No estoy de acuerdo con la reelección presidencial. No se trata de una persona en particular sino de una cuestión de principios. Simplemente no creo que la permanencia indefinida o muy prolongada de un gobernante sea indispensable para que un país, cualquier país, prospere de manera democrática.
Por otra parte he sido, soy y seré un leal partidario del Presidente Hugo Chávez. Por lógica esta circunstancia me pone frente a una disyuntiva ética pues me obliga a escoger entre dos preferencias antagónicas.
De momento ignoro si Hugo Chávez Frías podría ser candidato a una nueva reelección al concluir su período presidencial en el 2013. Por una parte los vericuetos legales o constitucionales no son explícitos, abriendo la posibilidad de alguna fórmula cuya idoneidad no me anticiparé a calificar.
Otro factor, posiblemente más relevante, es que a estas alturas resulta imposible concebir el retiro del comandante revolucionario como jefe supremo, y en la práctica único, de la avanzada socialista en Venezuela. El más elemental sentido común indica que ese liderazgo creará las condiciones políticas y electorales para que Hugo Chávez siga frente a la revolución bolivariana que inició, con una fallida insurrección, hace 16 años a la fecha de hoy.
Las cuentas, sin embargo, no lucen a favor del comandante y de su reelección. De ahora hasta las elecciones presidenciales de 2012 deberán sortearse infinitos obstáculos entre los cuales el primero de una larga lista es la conspiración golpista que sigue su curso, ininterrumpido desde que los factores de la derecha decidieron salir de Chávez a partir del 2001.
Tales factores incluyen, como es natural, al gobierno de George W. Bush con todos los mecanismos a su disposición: la CIA, el Pentágono, la DEA, etc. En lo interno la oposición golpista ocupa posiciones de privilegio, comenzando por los medios de comunicación, convertidos en el auténtico comando de la avanzada insurreccional.
Aparte de otros factores que sería prolijo enunciar, se ha dicho, y no sin razón, que el principal enemigo de Hugo Chávez es Hugo Chávez.
La derrota totalmente innecesaria del pasado 2D se debió a un empeño inconsulto y obstinado de imponer cambios a la machimberra. Por fortuna Chávez reconoció el error e inició una singular rectificación. Ésta incluye avatares tan riesgosos como la fundación de un partido de características inéditas mientras se encara un proceso para elección de gobernadores, alcaldes y diputados regionales sin contar con la maquinaria adecuada.
La oposición se empeña en hacer al país ingobernable mediante desabastecimientos ficticios, acaparamiento y especulación, pero el gobierno pone lo suyo en materia de ineptitud, burocracia y corrupción, contribuyendo al desmadre.
Nuestro presidente se involucra en demasiados pleitos a la vez, recurriendo a descalificaciones e insultos contra otros personajes que resultan contraproducentes, además de chocantes.
Para ganar las elecciones de noviembre se requiere un esfuerzo titánico. Existen problemas sin resolver y, más que nada, el rescate de la confianza popular, que se encuentra bastante maltrecha.
De no lograr esto último el proyecto socialista quedará en la memoria como una luz apagada.
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