El 24 de junio es un día de gloria para Venezuela y para América Latina
toda, pues, este día, allá por el año 1821, se aseguró la independencia de
nuestra patria para siempre.
Sucedió un día antes de aquella fecha magna que los orientales comandados
por Bermúdez habían salido derrotados de Caracas y en el centro del país
los españoles amenazaban a los patriotas por la vía de San Carlos a
Valencia.
El Libertador había desplegado tres divisiones, para lo que sería la
segunda Batalla de Carabobo; una primera división, compuesta de los
Batallones Bravos de Apure y Británico, capitaneado éste último por
Farriar, y dirigida por José Antonio Páez, contaba con 1500 hombres.
Manuel Cedeño comandaba la segunda división, compuesta de una brigada de la
Guardia, los batallones Tiradores, Boyacá y Vargas, y un escuadrón de
jinetes, el Sagrado, era su líder el llanero Aramendi. La tercera división
recibía órdenes de Ambrosio Plaza, la componían otra brigada de la Guardia
y los batallones Rifles (mandados por el inglés Sandes), Granaderos,
Vencedor de Boyacá y Anzoátegui, con el regimiento de caballería de otro
llanero, Juan José Rondón.
Del lado de los realistas, Miguel de la Torre ocupaba como Comandante en
Jefe la llanura de Carabobo y las colinas circundantes. Tenía 5.700 hombres
repartidos en seis columnas de infantería y tres de caballería. El batallón
Apure abrió brecha y no pudiendo resistir sólo la carga, acudió en su
auxilio el batallón Británico, luego ambos fueron reforzados por dos
compañías de Tiradores para decidir la batalla que duró menos de una hora.
Allí en el Campo de Carabobo entregaron sus vidas Cedeño, Plaza, Farriar y
Pedro Camejo, entre otros.
Luego las batallas de Pichincha, el 27 de mayo de 1.822; Bomboná, el 7 de
abril; Junín, el 6 de agosto y Ayacucho, el 9 de diciembre, todas acaecidas
el año de1824, completarían la derrota del imperio español en nuestro
continente.
A 182 años de aquella gesta libertaria Venezuela vive ahora un momento
estelar en su vida republicana: nosotros los patriotas de esta época
luchamos por instaurar una quinta república, es decir, un nuevo modelo de
sociedad. Pero la instrumentación del proyecto de cambio no es una tarea
fácil, pues, reclama el concurso de los mejores hijos de la patria.
En ese camino tenemos como tarea urgente elevar el nivel de conciencia del
pueblo venezolano a un nivel de totalidad que nos permita construir una
voluntad colectiva nacional popular, la única garante de consolidar la
Revolución Bolivariana que está marcha como modelo alternativo al
neoliberalismo y al Dios mercado.
Nuestra lucha no debe ser solamente por una renovación política, económica
y social, sino también por una revolución cultural, por la creación y
desarrollo de una nueva cultura, de allí que el líder de este proceso el
Presidente Hugo Chávez haya lanzado el Plan Robinson para atacar el
analfabetismo, porque es el conocimiento lo que nos hará libres; y el
primer paso para adquirir un conocimiento acorde con los tiempos presentes
es saber leer y escribir.
Necesario es, entonces, enfrentar el espíritu pequeño burgués que se anida
en nosotros, me refiero al individualismo, a la envidia y al egoísmo; la
revolución se hace con revolucionarios y un revolucionario no puede ser
egoísta, porque esa conducta antirrevolucionaria, por lo demás, atomiza a
las masas, al pueblo. Aquello que Mao Tse Tung nos enseñó a todos con sus
lecciones escritas en pequeños libros: "considerar para nada los principios
de la vida colectiva, sino dejarse llevar por las inclinaciones personales,
esa es una conducta contraria a esta y a cualquier revolución. Ustedes no
ven como actúa la oposición: todos quieren ser candidatos, ese es el
espíritu pequeño burgués.
Estas reflexiones las hago en este día, tan especial, porque una de las
tácticas para consolidar la Revolución Bolivariana es la de la organización
de la producción agropecuaria en cooperativas; y de verdad que ha sido
bastante engorroso hacerlo, no por los trámites administrativos de registro
y por lo que eso pueda acarrear, sino porque los compatriotas no tienen
vocación cooperativista. Fíjense que la distribución de las tierras y la
producción agrícola, tal como está diseñada en el Decreto-Ley de Tierras,
es decir, teniendo como base los principios de mutua cooperación y
solidaridad, y privilegiando el sistema cooperativo, colectivo o
comunitario, aún no es comprendido por las masas, no porque no tengan
capacidad de entender lo que establece la norma agrícola, sino por el
espíritu pequeño burgués, es decir, el espíritu egoísta, envidioso e
individualista que le inculcaron en el pasado los falsos demócratas
enajenándole su esencia. La propiedad privada, queridos compatriotas, nos
ha vuelto tan estúpidos que solo consideramos que un objeto es nuestro
cuado lo tenemos.
Allí tenemos que incidir prontamente, en la conciencia de las masas, y es
nuestro deber hacerles comprender que se trata de una revolución integral
del hombre total, es decir, de recuperar la síntesis esencial que
constituye al hombre. Porque la posesión física, inmediata, como única
finalidad de la vida, no realiza, de hecho, el nuevo modelo de sociedad que
estamos construyendo. Lo económico tenemos que empezar a verlo como una
transformación integral y esencial del ser mismo del hombre como "la
negación de la negación", el fin de la enajenación, la recuperación de la
esencia humana.
En pocas palabras, la sociedad que vemos en el horizonte, es por tanto, la
cabal unidad del hombre con la naturaleza, la verdadera resurrección de la
naturaleza, el acabado naturalismo del hombre y el acabado humanismo de la
naturaleza. Se trata, sí, de un naturalismo humanista, de un literal
materialismo histórico: de la materia historizada, humanizada, y de la
historia materializada (ejercida desde la materia y sobre ella).
En 1814 tuvo lugar la primera batalla de Carabobo y en 1821 la segunda,
entonces ahora debemos prepararnos para librar una tercera batalla de
Carabobo, para acabar con la opresión de los Salas Römer y ser libres en
este Estado donde nos desgobiernan desde hace más de trece años. Esa
batalla ya se está fraguando en las barriadas, en las escuelas, en las
fábricas, en los rincones todos de Carabobo. Esta familia, que ya aparece
como una de las 32 familias más ricas de este país, ha administrado más de
800 millones de dólares, casualmente su capital asciende los 400 millones
de dólares. De dónde hicieron tanta fortuna, ellos han querido hacer ver
que son ricos de cuna, pero pregúntenle al historiador Juan Correa, quien
es familia de la esposa de Salas, y lo conoce muy bien, para ver que les
dice. Allí está la respuesta de porque los hospitales y las escuelas
administradas por la gobernación no cumplen con su obligación de darle
salud y educación al pueblo carabobeño.
Por eso es que la próxima batalla de Carabobo la vamos a dar para sacarlos
del capitolio y construir un nuevo poder popular en nuestro Estado, esa es
la lucha que nos espera; pero si somos individualistas y actuamos por
parcelas y grupos, vamos a fracasar en ese intento. Ya vieron como actuaron
las tres divisiones, bueno que peleó una sola, para derrotar al imperio
español en la Sabana de Carabobo en 1821, unidos, amalgamados y conectados
en energía espiritual; eso fueron, un solo hombre, una sola mujer.
El año 1.821 marca para nosotros un hecho trascendente, no solamente por la
victoria obtenida en Carabobo y sus consecuencias; sino, además, porque se
constituyó la Gran Colombia, el sueño de Miranda hecho realidad por Simón
Bolívar; sin embargo, compatriotas desde el mismo momento de haberse
instituido la Gran Colombia, en Venezuela se inició una campaña que llevaba
por dentro el germen de la disolución. Paecistas y santanderistas, echaron
a tierra la idea de una gran nación; la revolución de Valencia conocida
como "La cosiata", y la Convención de Ocaña, fueron las locomotoras de los
secesionistas que desde muy temprano conspiraban abiertamente contra el
General Bolívar.
A José Antonio Páez, lo rodeó la oligarquía, y lo aburguesaron metiéndole
damas de la "alta sociedad" y costosos vinos que lo deslumbraron para
desgracia de las masas populares, es decir, que el Catire capituló, sus
ideales los enajenó, ante la lisonja de la burguesía caraqueña y
valenciana. Francisco de Paula Santander, siempre le tuvo envidia al padre
de la patria, por eso lo traicionó, sabía que Simón Bolívar era superior a
él como ser humano, y eso, no se lo aceptaba al ilustre venezolano.
Esa es la historia de América Latina, la traición. Traicionaron a El
Libertador, al Mariscal Antonio José de Sucre, a Manuela Saénz, a Ezequiel
Zamora, a Emiliano Zapata, a Augusto César Sandino; a el Che Guevara, a
Hugo Chávez, lo traicionaron también, pero el pueblo lo reivindicó y allí
lo tenemos en una actitud de crítica y autocrítica permanente.
Ahora bien, cuál es la hora presente. Me atrevo adelantarles, diciéndoles
de entrada, que vivimos un momento de acechanzas. En primer lugar, quiero
destacar un elemento que a muchos o a casi todos pareciera no preocuparles,
me refiero al factor tiempo. Cuánto tiempo tenemos nosotros para consolidar
esta revolución, esa es una pregunta que no la debo responder solamente yo,
la dejo para que la contestemos todos y todas; de otro lado, creo que
vivimos una guerra de posiciones, lo digo en términos gramscianos; tenemos
muchos espacios ocupados, pero no los tenemos consolidados, el enemigo está
allí con nosotros. Eso tiene algunas ventajas, por que los tenemos
ubicados, pero los que aparentan ser revolucionarios y bajo cuerda trabajan
para el adversario, eso merece un tratamiento especial; la interrogante
también debe ser respondida, no solamente por mi, sino por todas y todos.
Pero, creo, además, que es importante y urgentísimo consolidar cada uno de
esos espacios con mucha creatividad y dando respuestas oportunas a las
demandas del pueblo.
Desde el exterior se fraguan conspiraciones que debemos tenerlas presente
las veinticuatro horas del día: -Venezuela es demasiado importante para
dejársela a los bolivarianos- dicen. Si esto es así, de hecho es así, hay
que acelerar la construcción del agente de la voluntad política
transformadora, o sea, el partido.
Celebro que la revolución esté trabajando en la construcción de su
instrumento político, sin un partido revolucionario no puede haber
revolución. En gran medida el 11de abril sucedió por la inexistencia del
partido. Pero, lamentablemente, en estos momentos hay mucha gente que se
desboca y anda en actitudes electoreras dividiendo a las masas, tratando de
suplantar lo que serán los organismos del partido por círculos privados; de
allí que sea necesario combatir dentro del seno del pueblo la
inconsecuencia, la falta de firmeza y de disciplina de muchos compatriotas;
pero, claro, eso sucede porque aún no termina de nacer el partido de la
revolución.
Considero que no está demás reafirmar que el momento presente es de
revolución: Hay un crecimiento material de la lucha de clases; las masas
adoptaron hace rato las expresiones políticas como un hecho cotidiano; hay
un dinamismo en la formación de una conciencia subjetiva por parte de las
masas; las críticas son constantes y aparece también la autocrítica como un
ejercicio revolucionario; y no hay temor en interrumpir el curso de la
revolución en cualquier instante, es decir, si hay que retroceder, se
retrocede; esto se explica porque no hay temor en comenzar de nuevo en algo
que se creía terminado, el mejor ejemplo de lo que digo, es el
relanzamiento de la Agenda Alternativa Bolivariana, que se había abandonado
en medio de los avatares.
Queridos compatriotas, estrechemos cada día más los vínculos de
responsabilidad con el pueblo, porque el porvenir, el futuro, se nos
presenta más importante que el presente.
Libremos una tercera batalla de Carabobo.
Saquemos a los Salas del Capitolio.
Preparémonos para la segunda independencia.
Trabajemos por la unidad de los revolucionarios.
Hasta la victoria, siempre.
Patria o muerte venceremos.
Muchas gracias
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