La vida post-Copa América

Maracaibo, Venezuela

Finalizada la Copa América la mañana amanece igual que antes, todo lo que acontecía antes del tercer torneo de fútbol más importante del mundo vuelve a ser igual. Te levantas y no tienes como programa único e inevitable el fútbol. ¿Dónde verás los partidos y con quién? Averiguar como andas en la quiniela. Ojear la prensa para informarte de alineaciones, estrategias, pronósticos y análisis de los juegos del día, salir a buscar las entradas para asistir a los partidos del día.

Comenzado el día caemos en cuenta de que el mundo ya no es más un balón redondo, como dijo Galileo, cuando aún no se había creado la FIFA. El planeta dejó de ser una inmensa pelota que cabe dentro de un televisor, para que pueda ser vista por aproximadamente 1.200 millones de personas, nosotros, pequeñitos y anónimos entre ellos, sabiendo, por fin, lo que es vivir en la aldea global, tanto como nos lo explicaron y nunca alcanzábamos a entender.

En la tarde del mismo día advertimos también que hay otros temas de conversación y de preocupación, pero que sinceramente aburren, y nos damos cuenta que no todo gira alrededor del balompié. Percibimos por primera vez en un mes, que la realidad existe, aunque hayamos prescindido de ella. Que siempre estuvo allí. Que mientras gritábamos un gol u ofendíamos al árbitro, siempre estuvo ahí. Que tardaremos algunos días en informarnos en todo lo que pasó en el mundo, mientras vivíamos en nuestra burbuja futbolística. Que hay que recobrar la conciencia de la vida cotidiana así sea nocivo para nuestra salud.

Ya entradita la noche alguien estará contándonos la realidad para que la recordemos, para que no escapemos de ella, como lo hicimos durante los 30 días del mundial. Bush, Chávez, Juegos Panamericanos, Béisbol de Grandes Ligas, ufff, no más por favor, suéltennos esa fastidiosa información poco a poco, que la cabeza nos va a estallar, pásennosla de a poquito, una cucharadita informativa cada cuatro horas, mientras nos acostumbramos de nuevo.

Ya arropados y listos para dormir, sudaremos frío, pidiendo por favor que el sentido de la vida vuelva sin dolor, ¿cómo haremos para vivir sin fútbol? Sentimos la necesidad de ver un psiquiatra para que nos quite la depresión post-copa américa, rogamos que nos recete una pastilla para alejar la tristeza. Otros irán para acupunturistas, curanderos, chamanes, brujos, babalaos, sea quien sea, pero que nos de la fuerza para soportar cuatro largos años sin la magna cita, y esperar que todo vuelva a ser como esos mágicos 30 días.


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Gabriel “Gabo” Chávez


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