que muy pocos fablistanes se han atrevido a alzar el dedo contra esta mujer, una fábrica de mentiras ambulantes que ha acusado a los chavistas con todo tipo de desprecio posible. Y eso también es violencia.

En cuanto a mis amigos periodistas, con mucho cariño les haré llegar una piedra envuelta con un lacito. ¡No se las lanzaré, no se preocupen! Pero ese será mi gentil y simbólica manera de llamarlos a la reflexión.


Día del Periodista Alternativo y Comunitario

Sí espero que algún día surja el Día del Periodista Alternativo y Comunitario. Estas personas, trabajando muchas veces con un sueldo mísero (tal vez su mejor sueldo es el aprecio que reciben en sus comunidades), sin un sindicato que los apoye, sin el apoyo de RSF ni de la SIP, siendo agredidos con mucha frecuencia por grupos violentos que más de una vez les han destrozado sus equipos, y siendo acosados e insultados por periodistas colegiados, son los que han dado la cara verdaderamente por el periodismo en Venezuela.


Y duele mucho ver que estos periodistas, quienes dieron la cara por el gobierno y por el país durante el paro golpista de diciembre y enero, dedicándose durante los 62 días del paro a reportar lo que realmente pasaba en el país, no recibieron ni siquiera un premio simbólico este año, a diferencia del anterior donde al menos pudimos ver a Catia TVe y a Teletambores alzarse con menciones especiales del Premio Nacional de Periodismo, quienes lo recibieron en nombre de cientos de emisoras, televisoras y páginas web alternativas y comunitarias.

Este hecho, y la posible salida de Nora Uribe del gobierno –una persona que apoyó mucho a los medios alternativos y comunitarios en Venezuela- de verdad dejan mucho que desear del apoyo gubernamental hacia los mismos.


[1] En algunos países, cadenas de televisión como MTV diluyen o hacen irreconocible el rostro de personas que aparecen como espectadores en algunos de sus programas, para evitar ser demandados por personas que fueron grabadas por la televisora sin su consentimiento.


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Luigino Bracci

Estrecho colaborador y antiguo miembro del equipo editor de Aporrea. Bracci es un celoso defensor del Software Libre y de la libertad de expresión.

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