Desde luego me refiero a dos personajillos locales cuyos nombres de pila probablemente reflejan, en un caso, la admiración familiar por quien fuera el Presidente más reaccionario e impopular de Estados Unidos hasta que apareció George W. Bush a despojarlo de ambos récords. El otro, el señor Stalin, quizás fue bautizado así por algún hincha recalcitrante del supremo dictador soviético, ya muerto y desprestigiado para la fecha de su nacimiento, lo que tal vez indique devoción paternal hacia el antiguo régimen que predominó en la Urss antes de la perestroika y el glasnot.
Pero así son las antinomias en el ámbito neoliberal, de manera concreta entre los sectores de la oposición criolla, donde el arroz con mango es el plato del día en una coalición de organizaciones que van desde la aristocrática María Corina Machado hasta Bandera Roja, pasando por un sujeto que mientan Cabeza de Motor.
Por cierto, me comentaba un amigo, opositor radical del gobierno bolivariano y revolucionario, que tras oír hablar al mencionado vocero del Comando de la Resistencia, en caso de tener que escoger, se calaría con agrado cualquier discurso de Chávez.
A estas alturas y para no seguir andando por las ramas, abordaré el meollo del asunto.
En fecha reciente le fue otorgado un título de la ULA al prófugo refugiado en la Nunciatura Apostólica de Caracas, un sedicente dirigente universitario de nombre Nixon Moreno. El título de politólogo fue entregado por el rector, acompañado por sendos autobuses repletos de porristas y en presencia del Nuncio, el obispo de Mérida y otros tan prelados como ellos.
La manera poco convencional de obtener el grado universitario hace pensar que tal vez debió titularse de "golillólogo", vista la ausencia de exámenes y otras formalidades de rigor en tales eventos.
El caso es que Nixon, Stalin, el rector, el obispo y el resto del coro aprovecharon el acto para hacer fervorosos llamados a la reconciliación.
Según creo, el proceso para reconciliarse supone renunciar a proyectos sediciosos, dentro o fuera del país. Lo de ellos, en vez de reconciliación, luce como el mismo y trajinado conciliábulo golpista.
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