La decadencia del imperio norteamericano

Una visión personal de la Victoria Popular Boliviana


La situación boliviana ha puesto al imperio en tres y dos. La renuncia del asesino Gonzalo Sánchez Lozada por encima de la presión que ejerció el Departamento de Estado para que no ocurriera, coloca en primer plano la vulnerabilidad de la administración Bush ante los movimientos populares y la posibilidad de extenderse esta mecha a otros países del área. Por otro lado, se desnuda la abierta manipulación de los organismos internacionales, caso SIP y OEA, para escudar las intenciones hegemónicas de las transnacionales y echarle mano a los recursos naturales y energéticos de América Latina.

Los eventos de ayer en Bolivia reflejan una situación muy interesante. Primero que nada, se confirma una vez más el enorme poder de las masas populares y la victoria que generan estas movilizaciones de los oprimidos en contra de quienes pretenden venderle al imperio las riquezas que por derecho legítimo y soberano le pertenecen. El caso boliviano le abre las puertas a posibles e idénticos procesos en Ecuador, en Perú y alerta a los pueblos latinoamericanos que están en vías de cambiar los sistemas que empobrecieron sus naciones.

Ahora bien ¿Qué pasó ayer en Bolivia y por que el imperio está tomando previsiones para que esa mecha no siga encendiendo a la América Latina? Sánchez Lozada estaba muerto políticamente desde que arremetió en contra del pueblo boliviano y aparecieron los primeros muertos. El Departamento de Estado y su hija menor, la OEA, trataron de aletargar la caída de Goni mientras reorganizaban las alternativas internas de ese país. El asesino tenía su pasaje reservado a Miami, pero había que contener una insurrección popular que pudiera ingresar al palacio de gobierno y hacerse del poder. El vicepresidente Carlos Mesa renuncia a seguir apoyando al títere del norte, pero no así a su condición de segundo a bordo, mientras la clase media y un amplio sector de la oligarquía en un giro espectacular, se pronuncia por la salida de Sánchez Lozada, justo veinticuatro horas antes de la renuncia presidencial; una oportunidad excelente de tomar el control de una rebelión emanada de las clases bajas. Los primeros se declaran en huelga de hambre ¡que oportunos! Y los segundos, grandes beneficiarios de la política llevada a cabo por Goni, hablan de soluciones “constitucionales y en paz”. El Departamento de Estado norteamericano haría el resto; preservaría la democracia boliviana, lanzando sus tropas en contra de esas hordas indígenas que pudieron fácilmente tomar el poder.

El gran estratega de esta victoria popular se llama Evo Morales. La movilización llegó a las puertas del palacio de gobierno y del congreso. Los diputados oficialistas se escondieron ante la decisiva incursión del pueblo cerca del poder y sabían que todo estaba preparado para que los marines se hicieran presentes. Realmente ayer pudo haberse constituido un gobierno popular sin ningún tipo de resistencia; pero esto hubiera generado una abierta intervención gringa sin derecho a pataleo y con el silencio de la casi totalidad de los gobiernos latinoamericanos con sus honrosas excepciones. Es aquí donde Evo Morales parte en dos el plan de los gringos, aceptando y apoyando que el congreso nombre a Carlos Mesa, como lógico sucesor del asesino que estaría montado en el avión, cuando su vicepresidente estaba juramentándose ante los diputados.

¿Qué se desprende del discurso de Carlos Mesa en el congreso y a que se enfrenta el movimiento popular en Bolivia? Primero que nada y tratando de calmar la rebelión, Carlos Mesa anuncia un referendo vinculante sobre el gas, para consultarle al pueblo lo que Goni trató de imponer a la fuerza. Luego, sin existir la posibilidad de una asamblea constituyente en la constitución boliviana, pide una negociación para que se realice esa constituyente y sirva de reestructuración del estado en beneficio de los excluidos. Asomó su desilusión como independiente, de no haber podido cumplir con su tarea de luchar contra la corrupción y que los partidos políticos que conformaban la coalición gubernamental entregaran su repartición previa de puestos en las instituciones, para colocar a personas más preparadas para esos cargos; duro golpe para los diputados oficialistas que eran abandonados por Goni. Por último, esto revienta las aspiraciones gringas de continuar con las políticas que provocaron la rebelión popular, rechaza la posibilidad de lograr culminar el período presidencial hasta el 2007 y se considera a si mismo un representante de un gobierno de transición que espera negociar una paz que se encuentra en la cuerda floja y pueda invocar a corto plazo unas elecciones para la presidencia de la república. En fin, Carlos Mesa sabe que está sentado en un barril de pólvora y que la salida de Gonzalo Sánchez Lozada, no es el remedio que parará la enfermedad.

Nuevamente, Evo Morales demuestra su capacidad de estratega, anulando la intervención militar yanki, cuando los mecanismos constitucionales se han cumplido paso a paso y evitando con toda razón aliarse a este reacomodo de la oligarquía y de una clase media que, curiosamente, salta al ruedo cuando se ve la luz al final del túnel. La administración Bush se quedó con los crespos hechos, pues no hubo motivo para intervenir militarmente a Bolivia y una supuesta revolución anárquica de los indígenas. Evo Morales ha capitalizado el descontento popular y mantiene viva la esperanza de alcanzar un gobierno que realice los cambios reales que beneficien a las grandes mayorías. Carlos Mesa tiene una encrucijada y no es fácil calzar sus zapatos. Tiene que lidiar con la oligarquía criolla y ver como toma distancia de las pretensiones gringas de hacerse con el gas. También tiene que crear los mecanismos para que aletargar las peticiones de los rebeldes, cosa que le va a resultar difícil, ó sincerar realmente la plataforma para que se den los cambios evitando una guerra civil. Evo Morales, los dirigentes cocaleros y la Central Obrera Boliviana saben que han obtenido una victoria importantísima y que no hay posibilidad de descuidarse o permitir que se enfríen los ánimos de rebelión. Si Carlos Mesa comete un error, se verá comprometido y estará obligado a renunciar ó a pedir que realicen unas elecciones lo más pronto posible. Esto favorecería a Evo Morales y casi lo convertirían en el próximo presidente de Bolivia.

Hay un último detalle que debemos tomar en cuenta. Las Fuerzas Armadas Bolivianas tienen un rígido sistema de castas que se convierten en otro escenario de lucha popular. Los oficiales, blancos ó de rasgos criollos en su casi totalidad, mandan sobre un ejército mayoritariamente indígena. El tipo de entrenamiento prusiano que obliga a un soldado a matar sin pensar siquiera en un acto de insubordinación, obediencia absoluta y ciega a sus superiores, ha visto vulnerarse por la masacre de los días pasados. Debe existir una división marcada en el ejército que pudo observarse en la ejecución, por parte de un oficial, de un soldado que se negó a dispararle al pueblo. Los dirigentes indígenas le exigirán a Carlos Mesa que obligue al alto mando militar a renunciar a sus puestos. Este factor podría ser aprovechado por el gobierno norteamericano, para crear el ambiente de Golpe Militar, incluso provocarlo si Mesa cede ante la presión de la rebelión popular. Pero, también obligaría a un pronunciamiento de la OEA y la aplicación de la Carta Interamericana. No obstante, de darse la renuncia del Alto Mando Militar Boliviano, se crearían las bases para una eventual insubordinación de las tropas, si se provocaran nuevos enfrentamientos.

Una cuestión si es segura. En Bolivia hubo una victoria importante de las clases populares. Hay una constancia, una moral y una fe revolucionaria desarmada, más poderosa que la oligarquía y sus elementos bélicos. El pueblo boliviano le ha dado una lección a la locura del imperio… Que no muera esta esperanza y, más allá, que se convierta en vínculo para erradicar a los gobiernos homicidas protegidos por el departamento de estado en la América Latina.

marioaporrea.org
msilvagayahoo.com



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Mario Silva García

Comunicador social. Ex-miembro y caricaturista de Aporrea.org. Revolucionó el periodismo de opinión y denuncia contra la derecha con la publicación de su columna "La Hojilla" en Aporrea a partir de 2004, para luego llevarla a mayores audiencias y con nuevo empuje, a través de VTV con "La Hojilla en TV".

 mariosilvagarcia1959@gmail.com      @LaHojillaenTV

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