Una vez más debemos insistir con el tema de la intromisión del Gobierno de Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela.
En los últimos meses las declaraciones se han multiplicado. Una vez mostrando beneplácito con el golpe de Estado del 11 abril. Otra opinando alegremente sobre las relaciones fronterizas de Venezuela con Colombia. Otro día exigen que el gobierno aclare el sospechoso secuestro del Cura Calderón, pero no muestran pesar por los asesinatos de los dirigentes campesinos del Zulia, Yaracuy, Apure, Barinas y otros estados. Un día su embajador, ignorando las normas internacionales, permite un acto vulgar en la sede Diplomática, en la cual hasta da un beso a un imitador de una conocida periodista del oposicionismo venezolano. Que mal ejemplo para los diplomáticos que atropello a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas. Pero era de esperarse esa conducta pues Shapiro ha sido utilizado como un hombre de choque en los países a los cuales ha sido enviado.
Ahora, toda una batería de funcionarios de Washington opinan alegremente sobre las instituciones venezolanas: El poder electoral, el judicial, el legislativo y dan recomendaciones a los militares. Que decir de las reuniones previas al golpe de estado de abril que se realizaron bajo la mirada complaciente y la asesoría de Estados Unidos. También hubo denuncias de financiamiento a grupos de oposición como las ONG y CTV a través de fundaciones norteamericanas. Tanto el Canciller Chaderton, diputados del partido de gobierno y el Vicepresidente de la República han venido dando respuestas
La intromisión ha sido tal que el propio Jefe de Estado, rector principal de la política exterior del país, Hugo Chávez ha tenido que exigirr, en cadena nacional, al gobierno de Estados Unidos que respete la soberanía de Venezuela. El Presidente no ha hecho otra cosa que recordarle, por enésima vez, a ese país los principios fundamentales de las relaciones internacionales contenido en la Carta de Naciones Unidas y la OEA: Esos principios son el derecho de las naciones de elegir y quitar constitucionalmente sus propios gobernantes; de solucionar sus problemas internos y de tomar sus decisiones económicas, sociales, jurídicas y políticas.
El gobierno de Estados Unidos conoce bien esos principios. El problema es, que apoyado en su poderío militar piensa que pueden intervenir en cualquier país con cualquier excusa o mentira. Eso hizo en varios países de América Latina en los cuales han intervenido militarmente. Eso ha hecho en países de Europa, eso acaba de hacer en Irak. Por ello el Presidente, con la firmeza de un gobernante electo por su pueblo le ha recordado al gobierno de George Bush que se ocupe de sus asuntos. En Estados Unidos, hay suficiente descontento, violencia juvenil e infantil, desempleo y deuda externa e interna (la más alta del mundo) a las cuales sus gobernantes deben atender.
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