Para Pensar mas allá de los medios

Un maestro francés de la comunicación, Ignacio Ramonet*, ha explicado que en general la población antes experimentaba en la comunicación mediática 3 esferas autónomas: la de la Información –cuando son reseñados hechos-, la de la comunicación Publicitaria –cuando es inducido el consumo- y la de la cultura de Masas –cuando son inducidos hábitos de sentir, pensar y actuar-. Estas últimas esferas fueron sometidas al “mercado”. Tales esferas, antes independientes, se están fusionando actualmente, ya que la esfera del campo Publicitario ha estado absorbiendo a las demás, de forma tal que los principios de la comunicación publicitaria ha sido impuestos tanto en la Información como en la cultura de Masas: se comunica de la misma manera cuando se informa, se publicita o se hace cultura de masas. Al hacerlo, los Medios privilegian la rapidez, la simplificación y la “diversión”.
*Vease: http://www.lahaine.org/internacional/medios/infantilizacion_informacion.htm)

Asi, lo que “circule” en la comunicación mediática -publicidad, información, texto- “debe ser” rápido y corto, con Títulos directos publicitarios; lo que al Cristianismo le llevó 5 Siglos, ahora le lleva a los Medios unos pocos días, pues el cambio tecnológico le imprimió “velocidad”. La “comunicación” pasa a ser veloz y recargada, y a ser una “mercancía”, por lo que obedece más a las leyes del “mercado” que a la de la Información, sometiéndose a una regulación de tipo mercantil más que informativa (por ello, los que dirigen las empresas de información no suelen ser periodistas, sino Empresarios cuya principal preocupación es el lucro).

En tal Esquema, Informar puede ser dominar, pues el sistema mediático puede muchas veces imponer una “verdad mediática” la cual opera de la siguiente forma: Cuando todos los medios de información “dicen que un hecho es verdad”, tal afirmación se impone aunque sea FALSA. Esto significa que, cuando la prensa dice que algo es verdad, “eso es verdad”, según la falsa premisa que sostiene: “Repetir es demostrar”. En el pasado, “cuanta más información había, existía más libertad”; sin embargo, tal “ecuación” se ha modificado, pues ahora la Información es sobreabundante, y sin embargo, el pueblo no está convencido de que haya “más libertad” que en aquellos períodos en los que la Información no era tan abundante. También algunos creyeron la “idea” que los medios eran los que “protegían” al ciudadano contra el abuso de otros poderes, Ideología que encubre la realidad de que hoy los Medios constituyen precisamente uno de los Poderes de los que hay que protegerse –cosa ya advertida por la UNESCO (Informe Mac Bride, 1976-77)-.

Los Medios masivos buscan que la llamda “Opinión Pública” sea el reflejo de la opinión de los dueños de los medios. De la mayoría de los problemas difundidios por los Medios, èstos buscan que cada persona no tenga ninguna experiencia concreta, sino tan solo una experiencia de carácter “virtual” que sea repetición residual del mensaje “previamente recibido”. Con ello tratan de moldear a dicha “opinión pública”, construyéndola: son “fabricas” unilaterales de opinión, ya que son muchas las cosas que no se ven, porque grupos de presión de las elites dominantes “no autorizan” a los/as periodistas progresistas, independientes o pluralistas a cubrir los hechos, quienes incluso han sido expuestos/as a amenazas de muerte. En el caso que alguno/a lograra cierta cobertura de los hechos, sus imágenes -y textos- luego han sido fragmentadas, mutiladas, filtradas, censuradas, situación ya padecida durante las dictaduras en Argentina y Rumania, o en la cobertura independiente ante invasiones e intervenciones imperialistas en Somalía, Panamá, Golfo Pérsico y Kosovo.

En ese sentido, según Ramonet, “la Censura en una sociedad democrática ahora no funciona con la supresión de Información, sino con la acumulación” de la misma, pues se provee “Información” con un sistema de instantaneidad que nadie puede verificar –brindan tanta masa de información para “consumir” que la misma oculta otras informaciones-, asfixiando con la misma al pueblo para que se olvide de buscar la verdadera información, concreta y vivencial. Muchas veces la “información” que es recibida es totalmente falsa, elaborada con documentos falsos -así como “personajes” y “escenas” que no existieron nunca- añadiendo “información extra” a presuntas “noticias” que tratan de inducir determinadas “creencias” en la “opinión pública”. Un ejemplo de ello ha sido presentado en las guerras e invasiones contemporáneas, como fueron los conflictos belicistas sobre Irak.

La “tiranía del espectáculo”,** basada en “representaciones” (teatralidad, escenificación, espectáculo) para “llamar la atención”, busca una efectividad emocional” que active más que el sentido interno” (la conciencia) a los “sentidos externos (vista y oído), mediante mensajes rápidos y superficiales en los que se unen la “imagen” y el “entretenimiento”. El espectáculo para la política (o la “política para el espectáculo”) moldea la capacidad de juicio de los ciudadanos explotando estratégicamente sus percepciones, y no le importa que esas imágenes se sustenten o no en la acción política” (Thomas Meyer). Con ello, un simulacro de acción política es lo que polariza las energías y la inteligencia.
**(Victoria Camps, www.apfilosofia.org/documentos/pdf/doc_003.pdf)

Con tal tiranía, ocurre un empobrecimiento de las capacidades para conocer del ser humano, ser viviente que es reducido a ubicarse en una mera “realidad virtual”, en la que sólo es real lo que aparece en la pantalla del televisor o del ordenador: “En dicha realidad, las impresiones visuales, y en especial las imágenes, reemplazan a la información” (Giovanni Sartori). La imagen pretende sustituir al razonamiento, al concepto, argumento o discurso, e incluso al debate político.

La teatralidad reduce nuestro mundo cotidiano y político a unos rasgos parciales y exagerados, haciendo al comunicador social un mero “empleado de la propaganda informativa”, convirtiéndolo en un “prisionero de la imagen”, a la que debe hacer “hablar” como sea, mediante imágenes “inventadas”, ideas preconcebidas, clichés y estereotipos sociales previamente existentes. Ante tiempos “fugaces” y una competencia “voraz”, tales Medios tratan de “captar la atención” con información entretenida, ya que no lo lograrían con la sola voluntad de informar bien. En el caso de la Prensa, ella hace su espectáculo a partir de sus “atrayentes Titulares”.

Para seducir con el “Entretenimiento”, todo acaba infantilizándose: son exageradas las quejas, reducidas las cuestiones a una polaridad del “ganar o perder”, utilizado un lenguaje difamante, intolerante o exagerado para llamar la atención de “su público”. Por ello abundan noticias “negativas”, las cuales son consideradas por los Medios como las “buenas noticias”, como lo único noticioso y noticiable. Es una infantilización que tiene un efecto anestesiante, pues el público no acaba de creer lo que ve, volviéndose crédulo, o al contrario, cínico, descreído. Cuando la rapidez, la simplificación y la “diversión” son presentadas en los Medios como las cualidades que constantemente se repiten, las mismas conducen inevitablemente a una concepción muy infantil del pensamiento, derivando en un proceso de infantilización de los mensajes y de quien consume los mismos por dichos Medios.

No es posible formar un pueblo con lúcida capacidad de reflexión crítica, si el mismo acepta ser convertido en una “masa de individuos”, homogéneamente mediocrizados tras nutrirse de información proveniente exclusivamente de “carteles” mediáticos –estrategia en la cual se unen a un mismo y único coro todos los medios comerciales de la televisión, la radio, la prensa y la red Internet-. La reducción de la democracia genuina a una monopólica “Mediocracia” –donde una élite empresarial “comunicacional” domina el espacio de debate publico-, ubica al intelecto en un pensamiento “fugaz” y una cultura “instantánea”. Dicha élite no quiere la “Información como tal”: la quiere convertida en Propaganda. Por ello, al pueblo conciente, lo quieren volver una mera “Masa” que sea fácilmente manipulable con símbolos, única forma rápida de convencer de aquello que es difícil de aceptar –en una especie de “manufactura del consenso” (W. Lippmann), pues le interesa la “acción irracional”, no que la misma sea comprendida.

La oscilación entre, por un lado, una actitud reservada, desconfiada y prejuiciada, y por otro, la “des- personalización” en actitud “corporativa”, masiva e indiscriminada (ambas mediatizadas por una actitud impersonal, indiferente, insensible, desalmada, desafecta, “objetiva”), llevan a una falta de compromiso sensible, real e histórico con la criatura humana de carne, hueso y sentimiento, propende a la disociación de la persona, quien proyecta irresponsablemente todos sus problemas personales no resueltos –generalmente de carácter inaceptable- hacia “el afuera”, convirtiéndose en “observadores no participantes”, meros “consumidores pasivos”, que no quieren correr el riesgo de percibir y aprehender a otra persona en su totalidad, distanciándose como seres emocionales, oscilando entre un vacío emocional y una vida superficial sin sentido, y una seudo – sentimentalidad dramática que requiere de emociones “Extremas” e intensas condicionadas por un medio grupal dominante y conservador.

Este estado de puerilidad conlleva una regresión psicológica para tales grupos y sus miembros/as, a quienes les son presentados/as estímulos subliminales para que terminen tomando sus “deseos por realidades”, y que sus delirios los lleven a debilitar –e incluso abolir- la frontera psicológica entre lo imaginario y lo real, pues lo que tales Medios buscan es que dichos grupos se adapten a “modelos ficticios”, elaborados desde estereotipos y temores sociales previamente establecidos, los cuales son aprovechados en la publicidad política y comercial. Por ello, los Medios -y la población adicta a ellos- insisten en el culto “masivo” a la persona individual e individualista que se sumerge en una adolescencia honoraria (G. Devereux), donde predomina una práctica del fetichismo e idolatría por la apariencia y el comportamiento “juvenil”, el cual promueve que “sintamos, pensemos y actuemos” como infantes, que la persona Adulta -responsable y democrática-, sea conducida mediante la mencionada “regresión” a un infantilismo precoz, para que desemboque en aquella “personalidad estúpida” –fácil de manipular y mandar por su credulidad acrítica-, la cual es la requerida para su utilización por los grupos fascistas de la Extrema Derecha anti- venezolana.


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