“Bajo las reglas del juego de la globalización impuestas por las
“multilaterales”, de control unilateral,
a las economías débiles les es imposible el retener su ahorro interno.
Para intentarlo, siempre sin éxito, tienen que llevar el costo del dinero
a niveles paralizantes para la economía productiva
y, al mismo tiempo, estimulantes de la especulación.”
Rudy Dornbush (†)
Economista y Columnista de Business Week
Entre los muchos economistas con quienes cotidianamente departo, frecuentemente discuto y, a veces polemizo y hasta disputo, de toda la gama de escuelas del pensamiento económico que se estudian en las universidades del mundo y las nuestras, no conozco ni a uno que se oponga a las inversiones extranjeras cuando estas vienen a insertarse responsable y duraderamente en las muchas oportunidades de producción rentable que nuestros recursos, principalmente tecnológicos y de escaso ahorro interno, no nos permiten acometer, tal como las grandes obras de infraestructura, sensatamente más acometibles mediante el procedimiento de concesiones por consorcios internacionales y mixtos.
En el campo energético, petroquímico y minero, son pocos los paises que puedan ofrecerle a la iniciativa internacional oportunidades como el nuestro y, si bien PDVSA está registrando manifestaciones de interés sin precedentes en nuestra historia reciente, tal caso es la excepción debida al hecho de que la energía es una necesidad vital para la supervivencia del mundo más desarrollado y, de su explotación económica, tanto empresarios como financieros y estados extraen jugosos beneficios.
Descontada la excepción mencionada, la desafortunada regla que gobierna la realidad de las inversiones extrajeras que vienen a esquilmarnos, están determinadas por las golondrinas de verano, que remigran a sus paraísos fiscales al menor asomo de mal tiempo, y los especuladores de perfil financiero que vienen a sustituir al capital nacional en servicios ya establecidos y rentables sin otro aporte que despidos masivos, reducción del ritmo de inversión y expatriación de sus beneficios. Casos notorios: CANTV, Electricidad de Caracas, Banco Provincial y Banco Mercantil, ejemplos tipo que, además, se benefician de “Tratados de NO Doble Tributación”, por gracia Bolivariana de los cuales, nada aportan al fisco nacional de sus enormes beneficios, lo que les permite, de cuando en cuando, “tomar ganancias” y remesarlos a sus principales , en divisas..., lo que constituye un pernicioso drenaje de nuestro ahorro y de la crónica crisis de reservas internacionales de nuestro Banco Central, la que resulta generalmente agravada por el hecho de que instituciones financieras cuya única motivación es el máximo beneficio y no tienen ningún sentido de compromiso con los objetivos nacionales, suelen ser el vehículo de ataques especulativos contra nuestra moneda, lo que recientemente determinó la necesidad indeseada de imponer un control de cambios, cuya ingrata responsabilidad hace lo posible por administrar, insatisfactoriamente para toda clase de troyanos, la polémica CADIVI, donde honorables y probas profesionales como Adina Bastidas y Maigualida Angulo tienen que sufrir estoicamente las más ácidas incomprensiones.
No obstante, hoy y aquí, dadas nuestras realidades concretas, el control de cambio – aun bajo el eufemístico nombre de “Administración de Divisas”, es una necesidad insoslayable que tiene que ser complementado con otras medidas fiscales, económicas y monetarias mínimas, entre todas, la más importante y urgentemente necesaria es la regulación de los máximos y mínimos de las tasas de intereses activos y pasivos respectivamente. De ambas medidas, la más urgente, es la fijación de tasas máximas para las actividades productivas e hipotecarias. Los intereses actuales son prohibitivos para la producción, a la vez que son una panacea para la especulación (Ver Rudy Dornbush, en el epígrafe).
Con el control de cambios, como casi siempre, pagan justos por pecadores; en este caso los sacrificados son los empresarios honestos, a quienes es justo compensar con tasas de interés asequibles.
Un control de cambios tiene generalmente tres propósitos fundamentales: a) Defender las reservas del Banco Central, b) Defender el ahorro nacional y C) Ya soberanamente libres de presiones monetarias externas, fijar las tasas de intereses que mejor convengan a nuestra realidad.
Pero, una vez instituido el control de cambios, poco o nada sucedió con las tasas de interés, ¿por qué? Los “expertos” (preponderantemente “tarifados” –expresión del amigo Victor Poleo-) exponen como razón dos argumentos principales: a) A rendimientos inferiores, la “Banca” – entiéndase Mercantil y Venezuela dominantemente – no comprarían papel del estado, y b) Para que la nueva Seguridad Social sea financieramente viable, se necesita de altos rendimientos de los aportes de los beneficiarios.
Prima facie, lucen como argumentos razonables, en realidad no son más que subterfugios cómplices de una farsa de consecuencias trágicas que todos estamos pagando.
Nos luce que la verdadera razón está clara en la columna “Overnight” del semanario Quinto Día de esta semana (4 al 11 de Julio), la cual literalmente reza:
“TASA DE INTERÉS E INTERMEDIARIOS”
Ha SIDO INCÓMODO para algunos bancos, con la baja de las tasas de interés, la apetencia de algunos intermediarios o colocadores de los fondos de cuentas del Estado, quienes se niegan a ponerse en la misma línea e insisten en pretender de cinco a diez puntos adicionales. De seguir así, los resultados inversos se verán en corto tiempo. Si los institutos negocian directamente, quedarían eliminados; es mejor poco de algo que mucho de nada. Carros, pent house y apartamentos de playa pueden adquirirse progresivamente.... ¿o será que no tienen confianza en que esta revolución continuará? Esta semana facturaron en una sola operación 700 millones de bolívares por debajo. Esto no siempre se logra.”
¡Que desfachatez!
Y, ¿quiénes son los “intermediarios y colocadores” a que se refiere el comentario?
Pues, precisamente, los esforzados funcionarios revolucionarios responsables de la buena y sana administración de nuestro erario público..., los burócratas y los profesionales de la política, quienes no importa bajo que tipo de gobierno, siempre acaban secuestrándolo para sus groseros e insolidarios fines. (Por supuesto, también esta regla cuenta con sus honorables excepciones).
Como ya decía mi abuelo Bernardo (el de Valdehorras) allá a principios del siglo pasado: “No hay gobierno que valga; lo que vale es la Autogestión solidaria”. Tuvo su razón, y si viviera hoy, la tendría más que nunca.
Nuestro tema de hoy adquirirá interesantes giros informativos durante los próximos días a propósito de la diatriba FARACO-NÓBREGA, cuyo mar de fondo es el mismo, pero a escala épica... Su desarrollo y desenrrollo nos auspician novedades sobre la gran picaresca de las finanzas y novedosas lecciones para futuros ministros... del aprovechado púlpito político...
“Choverá e cho veremos...”, amigo Ginés...
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