Otra vez el Departamento de Estado

El tema de hoy es la nueva intromisión del Departamento de Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela.

De manera cíclica los funcionarios medios de ese país, casi al unísono con los voceros del oposicionismo venezolano suelen dar declaraciones sobre la política de Venezuela. Normalmente sus palabras se refieren al Ejecutivo Nacional a fin de crear cierto revuelo que es recogido y magnificado por los medios de comunicación privados.

Esa actitud del régimen norteño ha sido criticada por su propia prensa. Por ejemplo, luego del fallido golpe de estado de abril de 2002, el NET York Times y el Newsweek denunciaron que los funcionarios estadounidenses conocían de ese golpe y asesoraron a políticos venezolanos. Instituciones académicas y senadores demócratas confirmaron el hecho.

Sin embargo, la andanada de opiniones del oficialismo estadounidense no ha cesado. Ni siquiera el haber logrado ser incluido en el grupo de amigos, lo cual supone cierta discreción, ha evitado las destempladas exposiciones de esos funcionarios.

El más reciente desliz, el de un desconocido empleado del Departamento de Estado, está en sintonía con la reaparición pública del Embajador Shapiro, quien con la permisiva excusa de “no quiero meterme en política” dio todo tipo de recomendaciones sobre el referendo revocatorio y las fuerzas armadas de Venezuela.

El Ministro de Relaciones Exteriores Roy Chaderton, ha sido preciso al recordarle, tanto a Estados Unidos y, aunque parezca insólito, a la prensa privada nacional, que en Venezuela somos capaces de resolver, constitucionalmente, nuestras diferencias sin necesidad del tutelaje internacional.

Pero a pesar de ello, no hay dudas de que la conducta del gobierno de Estados Unidos será recurrente, al menos mientras permanezca Bush en el poder y se archive la doctrina de estrategia de seguridad nacional basada en la lucha contra un supuesto terrorismo, precisamente en países petroleros.

Mientras ello sucede, tenemos el deber de recordarle, las veces que lo amerite, y con la firmeza apropiada, los principios de la soberanía, la no intervención y la autodeterminación de los pueblos. Habrá que enviarle, cíclicamente, a cada burócrata norteamericano, como ya se hizo con Shapiro, un paquete con la Carta de Naciones Unidas, la de la OEA y la Constitución Bolivariana de Venezuela junto con un Plan Robinson de Derecho Internacional.

23 de julio de 2003

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Reinaldo Bolívar

Investigador, fundador del Centro de Saberes Africanos, vicecanciller para África

 reibol@gmail.com      @BolivarReinaldo

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