Mélida Mota tiene 64 años. Chavista convencida, creyó en las bondades de una cooperativa y con otros asociados fundó la Cooperativa de Transporte “El Sol de Guanipa”; Chávez entregó diez unidades y parecía que todo iría por buen camino. Pero, la ambición es una vaina seria y quienes dirigen esta cooperativa, se disfrazaron de argumentos legales y le robaron su unidad. Mélida, no solo perdió sus pagos y el cumplimiento fiel a los estatutos. Perdió también la oportunidad de vivir sus últimos días con dignidad.
Carmen Viloria es licenciada en Administración de Empresas. Está en la Plaza Bolívar convencida de su lucha por el proceso. Vende algunas cosas y torea los malos tiempos con una sonrisa. Su madre está enferma y no hay dinero para las medicinas. Llega muy tarde a casa con la esperanza en la espalda, soñando con una revolución que la está poniendo a prueba. Apenas si hay para comer y alguna hierba que proporcione alivio a la enfermedad de su madre. Pero, sigue allí, en la Plaza Bolívar; regresa todos los días a bregar por el proceso.
Larry González Zúñiga es Ingeniero Metalúrgico con experiencia en petroquímica. Habla inglés, italiano, hebreo y se defiende con el ruso y el finés. Hablar de su índice académico es repetir un largo discurso de cifras impresionantes. Podría haberse ido al exterior a buscar empleo y, de seguro, lo habría conseguido. Pero, Larry es jodedor con eso de la revolución y está empecinado en ayudar al proceso. Pequiven necesitaba un ingeniero y Larry logró la más alta calificación en su prueba de ingreso. Han pasado varias semanas y no hay respuesta a su petición de empleo. Ahora juegan a la candelita y le prometieron una entrevista en Guaraguao, pero ¡Que vaina!, el empleo nada que llega.
He mencionado tres casos de cien que uno recibe haciendo el papel de punto de referencia. El proceso tragando a sus hijos, por que hay vergüenza en anunciar sus carencias. Por que para algunos es un insulto, cuando uno de estos hijos exige un trabajo digno que les compense y es extraordinario cuando los ves, sin una queja; solo esperando a que los objetivos del colectivo se consoliden, mientras en casa las moscas son las que abundan y también la esperanza que se lleva a cuestas.
No tengo problema alguno con la moral revolucionaria. Tengo también mis carencias y me siento orgulloso de padecerlas. Pero, cuando veo a una burocracia devorándose la fe y apadrinando cabrones que no agilizan al estado para dar apoyo al empeño del Comandante, es cuando pienso en su soledad en el palacio y el hilo que le une a quienes creemos en este proceso. Debe ser muy jodido querer hacer mucho y que sus órdenes se diluyan en papeleos y ambiciones personales. Arribistas y aduladores que el Comandante ha venido calibrando y que otros defienden por compromiso amistoso. Un entorno que juega a familias, amistades y conveniencias partidistas. Un dirigente vecinal que mide con la vara adeca y copeyana de los afectos, para robarle un autobús a una mujer que vive aupando al proyecto. Un profesional subutilizado haciendo labor revolucionaria, mientras la madre se muere de mengua. Otro que no abandona su utópica rebeldía después de alcanzar los honores de una carrera; mientras deshojan la margarita en una PDVSA con problemas de infiltración.
Direccionalidad, concepto emitido por Diógenes Carrillo en un Foro en Chacaito. Cierto, muy cierto. Todos con nuestras diferencias en línea hacia el mismo objetivo. El Comandante Chávez lo repite una y otra vez: Unidad y concentración hacia el objetivo primordial. Pero, las aristas de esa orden, cortan filosas en la carne del conjunto. Pues dentro de ese conjunto, hay coleados que detienen el avance para ganar espacio, poder y repartir lo queda de sus beneficios. Individualidades que se han aprovechado de la bondad de Chávez para boicotear el proceso, mientras seguimos creyendo en una revolución liberadora que nos de un trabajo digno y ¡nunca! una limosna por nuestra esperanza. Pues si algo cargamos encima y se nos hace cada día más pesado, es las ganas de romper esquemas y más de un morro burócrata que se hace el pendejo.
Comandante, que no están jodiendo y hay que moverse. Hay que comprometer al comprometido y liberar la presión que se enquista en nuestros flancos. Estremecer nuestros cimientos para buscar soluciones y acabar con esa partida de sátrapas que le hacen daño al proceso. Revisar cada una de las actividades que se están realizando, extraer los egos que no hacen un coño por solucionar los entuertos y fijar el objetivo con las aristas más suaves, que no hieran a los que se comprometen con su palabra. Un slogan no solo ratifica un parte de lucha; también se acompaña de cananas y un fusil de ideas para concretarlas en resultados. Es así como obra la revolución. Quien no sirva, se va; aquel que luche, se queda. La dirigencia a favor de los desposeídos, solucionando, trabajando, moviendo frentes y ubicando errores para reunir a los dispersos. El compromiso revolucionario por encima de los protagonismos adversos.
Comandante, que entiendo su soledad y las de aquellos que creen en el futuro. La paciencia de este pueblo ha sido ejemplar, Comandante; entonces ¿Por qué no retribuirla con un salto hacia adelante, por encima de aquellos que nos dan la zancadilla?
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