No existe en el planeta textos sagrados más deformados que los Evangelios. Hechos a la medida de sastres autócratas, la diversidad de iglesias que pululan alrededor del credo cristiano, bien que son testimonio de la duda antes que de la fe en sí. Y, el mensaje que es, o debe ser, nervio de esta era que andamos (pues es de suponer que vivimos el año 2008 del nacimiento de la cabeza principal), es quizás lo más escondido y enmarañado que ni siquiera en el pajar que cargamos lo conseguimos, sino en el humus y estercolero que ni miramos, para no ser menor que nadie y dejar las cosas como están. No se me mal interprete, el dogma puede ser, es más que puerta, una espada, más que un interlocutor, un verdugo, pero no puedo hacer este artículo con cortapisas y sé que hablar a mi manera, habrá más de uno ofendido.
Empecemos desde el principio, el Evangelio más antiguo conocido, es el que aparece de segundo de cuatro en la Biblia, esto es, el de Marcos, o San… como lo quieran llamar. Ya en el titular se incurre en la primera falla, pues, es natural que deba ser traducido tal cual de la primera trascripción que se hiciera. Ahora bien, ese Evangelio y los restantes, fue hecho en griego desde la primera vez, no en arameo, como lo creen no pocos. El griego era la lengua culta por excelencia de entonces y aún hoy en día se la reconoce como una de las más perfectas hechas por el hombre, sirviendo el detalle de que es la utilizada por la ciencia para la denominación específica de las especies botánicas y zoológicas. El titular en cuestión traduce ad litteram lo siguiente: To Euanguelion: La Buena noticia, la buena nueva. Tu Iesú: del médico que camina, el que cura caminando (el salvador). Kristú: El ungido. Uios Teú: El hijo de Dios. Katá Markon: Según el Guerrero. Uniendo: La Buena nueva del salvador, el ungido hijo de Dios, según un guerrero. Ahora bien, Markos, no es un guerrero cualquiera, sino que se trata de uno que está lejos, el guerrero de la frontera (de allí proviene la palabra Marqués, el título nobiliario de los que estaban cerca de las fronteras de los reinos). Kristú: ungido, de donde proviene la palabra crema, así eran tratados los hombres santos cuando llegaban a los poblados, se les ungía y lavaba los pies y manos, muchas veces por personas y/o mujeres que habían fallado en las normas sagradas, solicitando su perdón o intercesión en público. Iesú no es cualquier médico, el iatrós, éste otro no se detenía en los dos sentidos, ni en su marcha, ni en su dedicación. Eu-angelion, del verbo anguéloo, anunciar, para mí, un error garrafal no haber denominado las cosas por su nombre, pues en varias ocasiones aparece un mensajero (ánguelos), que en latín terminó siendo ángel, alguien sobrenatural, asexual y medio emplumado. Esto es solamente con el titular.
Sobre el texto en sí ni hablemos de las cantidades de añadiduras que están sobre el texto original, donde descaradamente montan en un griego más moderno, mensajes que están destinados a ganar adeptos entre los romanos, como aquel donde Jesús manda a dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, con ello ordenaba a sus seguidores pagar el tributo correspondiente a Roma por los pueblos invadidos, es texto está coleado dentro del original. Otros textos, aunque pertenecen al original, no le pertenecen al aludido por más santo que haya sido, como por ejemplo el del ayuno de cuarenta días en el desierto y el enfrentamiento final al demonio que lo tentó tres veces, ya que, en Egipto, dos a tres mil años atrás, el dios principal Horus fue tentado por el demonio Seth, tratándolo de convencer con los mismos términos que le hiciera al del texto cristiano después de 40 días de ayuno en el desierto. Ni qué hablar de la anunciación que se le hiciera a María (evangelio de Lucas), exactamente la anunciación que se le hiciera a la joven virgen (la Tierra), que aparece en la doctrina del Mitraísmo, creencia que profesaban los soldados del Imperio Romano que vivían en el Medio Oriente y Egipto, la joven mujer, una vez que dé a luz a su hijo Ra, quedará virgen por siempre, Ra, el sol, hijo de Mit-ra, la diferencia está en que Ra nacería el 21 de marzo, esto es, cuando comienza la primavera y su anunciación se da el 24 de junio, en pleno solsticio de verano, que anuncia que la tierra quedará nuevamente virgen para la siguientes siembras y cosechas.
Por razón de ser éste un artículo, no puedo sino tocar algunos tópicos cotejándolos con la historia. Con respecto a la muerte de Jesús, es donde se denota la mayor de las dudas entre lo evangélico y lo real. Flavio Josefo, cronista de Jerusalén para los días en que habría muerto (más o menos 786 de la fundación de Roma), gobernaba el imperio Tiberio César, y Poncio Pilatos la Judea de Palestina; el cronista no refiere más de dos líneas relatando que fue condenado a ser crucificado por "sedición" y que estaba acompañado tan solo de su madre, hermanas y hermanos. El texto no habla de sus dotes milagreras, mucho menos que días atrás hubiese resucitado a Lázaro, lo cual tampoco debe ser razón para negar tamaño talento fuera de lo común pues a los romanos no les convenía la proyección de alguien así ni vivo ni muerto. Sin embargo, Flavio Josefo sí ofrece, el primero que lo hace, todo un capítulo destinado a los Esenios, como una secta secreta de los judíos que eran muy respetados, los cuales –lo asoma allí, y se corroborará después con los textos de Qumram-, habla de maestros que eligen doce discípulos, practican el ayuno con frecuencia, igualmente la cena pascual, el mensaje de amor, hablan del "Hijo del Hombre" y otras características encontradas que iban más allá de las ataduras terrenales, muy semejantes a las apreciadas en los Evangelios. Pues bien, para la época, los romanos habían mandado a la muerte por crucifixión, no menos de 60 Cristos, casi todos provenientes de la escuela esenia, que no era la única que desestimaba a los romanos, también la jerarquía sacerdotal tenía seguidores, ninguna de las doce tribus de Israel que habitaba en palestina tragaba a los romanos, hasta que toda ella fue exterminada por el emperador Tito en el año 60 d. C.
Quizás uno de los que más ha pagado los platos rotos haya sido judas Iscariote, ya que se cree que no fue este sino un líder más en aquella resistencia judía a los romanos, sólo que apostaba la vía de las armas.
En lo que respecta al ser evangélico, en sí, el mensaje de amor que pregonaba, es quizás el rasgo más importante de su existencia, punto de partida de una manera de comportarse ante el entorno apenas continuada por un puñado de seguidores, en comparación de la imposición que se transformó la doctrina desde que la ordenó Constantino al imperio a su mando. Luego concilios reunificaban las creencias populares y la amoldaban al nuevo credo, comenzando por los famosos 40 de Constantinopla, los que eligieron entre los evangelios existentes, sólo los cuatro que hoy se reconocen, aunque nunca cesó el apocrifismo sobre la doctrina al punto que en la Edad Media existían biblias negras con un Cristo hijo del demonio, a lo que le salió al paso valientemente Martín Lutero, pues la iglesia vaticana era para entonces un verdadero poder del miedo, quizás hasta hoy inclusive, propulsora del mayor imperio mercantilista de todos los tiempos.
Estos son apenas titulares, pero el poder del mensaje cristiano no debe ser menoscabado, el poder de los milagros no es o no debe ser un aval, la fe es la que los realiza, podemos comprobarlos con los tantos realizados a través de los tiempos por santos que nunca existieron San Cristóbal, Santa Cecilia, que no eran sino deidades romanas, griegas, mitraístas, celtas, amoldadas a la fe del nazareno; además las deidades hindúes también realiza milagros, pero alcanzar la cercanía o la elevación a través del amor sin límites, tal cual este planeta o la madre tierra, hablamos de otro parangón.
Invito a indagar, investigar no quedarse en dogmas que cercenan la libertad; Internet es un buen instrumento que antes no se proveía, como dije, estos son apenas titulares, pero huele que si existe un denominado Juicio Final, estamos a la puerta del mismo y para mí no existe mejor sinónimo del mismo que este, apenas naciente: LA VERDAD.
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