Mientras confeccionamos hallacas y cantamos aguinaldos, algo pasa. Mientras compramos el regalo y le damos los últimos toques al nacimiento, hay reuniones secretas. Mientras enviamos tarjetas navideñas a familiares y amigos, se pautan cuñas de odio. Mientras creemos que es tiempo de sosiego y reflexión, se montan nuevas ollas mediáticas. Mientras solicitamos el pernil y el pavo para el rito pascual, se confabulan huestes sacrílegas en recintos de Dios. Mientras le ponemos el regalo del niño Jesús a los carajitos, los señorzuelos feudales y quintacolumnas entaparados ya están sacando cuentas para las elecciones que se avecinan. Mientras nos preparamos para el feliz año, otros se preparan para seguir “golpeando”.
¿Quién ha ido a la trinchera de un batallón después del 2D? ¿Quién se ha sentado una noche a conversar con los soldados taciturnos de los barrios? ¿Quién le ha pasado la mano por la espalda al cerro? ¿Quién ha secado las lágrimas silentes de la Patria?
No te quedes paralizado. Es tiempo de acelerar la revolución. Los acontecimientos solo indican que haciendo las cosas como hasta ahora no avanzaremos.
Compatriota Presidente, cierto es que deben dejar quieto al que esta quieto, pero sabes bien que no nos van a dejar ser, no van a permitir la humanización de la República. Sus campañas de terror y caos han sido tan intensas, es tanto el dinero para comprar conciencias, que han calado hasta en tus más cercanos colaboradores. Quienes azuzan la jauría fascista contra la revolución, al mismo tiempo claman por paz, por tregua. Esa es la fachada publicitaria tras la cual esconden su proyecto.
Enfrentarlos es inevitable y lo sabes. Mientras hacemos más de lo mismo, ellos recrudecen sus intentos desestabilizadores, perfeccionan sus tretas golpistas, afinan su puntería mediática, decantan sus venenos conciliatorios. Los guarimberos depuran sus estrategias. Los medios montan en nuevos escenarios episodios revulsivos contra la estabilidad mental de la población. Los trashumantes prelados drenan la obligada clandestinidad de sus bajos instintos, bendiciendo irrecuperables. Es urgente detenerlos antes que el poder popular se evidencie como estallido social, pues la agresión constante de los medios golpistas ya está hinchando los cerros, las costas, las sabanas y hasta las cuevas.
Habrá respuesta a la indiferencia, a la prevaricación, al aburguesamiento y al burocratismo de infames a quienes levantaste la mano y te montaste en el lomo para ser elegidos gobernadores, alcaldes, diputados o darles cargos. Ellos no te vieron como líder, sino como un salvavidas para su ahogo político, vieron el erario público como lupanar de su lascivia pecuniaria. Sabes tanto como el pueblo, que ellos han pervertido el mandato que les dimos. Allí también hay mierda. Gente que te acompañó un tiempo y terminaron siendo intermediarios de otros poderes, de la oligarquía proxeneta, interlocutores de otras latitudes y traficantes de iniquidades. Si para algo ha servido lo ocurrido en el referéndum es para verles asomados.
Solo el pueblo salva al pueblo. Hoy como siempre, esto es verdad. Canalicemos el avance a través del PSUV antes de que ocurra un desborde del caos provocado por la ineficiencia en la administración de justicia, por las misas de madrugada que no son de aguinaldo, por el desabastecimiento artificial para hambrear a quienes te apoyan sin condiciones, por la disociación transmitida en el espectro radioeléctrico que es de todos, por quienes están armando a grupos de choque e infiltrando paramilitares. Porque se trata de nuevo de un golpe. Un golpe muy elaborado, muy complejo, que aun se está desarrollando. Es como un golpe subliminal. Hay muchos en estado de sopor. Solo el pueblo está despierto, alerta.