La propuesta que hice recientemente para proteger, difundir y articular cooperativas que estén destinadas a combatir a los monopolios discográficos y a las rotativas que están en manos de los sectores golpistas, atentando contra el crecimiento de los medios alternativos impresos, debería ser estudiada con detenimiento.
Voy a referirme hoy al transporte encargado de llevar la prensa golpista. Trabajé muy de cerca este fenómeno que tiene a los editores fascistas muy preocupados y el sector transporte es uno de los factores que demuestra la baja en ventas sufrida por los medios impresos tradicionales.
Antes del año 98, todos los periódicos de circulación nacional tenían muy activos el departamento de transporte. La inversión en este sector (vehículos, repuestos, talleres, etc.) era cuantiosa y en continuo remozamiento. En una de estas empresas, se llegó a tener en depósito cantidades de vehículos sin estrenar, listos para sustituir unidades en mal estado o aquellas que fueran consideradas para operaciones menores que no requirieran de alta velocidad, cuestión exigida por las jefaturas para llevar a cada ciudad la prensa diaria. Los ingresos percibidos por los editores en materia de publicidad, quintuplicaba cualquier ingreso por la venta de los diarios. Es decir, en perfecto lenguaje coloquial, que el precio del diario realmente no daba mojón; lo que si era un negocio redondo era la venta de publicidad. El transporte y su efectividad en la entrega, contribuía a crear las bases para hacer una excelente campaña publicitaria. La guerra publicitaria, por otro lado originó otras formas de chantaje ¿O no recuerdan aquella famosa campaña en contra de la crema dental Crest, cuando publicaban todos los días un informe médico de los “Yunai esteit” que afirmaba de ingredientes cancerígenos en esta crema? Me estoy apartando del tema; pero siempre es bueno recordar ciertas fórmulas mediáticas infames utilizadas para obtener más capital…
¿Qué pasó después de la victoria de Hugo Chávez Frías?
Cuando los medios de comunicación percibieron que el zambo de Miraflores no se dejaba comprar, se inicia una de las más feroces campañas mediáticas que haya sufrido presidente alguno en este país. Sin embargo, esto se revertió en contra de la totalidad de los medios; pues el pueblo respondió con un acto que ellos jamás esperaban: Dejaron de ver televisión, dejaron de oír la radio y dejaron de comprar la prensa escrita. En este último caso, hubo una contracción enorme en los métodos de distribución. Los editores nunca han querido exponer públicamente las pérdidas que le ocasionó su acto golpista. De hecho, después del golpe petrolero, no han podido regresar a las altas facturaciones publicitarias que los mantenía vivos. Incluso, muchas de estas facturaciones se hacían por complicidad empresarial antes y durante el paro petrolero. Los anunciantes sabían que no estaban llegando al número de lectores que justificaban un gasto publicitario importante esperando a que Hugo Chávez cayera. Puedo asegurar, si se hiciera un estudio serio de la baja de ventas en la prensa escrita, que del 98 al 2003, la caída en ventas estaría cercana al 80% y en algunos casos, cercana al 90%. Estos resultados son gravísimos para el sostén de unos medios que están viviendo de lo que robaron durante años en propagandas del estado y en contubernios originados por la compra y venta de dólares preferenciales; pues eran ellos los primeros que sabían de las devaluaciones que se aproximaban. Hoy, apenas sobreviven de la compra de una clase media desfasada y de las reducciones de papel que los ha convertido en pasquines amarillistas comprometidos con el golpismo.
¿Qué pasó con sus medios de transporte?
Uno de los primeros que percibió la derrota mediática fue Andrés Mata, El Universal, cuando eliminó de un solo coñazo su departamento de transporte, estafando a muchos chóferes al entregarle camiones por prestaciones sociales. A su vez negociaría con una empresa el envío de sus diarios al interior. Este fue un síntoma claro de una baja en ventas que hoy está en su fase crítica. La evidencia de una prensa golpista decadente, está en la unión de varios diarios que utilizan el mismo medio de transporte para llegar a otras ciudades. Las cantidades editadas han sido reducidas de tal manera, que caben en un camión varios periódicos otrora rivales. Antes del 98 competían para ver quien llegaba primero a la calle; hoy llegan en el mismo camión. Curiosa forma de ver a las chismosas del río unidas en contra de la república.
Nuestras carencias y la manía de ser subversivos
Los medios alternativos en el país se han convertido en uno de los fenómenos más estudiados en el mundo. Venezuela se ha convertido en un portal de medios alternativos muy interesante. Tenemos una prensa combativa con perspectivas hermosas de crecimiento. Pero, tenemos tres problemas graves que no hemos podido derrotar. Primero, esta es mi humilde opinión, hacemos un periodismo intelectual para una clase intelectual y obviamos al ciudadano que quiere información ligera, concisa, clara y nunca enrevesada de la situación actual. He visto diarios que suponemos están dirigidos al obrero, que mantienen un lenguaje complicado que ese obrero no digiere y muchas veces rechaza. Este rechazo obedece al lenguaje técnico y nunca al objetivo de estas publicaciones que es hacer la revolución. No es lo mismo hablarle de “plusvalía” al pueblo, que decirle claro y rapao que es la ganancia obtenida por el cabrón que le roba por su trabajo.
El segundo problema estriba en la visión que tenemos de un medio alternativo y su proyección a expandirse. El estado no ha entendido la importancia del medio alternativo como arma de combate efectiva y no acomete los proyectos que nacen con las uñas, financiándolos y facilitándoles el camino de la expansión. A su vez, existe un prurito por parte de los fundadores de un medio alternativo a evitar este tipo de inversiones. A veces con razón, temen alinearse al estado y perder la independencia informativa por las inversiones que pudieran otorgarse desde el gobierno. Esto nos ha retrotraído a viejas fórmulas subversivas, cuando al contrario, el estado requiere de un órgano crítico que le anuncie los desvíos en que pudiera estar incurriendo.
El tercer problema lo he dejado para al final, por que es el que atenta contra la expansión de los medios alternativos impresos. Los medios de comunicación golpistas, las putas de los medios, tienen en su poder la red de distribución nacional y local. Esta vaina es un hecho real que debe ser combatido, por su carácter chantajista, nocivo y vital en contra de los medios impresos revolucionarios. Muchos han hablado de establecer kioscos bolivarianos en el país y esto es un error operacional pendejo. Los kioscos existen, están allí y tienen sus dueños. Lo que si no tienen los medios impresos alternativos, es el transporte para llevarlos al resto del país y los distribuidores para cada región. Por eso mi propuesta para que se formen cooperativas para el transporte de los diarios y para las distribuciones regionales. Claro que para crear estas cooperativas, se necesita fortalecer la prensa desde su rotativa, la cantidad a editarse y, sobre todo, el apoyo del estado a que esto se fortalezca.
¿Quieren acabar con los monopolios de la prensa golpista? …Arreen que pa’ mañana es tarde.