Marta Colomina y Enrique Mendoza están buscando nuevo trabajo. ¿No me creen? ¿No han visto las cualidades histriónicas de estos dos personajes? Mínimo, tienen asegurada un espacio melodramático en Televen y como protagonistas principales; incluso, podríamos asegurar que esta telenovela sería transmitida en cadena por los canales privados, en abierta competencia a las cadenas presidenciales.
Estos dos ilustres representantes del fascismo adeco – copeyano, recordemos que Marta fue amiga íntima de Blanca Ibáñez y tuvo su jujú con cierto peo en el canal 8 y Enrique es producto de Caldera y el Opus Dei. Tienen una suerte del carajo ó los “comandos” que llevaron a cabo los atentados se graduaron en una escuela terrorista de kindergarden. Que desperdicio gastar unos kilitos de C-4 cuando todo el mundo sabía que Enrique Mendoza estaba en el exterior y que desgaste físico para un miembro de estas “milicias” (como titula el diario Universal), tirar una bomba “molotov” del tamaño de un botellón de agua mineral en el carro de Marta Colomina. ¡Coño! Más ilustrativo no puedo ser.
En el primer de los casos, el libreto no pudo ser más conmovedor. Enrique que se va al exterior y ¡Bum!, una explosión caricaturesca y coincidencial con su partida, que le menea la tranquilidad a los vecinos del hombre de la gorra. Aquí los terroristas se cuidaron de no matar al perro “Nerón” de la vecina, ni al gato “Nefertiti” que merodea libre de sospechas políticas, en busca de los ratones bien alimentados del sector. No podía faltar, por supuesto, el despliegue de cámaras, microondas, reporteros con gomina y la confirmación expedita, sin investigación que valga, de los medios de comunicación privados. Después de esta tremenda cagada, más de un vecino del sector estará pensando en votar por algún “comunista” bolivariano. Este gobernador de nombre Enrique y de apellido Fascista, está llevando lejos sus juegos pirotécnicos y le han arrebatado impunemente a la comunidad su tranquilidad vecinal. Ser escuálido es una vaina, pero vulnerar la paz del sector con estos coñazos imprevistos y saber de antemano quien es el culpable, es el colmo del “stress” ¿Por qué no ponen esas vainas Petare arriba donde viven esos negros de mierda? Ya bastante han tenido que soportar ese bombardeo mediático que les obligó a comprar cercas eléctricas, pistolas, revólveres y barreras vigiladas - ¡Santo Dios! - por quien sabe que carajo perteneciente a Círculos del Terror, para tener que soportar experimentos publicitarios - ¡Que bolas! - con C-4.
Lo de Marta es proverbial. Esta caraja se graduó en una escuela de Fórmula Uno. Mira tú, venir por la autopista, que otro carro te embista y que logres estacionarte sin ningún tipo de problemas. Pero ahí no acaba la vaina. Se bajan del otro vehículo - ¿adivinen? - unos negros con armas largas y solo le ocasionan una mierdita en el parabrisas. Es que son bien pendejos estos terroristas o las balas están muy caras como para desperdiciarlas en semejante esperpento. Lo más arrecho y el colmo de la exageración, es la bomba molotov que utilizaron. Un botellón de agua mineral con veinte litros de gasolina ¡Que arrecho! ¿No había una vaina más liviana? Esto contradice el manual histórico de las bombas molotov. Imaginemos al negrito de marras cargando ese botellón y pretender lanzarlo desde unos diez metros y, más increíble aún, con la mecha encendida si es que había la intención sana de quemarle el culito a la Marta Colomina. Ese carajo no es terrorista. Ese carajo es estúpido. El botellón no lograría alcanzar ni cuatro metros y él que se terminaría quemando por idiota, sería este novato terrorista. ¡Coño, vale! ¿No era más fácil la tradicional botellita de Pepsi? ¡Ah! Pero esto no es todo. El botellón tenía mecha, pero nunca la encendieron. La quebraron en el piso y no tenían un puto fósforo con que prender aquel verguero de gasolina. No, no, no, estos carajos nunca estuvieron en un liceo meneando el carato de una manifestación.
Luego, libreto en mano, Marta se maquilla, se seca el sudor, se peina y descarga todo su veneno ante las cámaras poco tiempo después de este “atentado”. No la llevan a ninguna clínica a tomar algún calmante ¡NO! Eso no es propio de una periodista valiente y encabronada como ella, que enfrentó denodadamente a las hordas chavistas el 13 de Abril en Miraflores, cuando salió corriendo con un mono deportivo por la puerta trasera del palacio. Necesita este breve espacio matutino para recuperar el rating perdido y asume valerosamente su imagen de periodista cuatriboleada que “nunca dejará de luchar en contra de la tiranía”. Afortunadamente (¿?), no pudieron quemarle su culito. Conclusión: Enrique y Marta están listos para hacer una telenovela.
No quisiera terminar sin señalar algo que la mayoría de los venezolanos tiene muy claro. Estos dos personajes, corruptos de origen y de hecho, muestran descarnadamente la decadencia de los ataques fascistas. Enrique quiere ser candidato a juro y no calza las condiciones para serlo. Pero, esto no aleja su peligrosidad y su calificación de delincuente. Si una detonación publicitaria con C-4 y sin víctimas, no arrojaron los resultados esperados, tengan por cierto que la próxima vez van buscar los muertos que llenen los titulares de la prensa, radio y televisión. Su terca y criminal persistencia no es fácil de aplacar. Pero, a todo cochino gordo le llega su Diciembre y tanta estupidez no puede quedar impune. Algún error va a cometer y esa será su perdición.
Marta no es más que una cosita mediocre, punta de lanza de los que quieren reeditar los hechos del 11 de Abril. Está a un paso de ver cerrado su, también mediocre, programa de opinión por falta de sintonía. La presión de Camero para que resucite debe ser inmensa y solo sigue en Televen, por que Camero no tiene con quien remozar este espacio. Esta ilustre fascista tiene sus días contados como moderadora de opinión. Como todos los protagonistas del golpe continuado, están cerrando sus carreras por cansancio... Ya nadie les cree.
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