La primera conmemoración del día internacional de la mujer en nuestra nación, tuvo lugar en 1944. El evento que nació en 1910 en el VIII Congreso Internacional Socialista de Copenhagen, Dinamarca, gracias a la inspiración de la dirigente Clara Zetkin, quien lo propuso para rendirles un homenaje a aquellas 112 mujeres neoyorquinas, que en Marzo de 1857, tomaron la fábrica en que laboraban, por una lucha que buscaba mejoras laborales, pereciendo todas en un sospechoso incendio, cuyo origen quedo oculto para siempre, fue el inicio emblemático del sacrificio por la vida, la justicia y la igualdad que ellas reclamaban ante las terribles injusticias y los abusos que contra ellas cometían sus oligarcas patrones.
Esta indetenible lucha por la conquista de sus derechos se hace significativa y muy importante especialmente en las mujeres venezolanas desde siempre. Aunque la boca histórica por circunstancias egoístas, religiosas y sociales les haya doblado en el tiempo sus acciones combativas, ellas no descansan y por eso es que hoy las vemos votando, participando políticamente, avanzando en los distintos campos de acción pública, ellas hoy son: dirigentes, empresarias, industriales, científicas, artistas, economistas, educadoras, en fin, en todos aquellos escenarios donde se han hecho posible incorporar en forma destacada su imagen como la mujer venezolana combatiente y trabajadora.
Pero, hoy merecen nombrarse aquellas mujeres que sobre la boca del tiempo vieron doblarse sus historias, mujeres pioneras del movimiento femenino universal, se lo ganaron por sus propias acciones, virtudes y por ser amantes de su patria y su libertad.
Cuando investigamos, por ejemplo, sobre la vida de Doña Luisa Cáceres de Arismendi, sorprendidos vemos como guarda una estrecha relación con la vida y el comportamiento de tantas otras mujeres universales, que mostraron inteligencia y feroz gallardía, Luisa Cáceres, se elevó ante los sangrientos hechos de nuestra independencia.
También es necesario recordar la suerte que corrieron durante esa época Juana Antonia Padrón, Josefa Palacios, quien decidió enterrarse viva, la Tovar y las Montilla, que fueron exiliadas en ese terrible año de 1814. Pero, estos actos no fueron diferentes a los de Luisa Cáceres, quien se sometió a la desdicha de sufrir un infierno en vida, al calvario de un “periplo de prisiones”.
Tristemente la historia la recuerda como una “mártir” y no detalla sus valores revolucionarios, no dice que fueron principios y conciencia, valores morales que mantuvo muy dentro de toda ella, que fue una voluntad que supo desempeñar con la convicción y el compromiso que requería la causa.
Ella es una emigrante del éxodo de caraqueños hacia Oriente en 1814, Boves el terrorífico es el causante de esa terrible acción, ella viene con su madre, su hermana menor y tres tías que mueren en el trayecto, huérfana de padre el cual fue asesinado por las tropas del jefe español Francisco Rosete en el asalto de la guarnición de Ocumare el 6 de Marzo. El 16 de ese mismo mes su hermano fue hecho prisionero y ejecutado tras la derrota de la expedición del Coronel Arismendi.
Logró pasar a la Isla de Margarita, donde Juan Bautista Arismendi les brindó protección y manutención.
Para finales de ese mismo año el 4 de Diciembre, en medio de todo un escenario de temores, refugios y amenazas, se casa con Juan Bautista, pero no tardaron mucho tiempo en separarse y vivir su relación bajo el código de lealtad mutua de lucha por el proceso independentista.
Su esposo es obligado a huir hacia el cerro Copey, su captura propiciada por las autoridades españolas no pudieron nunca detenerlo, ella es tomada como rehén y encerrada por un tiempo en casa de la familia Amnés. Posteriormente la trasladan a un calabozo de la Fortaleza Santa Rosa, con la idea de presionar a Juan Bautista, para que se entregara a los españoles, a ella tratan de presionarla para que le escriba a su esposo rogándole que depusiera las armas, “nunca jamás habrá una letra para hacer de mi esposo un traidor”- contestaba. Los dos fueron admirables ante la negativa de sucumbir al chantaje. Se le propuso el canje y se le dijo que si no la matarían, a lo que él les respondió: “Diga al jefe militar que sin patria no quiero esposa” y si la matan dile al cobarde “que yo sabré vengarla”.
La posición inalienable de Luisa, sorprendía y enfurecía más a sus enemigos, esa lealtad ellos no la podían soportar, era la conciencia de una verdadera revolucionaria, su deber de servir a su patria y libertarla, estaba por encima del amor material.
Juan Bautista utilizó todos sus esfuerzos, tomo el castillo de Santa Rosa, donde se pudría su joven esposa, una noche con 38 hombres lo logra, pero son descubiertos y acorralados, todos fueron pasados por las armas, pudiendo Juan escapar y este en respuesta paso por las armas a 17 oficiales y 170 soldados. Luisa Cáceres permanece en el castillo y el 26 de Enero de 1816 da a luz a un bebe que murió al nacer por causas de insalubridad del lugar y por las terribles torturas que le propinaban aquellas bestias, aquel bebe fue lanzado a las oscuras y profundas mazmorras y el jefe español Urreiztetia, le escribe a su jefe Mox: “…la señora de Arismendi ha dado a luz en prisión a un nuevo monstruo, creo que convendría decapitarla por haber hecho su marido matar a los prisioneros españoles…, se debería privar de la vida a todas las mujeres y niños de la isla, ya que los patriotas se servían de ellos para comunicarse con Pampatar”. Arrojado el bebe a los fosos del castillo; la madre es trasladada a otras prisiones.
Sin lugar a dudas que Luisa Cáceres de Arismendi es un símbolo de la mujer revolucionaria. El asesinato y luego la desaparición de su hijo, imprime trágicos rasgos a estos sucesos. Ha quedado el ejemplo de la dignidad asumida, ante la barbarie del imperio opresor. Cuando en 1866, con apenas 33 años de edad muere, solo lo hace la mujer, la revolucionaria y mártir, permanece en la memoria histórica de nuestro proceso independentista.
Pero así como Luisa, olvidada, maltratada por la historia, existen otras tantas mujeres en el mundo, y muchas de ellas que hoy luchan a brazo partido esperan impacientemente soluciones de sus derechos. Hoy la crisis económica social incide con mayor fuerza en las mujeres, sobre todo en los países subdesarrollados, donde el avance del neoliberalismo está sumiendo cada vez más en la pobreza a los sectores populares y de manera particular a la población femenina. La mujer, cabeza de familia en la mayoría de los hogares Latinoamericanos y del Caribe, es una heroína silenciosa de su tragedia y es la que siente más directamente el incremento agudo de las injusticias sociales.
Toca a todos derrumbar de las mentes perversas y de las acciones de los sistemas patriarcales que subordinan a la mujer, destruirlos en todos los ámbitos culturales que ellos se empecinan en contra de ellas, pues esto traerá como consecuencia una ventajosas, profunda y positiva transformación en las raíces de nuestros pueblos, lo que tendrá repercusiones de incalculable valor para el desarrollo histórico de nuestras nuevas generaciones. ¡FELICIDADES A TODAS LAS MUJERES EN SU DIA!
vrodriguez297@hotmail.com