Colón: de pirata a almirante de la mar oceana

Colón extremeño, aragonés, catalán, portugués, judío, etc., parece que nació en Génova en 1451, entre el 25 y el 31 de octubre, según Richard Davez. En 1465 se enroló con el feroz pirata gascón Casenove, cuyo nombre de guerra era Coulom le Vieux, y estuvo en los sucesos navales de piratería del oeste de España. En agosto de 1476 atacó a varias naves mercantes genovesas, cerca del Cabo de San Vicente, donde fue derrotado y escapó a nado refugiándose en Portugal; donde emprende una nueva etapa de su agitada vida.

Cristóbal Colón de pirata a descubridor del Nuevo Mundo. En 1491 Colón llega a la Rábida y se entrevistó con Fray Juan Pérez, antiguo confesor de la reina Isabel, y de allí nació una carta de efecto mágico, pues la reina le contestó pronto y el antiguo confesor fue a Santa Fe y consiguió que se le entregasen 20.000 maravedíes a Colón para que se presentase en la Corte (Santa Fe). En 1492 Colón estaba en Granada, se celebra una junta en Santa Fe, y estipularon las capitulaciones (17-IV-92). Y el 12 de mayo partió Colón de Granada para Palos y llegaba el 23 convertido en Almirante. Cuando todo parecía vencido surgen nuevas dificultades. Colón no encontraba marineros que quisieran alistarse. Un hombre cambia el ambiente marinero y dio a Colón el crédito que le faltaba: Martín Alonso Pinzón. Miembro de una vieja estirpe de marineros de Palos, donde nació hacia 1440. Estaba en Roma y hubo que esperarlo. Se dice que estudió en la Biblioteca Vaticana y que vio el mapa de Benicasa en 1482 que contiene una innovación revolucionaria en la cartografía.

El 3 de agosto de 1492, parte del Puerto de Palos con tres carabelas tripuladas por 105 hombres. Colón iba en la Santa Maria, cuyo piloto era Juan de la Cosa quien era cartógrafo; la Pinta la mandaba Martín Alonso Pinzón, y la Niña por Vicente Yánez Panzón. El 12 de octubre a las cuatro y media de la mañana arriban a la isla de Guanahani, que bautizó San Salvador; Rodrigo de Triana grita: ¡Tierra, tierra, tierra! ¡Hemos llegado! Enhorabuena, Rodrigo de Triana, os habéis ganado los 10.000 maravedíes que la reina ofreció le comentan sus compañeros. Colón se acerca y le dice, sois un mentiroso incorregible... Mucho antes de que dieseis el grito ya observaba el fuego de la tierra que ante vosotros tienen vuestras mercedes. El premio de la reina es por consiguiente mió. Los 10.000 maravedíes son de mi propiedad y ay de aquel que me lo discuta. Al regresar a España el 15 de marzo de 1493, Rodrigo de Triana, perseguido por Colón, se vio obligado a refugiarse en Tánger y nunca más se supo de su suerte.

Como se trasluce de esta anécdota, el primer acto de abuso de poder y de birlar al fisco en América aconteció aquella madrugada del 12 de octubre de 1492. Es decir, en el mismísimo momento del descubrimiento.

En 1498 realizo su tercer viaje, descubrió la isla de Trinidad, las bocas del Orinoco y las costas de la Península de Paria, y de allí marchó a la Española actual Santo Domingo. La anarquía reinante, la corrupción y el mal trato a los nativos de la isla por el mal gobierno de su hermano Bartolomé, fue causa de que los reyes enviasen un juez pesquisador, el comendador Bobadilla, que mando prender al almirante y a su hermano y los envió a España cargados de cadenas. A los 58 años moría en Valladolid, de sus restos nunca se supo. (De que están en la Catedral de Santo Domingo es cuento chimbo, información del profesor Juan Reglá catedrático de la Universidad de Valencia España).

El historiador Salvador de Madariaga en su biografía del descubridor, como puede verse en este dialogo entre el navegante español, Alonso Sánchez de Huelva, y el mismísimo Colón. Os he mandado a llamar en este momento en que la vida me abandona para revelaros un secreto. He descubierto vastas tierras tal como sospechaba al Poniente de las islas de Cabo Verde. Partí de Huelva el 14 de mayo de 1481. Yo quería como otras veces navegar hasta la India; pero al intentar plegarme a la costa de Senegal, luego que salí de Cabo Verde, una furiosa tempestad, me alejó de la costa lanzándome hacia el poniente. Por dos días fui abatido por el vendaval. Cuando ya escaseaban los alimentos y el agua, se produjo el milagro. Me encontré de pronto, frente a una tierra maravillosa, con altas montañas, alimentos en abundancia y gente de lindas facciones, que me proveyeron de sustento y agua para el viaje de retorno.

La tierra con la que se topó Alonso Sánchez de Huelva se llamaba Quisquella o actual Santo Domingo. Alonso Sánchez de Huelva, murió en casa de Colón, en Porto Santo. Colón en ese mismo año de 1481, huyó de Portugal con su hijo Diego, temeroso de que el monarca portugués le quite el secreto y los mapas entregados por Alonso Sánchez.

Nos cuenta también el Inca Garcilaso de la Vega que recoge la leyenda. Los preciosos detalles los conoce por su padre, quien los oyó a los compañeros de Colon. Alonso Sánchez de Huelva, el verdadero descubridor de América, entrego planos y observaciones a Colon, lo que explica como desde el primer momento escoge la ruta exacta y se viene derechito al Nuevo Mundo.

La leyenda de la sabiduría de Colón se derrumba a poco de examinar sus famosas apostillas a sus obras. Apenas leía el latín y no lo escribía. López de Gomara dice que “no era docto, más era bien entendido”. Colón, aunque era, buen navegante, era un hombre de escasa instrucción y de una fantasía rayana en la charlatanería, donde entremezclaba la cosmografía científica de la época con los más descabellados mitos de la antigüedad. De ahí la poca atención que le prestaban los sabios que estaban perfectamente enterados de la esfericidad de la Tierra, -y aquí está el pecado de Colón al silenciar la revelación de Sánchez de Huelva-.

Mal parado sale Colón de las interpretaciones de sus acciones y carácter reflejados en los libros de Pereyra, Mariux Andre, Waserman y Madariaga. Le consideran egoísta, injusto, imprevisor, carente de ecuanimidad en la firmeza, razón de que sus justicias fueron por venganza, sus ordenes gritos de cólera, es mezquino, tramposo, farsante, manipulador, desgobernó y hecho la culpa a los demás, cobarde, ignorante y un alma turbia sólo movida por la pingüe ganancia. Por eso quizá la historia le juega la mala pasada de bautizar con el nombre de Américo Vespucio las tierras que no llevan su nombre.

La historia, sin embargo hay que rellenarla con mitos y falsedades. Pero ni América fue descubierta el 12 de octubre de 1492... Ni Cristóbal Colón fue el autor de esa epopeya.

manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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