Después de tantos años al servicio de la Iglesia; después de tantos años de haber aceptado que, a pesar de mis dudas, en ella, por don divino estaba la verdad más allá de todas las evidencias en contrario. Hay un momento en que no puedo callar. No porque de alguna forma me lo haya indicado el comandante Chávez, sino porque, al modo en que Pedro respondió al Sanedrín, según nos reseña Hechos del los Apóstoles, ¿Qué debo responder?, ¿acaso aquello que me sugieren los hombres o lo que, sin duda me dice mi Dios?. ¿A qué debo ser fiel? ¡¡Ay dolor de dolores!!¿ A quién fui instruido a obedecer o a la palabra y la voluntad del Señor?
He visto en estos días, (y muy lamentablemente en muchos días anteriores) “pastores” reducidos a vividores de oficio. ¡Qué dolor!, qué dolor que espero respeten –quizás no perdonen- tantos que se llamaron, ¿y por qué no? Fueron mis hermanos en Cristo. ¡Cuantas reflexiones sobre las bienaventuranzas!, ¡Cuantos retiros espirituales centrando el fundamento de nuestra fe en la justicia por los más desasistidos!, ¡Cuantas vigilias y ayunos dedicados a la lucha entre el bien y el mal de acuerdo a los Ejercicios Espirituales del hermano Ignacio?.
¡Oh mi señor! Todo para culminar de rodillas ante un individuo cuyo único mérito es ser heredero de un vendedor de tuercas llegado de Cuba a esta tierra de promisión y de gracia y otros “ladrones del esfuerzo y el sudor del pueblo” según nos enseñaba, nada menos que el Papa León XIII a comienzo del siglo XX en su Encíclica Rerum Novarum.
¿Qué has hecho de tu vocación Baltasar y los demás baltasares? ¿Acaso se te olvidó que la vocación no es tuya sino de Él?, ¿Acaso has supuesto, por alguna maligna inspiración, que el sacerdocio que has recibido es gracia en cuanto a entrega y fidelidad al crucificado – PRINCIPE DE LOS POBRES- y en modo alguno fruto de la tradición que condujo a la muerte a nuestro Señor?.
Por el amor de Dios… Baltasar…hermano…porque te conocí cuando no eras Obispo y “reivindicabas” frente a otro probable obispo, tu condición de magallanero, y recuerdo que tus mejores argumentos, antes de colocarte la casulla eran. “soy caraquista porque soy del pueblo”, en tanto que el otro probable Obispo era caraqueño pero magallanero: Mario Moronta y tú le “ganabas” la pelea diciéndole, y diciéndome hermano –y tendrás las responsabilidad mientras vivas de haberme convencido de ellos- “SOY CARAQUISTA PORQUE ME DEBO A MI PUEBLO”.
Hermano en Cristo Baltasar, ¿por qué has cambiado?, ¿por qué no me avisaste, al menos, para no embarcarme al menos en esta aventura de amor al pueblo?. No te reclamo sino que te agradezco. Hoy, ¿sabes? Hablé con mi mamá, que como toda madre me pidió no meterme en vainas para no perjudicarme… y ¿quieres sabes lo que le respondí, hermano y maestro Baltasar?. “Mamá, no me pidas que no me meta en vainas, tú sabes quien fue mi maestro, mi inspiración y mi ejemplo”. “Estoy metido en todo hasta los tuétano de los huesos, estoy, madre mía, comprometido con mi pueblo, porque Cristo es mi Señor, y como tu bien sabes…Baltasar fue mi ejemplo….
Por el amor de Dios. Aunque mi vida te importe un car…, Aunque para mi morir por lo que me enseñaste sea el camino a la vida… ¿Cuánto vale semejante traición al crucificado?, ¿Cuánto valor tiene tu lamentable ejemplo?. Si lo deseas…descarga sobre mi toda tu furia bien apoyada en los poderosos que crucificaron al que me regaló la más hermosa vocación. Pero, como un último ruego… reflexiona en Cristo el Príncipe de los Pobre, tu hermano y maestro.
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