Cuando tropiecen con algún artista, intelectual o literato que hable desdeñosamente del pueblo llamándole populacho, tierrúo, maloliente o pata en el suelo, que el arte es esencialmente aristocrático, que es fruta exquisita al alcance sólo de los refinados; que presentan como ídolos a artistas quitesenciados, alambicados y archiexquisitos, de esos cuyas obras se cultivan en cerrado cenáculo, abarrotado para los profanos; que se dispare con todas las vulgaridades, de que hoy se ríe todo el que piensa; que dé a entender que los dolores del pueblo sólo sirven de materia prima para imperecederas obras de arte. Dicen ellos. Después de todo, ¿no tienen voto los pobres? Pues, ¿para qué quieren más? Cuando tropiecen con artista o literato de tal calaña, preveníos: es, casi de seguro, un artista esclavo. Artistas esclavos son los que rebajan su labor a halagar y servir a los ricos y poderosos, los que prefieren los dólares del imperio y del potentado imbécil que toman sus obras por ostentación, y no la economía sincera y honda de un pueblo que no puede pagarles como el potentado les paga. Artistas y literatos esclavos son los que temen la mirada abierta y franca del ciudadano de apié, y huyen de la lucha en que se consigue el verdadero premio.
Elevase hoy del pueblo, sobre todo del explotado y el que más sufre, un vigoroso canto en coro, informe, vago, inarmónico. Es una vasta armonía en formación, una armonía que busca su melodía. ¿Qué artista o literato más grande que el qué, descubriendo la oculta melodía que se cela y encubre en ese tremendo clamoreo, la saca a flote y con ella reduce a armónico conjunto la gritería confusa? ¿Qué más noble que unir la propia voz al coro, engrosarlo, y trabajar en él por reducir a consonancia y acorde las disonancias? Artista o literato que busca aislarse, cual personaje aparte y casi excepcional, son intelectuales esclavos, corroídos por el sentimiento de la propia impotencia, roídos de estéril soberbia y de infecunda envidia. Son, a lo sumo, pobres histriones para divertir a los aburridos. Artista o literato que, apartándose de las grandes corrientes, se nieguen obstinadamente a estudiarlas y ponerse al unísono con ellas, no atendiendo más que a movimientos puramente técnicos de los del oficio, ni es artista ni será nunca capaz de saber y sentir lo que es arte. Esto del arte merece capitulo aparte, porque otra honorable clase, la de los esnobs y cursis, los de gusto exquisito, los de sonrisita entre melancólica y desdeñosa, esta clase se cree guardadora del arte y teme que el socialismo aplaste con sus manazas todos los cachivaches que ellos crean y creen artísticos y haga enmudecer todas las delicadezas a los castrados. Falta eso que llaman espíritu poético y a la escasez de ésta hay que atribuir el atraso en que aquí está hoy el cultivo de las artes.
No hay artista o literato alguno grande, verdaderamente grande, que no haya sido filósofo a su manera, y los que pretenden educarse siguiendo los pasos de los grandes, trabajando a la luz de la luna, por llena que sea, y aborreciendo toda filosofía, por impotencia para comprenderla, nunca lograrán salir de su propia oscuridad, porque no salen al sol de donde aquellos grandes artistas, verdaderas lunas, tomaron su luz. El espíritu antifilosófico de un artista, es la señal de la impotencia de un artista, de un artista o literato esclavo. Es falta de idealidad, es materialismo ($) lo que tiene postrados a estos artistas, literatos y tinterillos. Y es puro materialismo lo más de la creación de nuestros artistas y literatos. Y este materialismo nos está envenenando, esta frivolidad superficial, es un carácter muy literario; lo que no es lo mismo que decir poético, hay entre esa literatura y la poesía una irreductible oposición. Y la filosofía viva hoy es filosofía social.
Nada más perjudicial al arte que la diferenciación. El artista o literato que se especializa y sólo estudia lo que directa e inmediatamente se refiere a su arte, nunca pasará de mecánico, de pobre técnico, sin brío ni alma. Del vacío no se saca nada, y pretender originalidad artística teniendo acerca del mundo y del hombre, de sus orígenes y destinos, de sus causas y principios, en el fondo, las mismas concepciones que el vulgo, presa de la inercia mental, es pretender sacar agua de pozo seco. Aunque otra cosa crean todos esos supuestos artistas que desprecian a la ciencia, todos esos espíritus que creen que la ciencia mata el arte, lo cierto que hay no pocos que, si han llegado a sentir la grandeza de un paisaje de rocas, ha sido guiados por la geología, así como algún conocimiento de los silenciosos dramas del reino vegetal y de la historia de éste les ha llevado a percibir la hermosura toda de una selva. Pero existen, en el tiempo y en el espacio. Estos son los que con su indulgencia de bohemios contribuyen a mantener la cobardía y la mentira y las miserias todas que los anonadan. Son incapaces de casarse con una grande y pura idea y criar familia de ella: no hacen sino amontonarse con las ideas.
El arte es integración, y sólo dará en él frutos duraderos, quien se empape en las más altas concepciones que acerca de la vida y de la muerte abrigue el pensamiento libre. Más hay que precaverse del engañoso halago con que nos llama lo que dejamos, las viejas afecciones y los antiguos hábitos. Comprenden hoy en día artistas y literatos socialistas y artistas y literatos antisocialistas (satánicos); pero indiferentes en tal cuestión no se concibe los haya. No son intelectuales, son pintores de brocha gorda. Vivimos tiempos de profundas pruebas. Y de pruebas que son experimentos. Se está probando la eficacia de ciertos procedimientos. Hay que poner las utopías a la prueba de la experimentación en vivo. Y la lucha no es ya un juego; es un ensayo. Y un ensayo doloroso. Lo que sí ocurre es que en los períodos de intensa fiebre política parece como que en las artes, las ciencias, la cultura, todo sufre un eclipse o un retardo. Los espíritus absortos en esas candentes luchas parecen desinteresarse de los demás problemas de la vida y la cultura. Pero éstas trabajan por dentro, y trabajan merced a la agitación política. Sabemos que debemos avanzar, sea lo que nos espere, y avanzamos. Porque no avanzar es morir.
Debemos, por otra parte, los socialistas esforzarnos por no distinguirnos en el genero común de vida de los demás, por no caer en majaderías como las de los que, a falta de arte, gastan melenas.
Recién en días pasados, los artistas, literatos, intelectuales y tinterillos oposicionistas tarifados, se juntaron en conciliábulo, para pronunciarse, para emitir opinión, contra el Presidente Chávez, contra el Proceso Revolucionario, y contra el pueblo Bolivariano.
SALUD CAMARADAS.
HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
PATRIA. SOCIALISMO O MUERTE.
VENCEREMOS.