La política tras la tragedia de la ONU


El bombardeo del recinto de Naciones Unidas en Irak ha provocado cólera,
pena, altisonantes bravuconadas del gobierno de Bush y promesas irreflexivas
de "continuar con la misión humanitaria" por parte del Secretario General
Kofi Annan. El debate y la discusión, en el grado en que han aparecido en
los medios de comunicación, se centra en quien fue el responsable de los
"fallos de seguridad", la ONU y sus partidarios señalan la incompetencia del
ejército de ocupación estadounidense, los oficiales estadounidenses culpan
de negligencia a los funcionarios de la ONU. Estas discusiones son
cuestiones secundarias, técnicas, y omiten ocuparse de los motivos políticos
más profundos que subyacen tras el ataque a la ONU.

Previsiblemente, los neoconservadores pro-israelíes de Washington atribuyen
el bombardeo de la ONU al terrorismo-árabe-islámico y amontonan juntos el
bombardeo de un autobús israelí y el de la ONU como justificación para una
mayor violencia por parte de EEUU y de Israel. El centro izquierda alaba las
virtudes diplomáticas y humanitarias del representante especial de la ONU en
Irak, Sergio Viera de Mello y con indisimulada incomprensión claman que el
bombardeo dañó la causa del pueblo iraquí y retrasó el proceso de
reconstrucción nacional.

Tanto la ONU como los oficiales de EEUU, neoconservadores e intelectuales de
centro izquierda omiten analizar el verdadero papel político de Naciones
Unidas en Irak y especialmente el partidista papel político de Sergio Viera
de Mello que pudieran haber provocado el ataque.

La ONU dirigida por Kofi Annan no ha jugado un papel imparcial en el
conflicto EEUU- Irak. Durante más de una década la ONU apoyó las sanciones
económicas contra Irak, causando más de 1 millón de muertos iraquíes, en su
mayor parte niños, y la dimisión de dos altos funcionarios de la ONU en
protesta. Los inspectores de la ONU supervisaron el desarme de las defensas
iraquíes e ignoraron o aprobaron los bombardeos estadounidense-británicos de
Irak durante 12 años. Hasta la hora final de la invasión estadounidense de
Irak, toda la atención de la ONU se dirigió a presionar al Gobierno Iraquí
para que aceptara las exigencias de EEUU, no condenando los preparativos de
guerra estadounidenses, aún cuando el Consejo de Seguridad finalmente rehusó
aprobar la invasión unilateral de EEUU. El registro histórico de la década
que precede a la invasión pone claramente a la ONU del lado de EEUU, hasta
el punto que fueron identificados varios inspectores de la ONU que estaban
trabajando con la CIA y realizando búsquedas y proporcionando información
estratégica a la inteligencia militar estadounidense.

A esto puede oponerse algún escritor y argumentar que la colaboración de la
ONU- EEUU fue una cosa del pasado, después de la conquista militar
estadounidense la ONU no ha apoyado la ocupación colonial y promovió una
transición hacia un autogobierno democrático. Documentos publicados,
entrevistas oficiales y resoluciones de la ONU presentan un cuadro muy
diferente. Uno en el que la ONU aceptó y trabajó con el gobernante colonial
estadounidense, Paul Bremer, en un intento de consolidar el control
estadounidense del país ocupado.

Después del desastroso mes del gobierno del primer gobernador colonial
estadounidense Garner, y de su reemplazo por Paul Bremer, quedó claro
incluso para el más tenaz y sanguinario militarista del Pentágono que ese
gobierno imperial trajo como resultado un poderoso movimiento de resistencia
de todos los sectores de la sociedad Iraquí y el aislamiento total del
régimen colonial estadounidense respecto a todos los gobiernos árabes,
musulmanes o europeos (menos Inglaterra y por supuesto Israel). El gobierno
de Bush fue inexorable en su reclamación del poder total en Irak, pero
estaba dispuesto a permitir que la ONU operara bajo el gobierno
estadounidense. Annan despachó a Viera de Mello a trabajar con el gobernador
colonial estadounidense Bremer y fue un brillante éxito político en términos
que resultaban ventajosos para el poder colonial estadounidense.

La misión de Naciones Unidas de Viera de Mello era colaborar con Bremer y
estaba encaminada a crear una junta consultora (Consejo Interino Nacional
Iraquí) que proporcionara una hoja de parra al control colonial
estadounidense. Actuando bajo la Resolución 1483 aprobada por el Consejo de
seguridad el 22 de mayo de 2003, se le asignaron a De Mello ocho áreas de
actividad, que tenían que ver todas ellas con la "reconstrucción" del país
especialmente en la esfera política. De Mello se mostró muy activo para
engatusar a los líderes tribales, clérigos conservadores así como a los
prodigios del exilio del Pentágono, para formar la junta con la cláusula de
que el gobernador colonial estadounidense tendría que aprobar a todos sus
miembros, y que todos aprobaban la invasión estadounidense y la ocupación.
En efecto, de Mello organizó una impotente colección de las autoproclamadas
élites que no tenía credibilidad en Irak ni legitimidad entre el pueblo
Iraquí, para que sirviera de escaparate al gobierno colonial estadounidense.

Una vez que la junta aprobada por EEUU ocupó su puesto, de Mello viajó por
todo el Oriente Medio tratando de convencer a los países vecinos de que la
"creación" estadounidense, a la que se oponía la mayoría de los iraquíes,
era un "régimen de transición" legítimo y representativo. El argumento
principal de De Mello era que la junta designada por EEUU era un cuerpo
"gubernamental" y no meramente "consultivo", argumento que no convenció a
nadie, y menos a los oficiales estadounidenses que estaban repartiendo
contratos a Halliburton Corporation y organizando la privatización del
petróleo iraquí, e indudablemente tampoco al ejército estadounidense que
estaba aterrorizando y disparando a inocentes civiles iraquíes.

Tanto la resolución 1483 de la ONU en pos de la "reconstrucción" bajo
gobierno colonial estadounidense, como el activo papel de De Mello
promoviendo y defendiendo el régimen provisional títere de EEUU, no eran
actividades humanitarias desinteresadas. Eran posiciones políticas -
compromisos que implicaron la aceptación del gobierno colonial
estadounidense, y una decisión clara y deliberada de utilizar a las Naciones
Unidas como vehículo para la legitimación del gobierno imperial por medio de
una junta impotente y corrupta rechazada por el pueblo iraquí. De Mello era
plenamente consciente de la concentración de poder en manos de Bremer, era
plenamente consciente de que el pueblo Iraquí - al que no se dio en ningún
momento voz ni voto en su selección, rechazó la junta; tomó parte activa
para excluir del consejo a los críticos anticoloniales. Su estrecha relación
de trabajo con Paul Bremer, el gobernante estadounidense de Irak, sin duda
socavó cualquier pretensión de que la ONU fuera una fuerza independiente en
Irak. A los ojos de los iraquíes y de dos anteriores altos funcionarios de
la ONU (Boutros Ghali y Denis Halliday) la ONU y en particular Kofi Annan y
De Mello era apéndices del poder colonial estadounidense.

Denis Halliday, el anterior adjunto al Secretario General de la ONU y
Coordinador Humanitario de la ONU en Irak declaró recientemente que el
bombardeo de la ONU en Irak fue en revancha por la colusión con EEUU. El 24
de agosto de 2003 en una entrevista con The Sunday Herald (Escocia) observó
que la "colaboración adicional" entre la ONU y EEUU e Inglaterra "sería un
desastre para Naciones Unidas porque se vería inducida a secundar la
ocupación ilegal de IrakŠ La ONU ha sido incitada a ser un brazo de EEUU -
una división del Departamento de Estado. Kofi Annan fue designado y apoyado
por EEUU y eso corrompió la independencia de la ONU".

En una entrevista con la BBC, Boutros Boutros Ghali, anterior Secretario
General de la ONU, hablando de las repercusiones del bombardeo, declaró "la
percepción en gran parte del Tercer Mundo es que Naciones Unidas, a causa de
la influencia Americana (sic)Š es un sistema que discriminó (en contra de)
muchos países del Tercer Mundo." George Monbiot del periódico inglés The
Guardian (el 25 de agosto de 2003) indica "El gobierno de EEUU ha dejado
perfectamente claro que la ONU puede operar en Irak sólo como
subcontratista. Las tropas extranjeras recibirán sus órdenes de Washington."
Ninguna de estas observaciones apareció en modo alguno en ninguno de los
medios de comunicación estadounidenses.

La ONU se ha alejado mucho de sus principios fundacionales originales. En
tiempos la ONU defendía la paz, la justicia y la autodeterminación social y
se oponía a las guerras coloniales, al pillaje de la riqueza nacional y al
gobierno colonial. Dado el activo papel partidista de la ONU en Irak, para
crear un armazón político compatible con un prolongado gobierno colonial
estadounidense, no es ningún misterio por qué la resistencia Iraquí apuntó
contra el edificio de la ONU del mismo modo que apunta contra el ejército
imperial y los oleoductos que están en venta a corporaciones multinacionales
estadounidenses y europeas.

Habiendo tomado partido por EEUU, es el colmo de la hipocresía que altos
funcionarios de la ONU digan que son víctimas inocentes. Igualmente es
engañoso que EEUU y funcionarios de la ONU declaren que la resistencia
anticolonial está compuesta por "extranjeros", "restos" de Saddam Hussein,
terroristas de Al Qaeda, extremistas Sunníes o Chiítas Iraníes. La
resistencia no está confinada a las áreas donde era popular Saddam Hussein,
ni está limitada a áreas de creyentes Sunníes; está al norte y al sur, al
este y al oeste, cubriendo todas regiones y los enclaves étnicos y
religiosos. La resistencia es nacional, indígena y basada en oposición a la
ocupación colonial estadounidense, la destrucción de la infraestructura y la
degradación física y psicológica de 23 millones de Iraquíes. Mientras los
iraquíes sufren un desempleo del 80% y están sin agua limpia, alimentos ni
electricidad, altos funcionarios de Naciones Unidas cobran unos salarios de
entre $80,000 a $150,000 anuales, se mueven en coches de lujo y SUV,
trabajan en oficinas con aire acondicionado y cenan alimentos frescos
importados en confortables apartamentos o chalés - gozando de lo mejor de la
vida colonial. Uno no necesita introducir la hipótesis de Al Qaeda para
entender que el resentimiento político y personal contra estos engreídos
colaboradores imperiales podría bullir en un ataque violento.

Está claro para muchos en Oriente Medio que la ONU se ha convertido en un
cuerpo falso de agencias vasallas dirigidas por funcionarios escogidos a
dedo como de Mello, cuyo encanto e inteligencia no compensan por su
colaboración en la construcción del imperio estadounidense. Para un número
creciente de profesionales, periodistas y especialmente para la gente
corriente está claro que la ONU ha perdido su independencia y utilidad como
fuerza para la paz. Cada vez más movimientos sociales y naciones del Tercer
Mundo están buscando organizaciones y foros internacionales nuevos para
proseguir con los principios que la ONU ha traicionado. El nuevo cuerpo
tendrá que renunciar al carácter elitista de la actual ONU con su sistema de
dos filas de votar y poder; tendrá que rechazar como miembros a países que
adopten guerras "preventivas" de conquista y gobierno colonial y pillaje de
recursos nacionales. En una palabra la nueva organización internacional y su
Secretario General no deben ser un apéndice de Washington - si desea evitar
la tragedia de la ONU - un cuerpo que comenzó con grandes ideales y acabó
como un manipulador cínico de los ideales a servicio del poder imperial.
24 de agosto de 2003
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James Petras/Rebelión/Revista Koeyu Latinoamericano


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