Se reserva el derecho de admisión y solicita gente de buena presencia

Repudiar a un individuo, a un grupo extranjero o étnico, que por más señas con uno conviven, no es mal que carcoma a la mayoría de los venezolanos. Pero si son prejuicios malsanos, que han estado allí, en la oscuridad y el estercolero, listos para saltar al menor descuido y es tan así que recientemente se explayaron. Y la xenofobia y racismo que en Venezuela subsisten, en las condiciones que hemos mencionado, tienen diferente signo. Pueden surgir de grupos nacionales y también el venezolano ser víctima de ellas. Son enfermedades como hereditarias y hasta podrían ser vainas de la genética.

La xenofobia tuvo en el Libertador, inspirador de este proceso revolucionario, su principal enemigo. Razón tuvo el escritor colombiano, Germàn Arciniegas, quien fue embajador de su país en Venezuela, cuando en medio de una disputa pública por cuestiones de indocumentados, señaló que Bolívar, fue el primero de éstos en el continente post colombino, pese que unos venezolanos se calentaron por que era Arciniegas un conocido antibolivariano. Pero razón tuvo porque Bolívar, en su osadía, desconoció los límites de las capitanías establecidas por España y se fue por allí a sembrar libertad. Y detrás de él, se marchó un ejército de blancos, mulatos, indios y negros, sin documento alguno, pero identificados en el amor por la especie humana y las ideas de “libertad, igualdad y fraternidad”, que a ellos llegaron desde Europa, también indocumentadas y sin sello de garantía.

Este es uno de los pocos pueblos del mundo que salió de sus fronteras no a avasallar sino a repartir libertad e impulsar a otros a reclamar sus derechos. Nadie caminó más sobre el planeta que Bolívar y sus compatriotas; lo hicieron por amor y deseos de justicia.

Somos el producto de un mestizaje intenso, que continúa y nos ha hecho amplios y generosos. Y el mismo Bolívar, nuestro gran capitán, tuvo sus raíces gruesas en España. Hijo de españoles de América y nunca, pese a la terrible consigna del año trece, “españoles y canarios contad con la muerte”, que fue una consigna para un momento trágico, dejó de ser un hombre universal como Robinson, su maestro, para quien el mundo fue su patria. Y siempre el venezolano ha sido generoso y estado con los brazos abiertos ante quienes le han apremiado a ensanchar los espacios y multiplicar los panes. ¿Quién puede dudar que los europeos aventados por las guerras y persecuciones racistas y xenófobas en todo ese continente, encontraron cobijo, hasta patria adoptiva y generosa en Venezuela? Esa bella actitud, hasta tierno y persistente deseo de servir, compartir, sin distinción de nacionalidad que caracteriza al venezolano y que se percibe fácilmente en las calles, escuela, relaciones entre niños, es lo que hay que resaltar. Y fue eso, lo que intensificó más recientemente el mestizaje étnico y cultural. Esto nos obliga a no caer en el juego asqueroso de los provocadores o pescadores de río revuelto.

Sí, hay aquí pequeños y repudiables sentimientos de xenofobia y también un inocultable racismo, hace poco lo hemos comprobado. Además en muchos sitios, todavía “se reserva el derecho de admisión”, “se solicita gente de buena presencia” y hasta se exige a “negros que se abstengan”. Afortunadamente, la política oficial, de esta marcha revolucionaria, está orientada a acabar con esas odiosas discriminaciones y no será difícil porque el pueblo mayoritariamente la respalda.


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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