Carta abierta a los periodistas de Globovisión

Queridos hermanos en Cristo:

Paz y bien. Ruego al Padre de todos y de todas las cosas que mis palabras no
se desvíen del sentimiento de amor y perdón que las originan.

Creo que el Señor dispone las cosas de forma que en muchos casos, pasado el
tiempo, nos parece haber sido sólo objeto de sus planes superiores. Así, en
este momento crítico que vive nuestra amada nación de la cual somos hijos
todos, unos, cumplen unas funciones y otros lo hacen en otros frentes y
espacios.

Mediten, por ejemplo, cuantas vueltas ha dado la vida para que ustedes se
encuentren reunidos en un medio televisivo ejerciendo la función de
comunicadores sociales, vocación que Dios puso en sus corazones y cuyo
alcance ha debido ser objeto de tantos trabajos, luchas, lágrimas y
alegrías.

Pues bien, así ocurre con el resto de nuestros hermanos. Como nubes al
viento vamos ocupando espacios y responsabilidades fruto de nuestros
desvelos, sueños e ilusiones. A los ojos de Dios todos somos iguales: el
periodista, el carpintero, el mecánico, el docente o el conductor de taxis.
Cada uno de nosotros es hermoso a sus ojos y caro a su corazón de Padre
bueno. Cada uno de nosotros es merecedor, por ello, de ser reconocido como
hermano en Cristo y respetado como ser humano por quién el Señor del
Universo entregó la vida.

De igual modo, cada uno de nosotros procede de una familia. Tiene padres,
hermanos, hijos, parientes, amigos, gente a quienes les dolemos de modo
particular. Gente que sufre con nuestros sufrimientos y se complace con
nuestras alegrías. En definitiva: todo ser humano merece respeto y el
cuidado solícito por su tranquilidad, seguridad y su vida.

Nadie debe ser atropellado, insultado o agredido cuando está cumpliendo una
función, cualquiera ésta sea, siempre que responda al ejercicio de un
trabajo honrado. Menos aún debe obtener de ninguno de nosotros, por ninguna
razón, -la vida y la dignidad humana no tienen precio- el trabajo impropio
de ser expuesto al escarnio público y a la inseguridad de su vida y de su
familia.

Vuelvo a reiterar, en el nombre del Padre de Paz, que tengo toda mi fe
puesta en que Él permita que no se desvirtúen mis palabras. Lo digo porque
son necesariamente de reproche en nombre de la humanidad. No lo hago
reivindicando futuros costos de cualquier tipo contra la conducta impropia
que me atrevo a recriminarles. Lo hago por la paz de sus propias
conciencias.

¿Les pareció digno el tratamiento que daban a un funcionario que cumplía
órdenes, exactamente como lo hacen ustedes?, ¿A quién se le pudo ocurrir
seguir a este hombre, marcando en un círculo el número de la placa de su
carro y enfocando por fin el lugar donde está ubicado su hogar?. No me
detengo a pensar en quién pudo ordenar esto, sino que me avergüenza que,
-aparentemente- nadie levantara la voz para detener la canallada de exponer
la familia, los hijos y el hogar de un ser humano al probable ataque que
contra ellos, en este ambiente de crispación extrema en que vivimos, pueda
ejecutar algún individuo enajenado y fuera de sus cabales.

¿Se imaginan el cargo de conciencia eterna, más allá de su actual relación
laboral, que tendrían si a estas personas, hermanos, trabajadores,
servidores públicos, como ustedes o como yo les ocurriese algo?, recordando
la Palabra Eterna del Señor: ¿Qué podremos responder cuando nos pregunte
…”¿dónde está tu hermano…no sabías que haré caer sobre ti y los tuyos el
peso de su sangre?”

Por el amor de Dios, no se presten a realizar tales cosas, -por llamarlas de
alguna manera- nada en este mundo justifica el peso de haber causado dolor y
tragedia sobre las vidas de inocentes. No olvidemos jamás que no habremos de
responder por los actos de los demás sino por los nuestros. ¡Con Cristo en
el corazón!, ¡arrepiéntanse y conviértanse de semejante actitud, se los
ruego, por ninguna razón vuelvan a hacer eso!.

Con respeto por sus trabajos, comparta su orientación y fines o no, pero
sobre todo con amor por sus vidas y familias, les doy un abrazo.



Martín Guédez



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Martín Guédez/Red de Información Alternativa Simón Bolívar


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