La oposición venezolana, terca y obstinada, subestima la fuerza demostrada el sábado 23 por lo tres años del gobierno. Exhibiendo una euforia desbocada, la oposición sigue su marcha hacia la consecución de su meta. Indetenible luce su ambición de acabar con Chávez y, por lo tanto, aniquilar todo lo que signifique Bolívar, revolución, chavismo y poder popular. Pero no se termina de convencer que el modelo político del proyecto bolivariano es irreversible. Con o sin revocatorio, el Proceso es indetenible. El pueblo, masa del colectivo que incluye a la misma oposición, no detiene la evolución de su conciencia. Sin embargo, hay que reiterar que la oposición no es homogénea. Hay que deslindar dos posturas dentro del conjunto de las fuerzas adversas al Proceso.
La primera, es el grueso de la masa oponente que manifiesta su inconformidad dentro del marco constitucional. Este grueso es mayoría. Sector amplio que desea demostrar su descontento de manera democrática. La concentración por el revocatorio del miércoles 20/08 induce a pensar que asume la lucha política en términos racionales. En este lado se anota una porción relevante de la clase media del Este de Caracas; un conjunto importante de trabajadores; fragmentos de algunos barrios populares; parcela de empresarios; parte de dirigentes políticos. Conjunto que, a pesar de la masificación de sus marchas, no suma el 10% de la población electoral. No obstante, se le reconoce su derecho a opinar y, destacamos ahora, lo significativo de no dejarse seducir por la fascinación de la aventura golpista.
El otro grupo de la oposición responde a la categorización de cúpula reaccionaria. Sin caer en excesos, su modo de acción se fundamenta, en el usufructo del poder. Son seres sin más proyecto que salir Chávez. Operan con base en el llamado a la violencia de manera directa y subliminal. Ofenden a la Fuerza Armada al instigarla a alzarse contra el Presidente Constitucional. Invocan la intervención extranjera a fin de liquidar al gobierno. Apelan a mecanismos antinacionales, expresados en instrumentos jurídicos continentales diseñados para otros objetivos, como por ejemplo la Carta Interamericana. Sugieren extender el Plan Colombia hacia Venezuela. Preparan a grupos "élites" de asalto, golpes de mano, sabotaje, atentados y terrorismo de todo tipo, para provocar desorden y desestabilización. Emplean los medios de comunicación para deformar la mentalidad del venezolano. Ridiculizan la figura del Presidente con la intención de lograr su desmoralización. Preparan planes para dar un golpe de Estado. Intentan manipular al sector grueso de la oposición para confrontarlo violentamente contra el chavismo. En este grupo se adhieren las cúpulas de Fedecámaras y de la CTV; los dueños de los grandes medios de comunicación y difusión social; el empresario venezolano más poderoso del país, que mantiene vínculos directos con el Departamento de Estado. Algunos gobernadores financistas de la derecha, aspirantes a emular la historia del 11-A. Se incluyen también en este grupo, a otros sectores cupulares de organizaciones falangistas, ultraconservadoras y retrógradas que buscan imponer un sistema de gobierno fascista. Valga decir, gobierno de los poderosos, con mando dictatorial, haciendo uso de la represión, negando la pluralidad de las ideas políticas, sometiendo al pueblo a un orden de sumisión que limite la visión del mundo a su exclusiva óptica. Sistema que imponga el reino de las cúpulas minoritarias empleando las riquezas públicas para su beneficio y el de su entorno privilegiado.
Así es la oposición. No quieren el bien común ni aspiran el fomento del amor al prójimo. Triste es saber que toda su energía y talento los concentran en la única meta que vislumbran: acabar con Chávez. Lástima por ellos, porque la fuerza del proceso revolucionario suma 23 veces la multitud del sábado 23. izarraw@cantv.net
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