El 14 de febrero de 1826, luego de tres años de ausencia, el Libertador entró a la ciudad de Bogotá. ¡Cuan distinta fue la recepción que le prodigaron a la que le dieron siete años atrás cuando entró luego de triunfar en Boyacá. Hay poca gente esperándolo a la entrada de la capital. Rostros sombríos lo miran. Una que otra voz grita: ¡Viva el Libertador, pero en general reina un hostil silencio. Sin poderse contener le dice malhumorado a su ayudante: Todo esto es obra de Santander. En una esquina del Centro le espera una Junta de Notables. El orador comienza: Colombia está de plácemes con vuestra presencia, a pesar de que aún sangran las heridas infligidas a la Constitución y las leyes de la República... Bolívar, sin poderse contener, interrumpe impetuoso al orador: Este es un día consagrado a la Gloria del Ejército. Hablad de ella y no de la Constitución...
Los años de 1821 a 1830, son sin duda alguna los más transcendentales en su vida, y los que más luz arrojan sobre su gloria y fracaso. Mencionamos también las razones de la historia oficial por silenciar, soslayar u omitir lo que sucedió en esos nueve años, cuando son claves para la compresión de ciertos fenómenos sociales y políticos que todavía hoy nos afectan. ¿Son los intereses creados, los que obstaculizan la divulgación de esta historia? Sin duda alguna; en primer lugar, se pone en evidencia que los sueños del Padre de la Patria a pesar de su grandeza, eran y continúan siendo irrealizables. La unión de Colombia y Venezuela había sido, fue y sigue siendo impracticable, eran dos entidades políticas y sociales que desde los primeros tiempos nacieron y crecieron antitéticas.
Páez y Soublette acusaron al Libertador de quererse coronar Rey y declararon la separación de Colombia. A iniciativa de ambos se lanzó un decreto prohibiéndole la entrar en Venezuela. Los neogranadinos se reunieron y declararon a su vez la separación de su país de Venezuela y eligieron por sucesores a personas afectas a Santander. Ecuador al poco tiempo declaró su autonomía. El 6 de mayo de 1830 salió
de Bogotá hacia su último destino. Pudo decir con propiedad. “He arado en el Mar”.
¿Qué jefe puede salir airoso en su avance si lugartenientes de la retaguardia conspiran contra él? Yo siempre he sido el hombre de las dificultades o, dicho de otra forma, como buen hispano, tengo un sentido trágico de la existencia. Y aunque sabía que con aquella estructura tarde o, temprano fracasaría en mi empresa, tomé el camino del sur.
La prosecución de una gran obra no debe ser detenida por formalidades y leguleyerías. No se en que momento me debilité. Pero si yo hubiese fusilado a Páez, Santander y a otros cuantos más, que no veían más allá de sus intereses personales, hoy seríamos, luego de los Estados Unidos, la primera potencia de América y no la serie de países inermes que somos. En estos países nuestros, sólo la presencia de hombres de gran prestigio personal es la única forma capaz de mantener el orden. Yo me canse de decirlo y no me hicieron caso.
Durante todo el siglo XIX y buena parte del XX las naciones Suramericanas han vivido en constante pugna. Además de las endémicas guerras civiles, las naciones llamadas hermanas han vivido permanentemente agrediéndose las unas a las otras. Ecuador ha sido victima de la rapacidad de peruanos y colombianos. Chile y Perú han vivido en constante enfrentamiento. Uruguay declaró su independencia de la República Argentina. Bolivia perdió su salida al mar y declaró la guerra al Paraguay. Brasil, Uruguay y Argentina agredieron a Paraguay y fueron tantos los hombres que murieron, que hubo que declarar legal la poligamia para repoblar ese pequeño país.
Los problemas no han cesado en nuestro tiempo. Siguen tan firmes como desde los primeros tiempos. Nosotros hemos perdido frente a Colombia inmensos territorios, (500.000 KM2.). Los Llanos de Casanare, Arauca, Meta, Vichada, Guainía y la Península de la Guajira, que hoy nos plantea serios conflictos de consecuencias inimaginables. ¿Es que acaso no pensaron en las terribles proyecciones que el hecho concitaría contra la Soberanía Nacional?
En verdad. ¿Creen ustedes que puede hablarse de la Gran Nación Suramericana?
manueltaibo@cantv.net