- Lo noto muy callado, Jefe. Disculpe que lo importune, pero usted no es así. Usted siempre tan alegre, tan diligente, siempre pendiente de los resultados, siempre tan… Jefe, tan señor, tan señorial…
- A ver, Rodríguez… También los empresarios somos humanos; también sufrimos cuando un hijo se nos enferma ó cuando termina el mes y no alcanzamos el ciento por ciento de las ganancias… Siéntate… Hoy amanecí con ganas de escucharte. Te la pasas todo el día adulándome y presiento que hay más coraje en tu personalidad… Puedes hablar con libertad… Siéntate…
- ¡Jefe, por favor!... Soy él que soy… no entiendo eso de la adulación… no me crea un falso, nada de eso… usted es como un maestro, como un padre, como…
- Deja la vaina, Rodríguez… Te permito cualquier indiscreción; no creo en eso de ser como un padre ¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí? ¿Diez, quince años? ¿Cuánto tiempo sin subirte el sueldo? Deja la vaina. Te regalo la oportunidad de hablar con sinceridad… No tengo ganas de escuchar pendejadas…
- ¡Cónchale, Jefe!... no entiendo… yo respeto muchísimo su…
- Vamos, Rodríguez. Tienes la oportunidad de ser sincero y vomitar lo que llevas por dentro. Aprovecha y habla. Deja que salga esa parte negra que me desprecia. Hoy soy un cura esperando tu confesión… Desahógate… No siempre he sido bondadoso… No creo recordar haber sido bondadoso con nadie…
- Usted ha sido un buen Jefe… ¡Bueno! Con sus altibajos… pero en líneas generales usted…
- ¡Te fijas, Rodríguez! Esos altibajos que mencionas ya son algo… Tiene usted muchas cosas reprimidas y le regalo este momento de catarsis para que hable sin restricción alguna… De vez en cuando hay que escuchar a la plebe…
- Es normal, Jefe… Usted es el dueño. Tiene que defender sus intereses. Jefes como usted no se consiguen a diario… ¡Claro! Para perfecto Dios… ¿De verdad quiere usted…? No vaya a ser que se arre…, perdón, se moleste… A veces a uno le provoca… no sé… contestarle por ciertas cuestiones… la educación, la vaina, el puesto, el sueldo… Usted sabe…
- Siga, Rodríguez, siga… Suena interesante… Por favor, siga…
- Recordaba ahora mismo esas horas que pasamos usted y yo hablando de sus problemas y que no se me pagan…
- Eso forma parte de mis indagaciones empresariales…
- Si, pero esas “indagaciones” duran hasta las ocho de la noche. A usted siempre le da por hablar después de la hora y uno con ganas de irse a la casa a ver a los hijos, a la mujer, a descansar. Pero, usted es el Jefe y uno no puede negarse a conversar… No todos los días está uno para conversar. Sobre todo esos días en que usted me regaña por cualquier pendejada ó cuando Josefa, su secretaria, lo mira a uno como si fuera mierda ¿No será que usted se está…?
- Vamos, Rodríguez. Hay cosas que uno no puede estar pregonando…
- Coño, pero ¿No me va a negar que esa carajita está que se chorrea por usted? Además, usted le permite muchas vainas ¿No le ha visto la cara de satisfacción cuando nos descuenta un día de la quincena? No es culpa de ella; al fin y al cabo, esa orden la da usted. Pero da arrechera lo diligente que es cuando le quiere joder el sueldo a los demás. Podrá tener el culo sabroso y un par de tetas enorme, pero provoca darle un coñazo en la jeta cuando…
- Rodríguez, no es para…
- Nada. Da arrechera, Jefe. Igual aquella oportunidad en que usted me gritó inepto delante de los obreros. Se salvó de una buena mentada de madre y no le barajé un vergajazo por que me acordé de mis hijos y el pago de la escuela… No crea que soy el único que le menta la madre calladito. Juanita, la de compras… esa que es toda modosita y que pareciera que no rompe un plato; más de una vez me ha dicho lo hijo de puta que es usted cuando la regaña. Lo que pasa es que no soy jala bola y me vengo aquí a echarle chismes de los empleados. Usted, en el fondo, sabe que es un cabrón con nosotros. Lo he visto reírse después de jodernos la vida y aquí más de uno le ha cosido el paltó pa’ enterrarlo… Jorgito, ese que es medio maricón y se la pasa en el baño con el Dagoberto haciendo no se que coño; ese maricón me dijo un día “!Ay, si! Mira al jefecito… Y que Francesco Molinari Scanciatto, hijo de italianos de la aristocracia siciliana… Yo lo conozco… Su mamá vendía manzanas en el mercado de Chacao y se hicieron millonarios con unos contratos en el primer gobierno de Carlos Andrés…” ¿Es verdad esa vaina, Jefe? Por que uno aquí como un guevón diciéndole “señor” y después de manzanero, terminó robando con la Cecilia Matos… ¡No me joda!
- Rodríguez, trate de calmarse…
- ¡Usted se calla, Carajo! Hablaba usted de los sueldos. Nos tiene con el mínimo y no crea que no me duele eso de la “plebe”. Plebe un coño. Con razón hace esas fiestas de fin de año tan rupieras. Esos regalitos de plástico pa’ los carajitos, cuatro bollos de chicharrón y diez botellas de whisky nacional. Esa vaina sabe a ron barato ¿Sabía eso? ¡Que cagada! Lo que provocaba era tirarle los bollos a la cara, ¡Nojoda!... El 24 y el 31 tuvimos que venir a trabajar y usted diciéndole a los amigotes que estaba en paro ¿Cuál paro, cabrón? Luego se hizo el pendejo y todavía no nos ha pagado los sueldos, por que usted es arrecho y juega con el hambre de nuestras familias… ¡Ah! Pero ni guevón que fuera. Le sigue vendiendo al gobierno. Le sigue vendiendo a gobernador golpista… ¿Cuántos ha botado por ser chavistas? ¿Es justo que nos boten pa’l coño por creer en Hugo Chávez?
- Rodríguez…
- Menos mal que Hugo Chávez ganó y les jodió lo del paro, cuerda de vagabundos, golpistas, fascistas de mierda…
- Rodríguez…
- Pero, la semana que viene, legalizamos el sindicato y vamos a ver quien coño manda…
- Rodríguez…
- ¡Nojod…! (¡Ay coño!)… dígame Jefe… Usted dijo que…
- Rodríguez… Se me va para la caja y le dice a la señora Carmen que le pague a usted, a Juanita, a Jorgito el maricón, a Dagoberto y si recuerda a alguien que haya firmado eso del sindicato, también me lo mete en la cola de los botados…
- ¿Quiere que le diga algo más, Jefecito? Pues va a tener que botar a todos los que trabajan en esta empresa. Nadie lo manda a meterse a cura y recibir confesiones… Aprieta ese culo, Francesco, por que esta empresa no es tuya… es de nosotros los pendejos…