“¿Qué tiene camarada? Lo veo volando… ¿Se echó los palos?” – Un simple carajo llamado Pedro, como otros tantos Pedros de este país, se atreve a mencionar el adjetivo tantas veces criticado por los inquisidores. Y es que el djetivo “camarada” no solo ha sido criticado; también perseguido y aniquilado… Hoy se repite y se une al de compatriota, hermano, compañero, revolucionario, un método de armonía política, una credencial de amistad que pasó por encima de aquellos aparatos represivos… Pedro, uno de tantos, lo refiere con orgullo.
“Nada, hermano, solo me lleno de flores… Esta mañana amanecí con los sentidos llenos de lucha. Y es cierto; pareciera una de esas borracheras suavecitas que nos embarga de ternura… Lo bueno de ésta, es que el ratón lo agarran quienes viven conspirando” – Juan, uno de tantos que pasaron por la pila bautismal con ese bíblico nombre, común para quienes le reclaman a sus viejos, tiene un brillo subversivo en los ojos. Y es que todos los venezolanos estamos gozando un puyero con esta subversión poético político marginal que tiene de cabeza a la oligarquía. ¿Marginal? ¡Yo te aviso!... Nada de eso… ¡Protagonistas, coño!... Juan se llena de flores y el aroma lo cubre, lo amamanta, lo hace respirar orgulloso.
“Así es, camarada… Que les duela la cabeza. Que nuestras burbujas no serán esas cosas que les alebresta lo mantuano, pero que se rompan la cabeza adivinando en que fecha se quedaron… ¡Poeta, que este siglo es nuestro!...” – Pedro viste para el sudor cotidiano; el debate que se da en las esquinas; el mundo que se hace inmenso cuando se crispan los pelos por que la revolución es eso… un nudo en la garganta y una emoción que resucita al que murió en Santa Marta. “¿Poeta yo? ¡Poeta este pueblo!... El roce de su sonrisa, querido hermano, es suficiente para atrincherar una frase que lo convierta en escudo… ¿No lo ve? Se mueve en las plazas, discute en las calles, defiende al más leve parpadeo enemigo… Podemos ser agresivos, hermano ¿No se justifica después de tanta jodienda?” – Juan asiste muy bien el desgreño. Hay vainas que son imposibles y una de ellas es ver a Juan mejorar su aspecto. Hace años que vive justificando su renuncia al barbero; reconoce que pierde la inspiración con las tijeras y elige bien a sus amigos. El que hable paja de la estética lo manda a la mierda y su sueño es encontrarse con Hugo Chávez para discutir ciertos temas que son más interesantes que un traje Monte Cristo.
“¿A que le llama ser agresivos, camarada?... ¿Quinientos años de esclavitud y se arrechan por que bajamos del cerro?... ¡Que va, panita!... Mucho tiempo doblando el lomo para que se bañen en jacuzzi, tengan perros guardianes y disfruten de nuestro trabajo… ¿Sabe que arrecha, camarada?... Que encima nos desprecien y nos crean pendejos” – Pedro, la piedra inicial que no sabe de donde coño viene su nombre, no quiere seguir entregando la otra mejilla. Se hizo chavista incondicional, guerrero del verbo de esquina y víctima potencial del 11 de Abril cuando se tejió con los de Puente Llaguno. Pero salió ileso; pero otros camaradas no tuvieron su suerte; pero, Pedro se enervó y salió el 12 y el 13 y el 14 y armó un peo cuando hablaron de Vacío de Poder; pero, Pedro sigue buscando que esos hijoeputas paguen por los compañeros que murieron cerca de su suerte. Pedro es Pedro.
“No hay pendejos, hermano. Solo hay oprimidos que parecen pendejos… Por eso este jardín que adorna mi corazón hoy se yergue silvestre cubriendo algún imposible que estos cabrones no podrán podar… Perdone mi poesía urbana, compatriota. Pero, estas estructuras serán la tumba del fascismo… Somos el portal de la rebeldía; la latina observancia de la decadencia del imperio y no hay mejor castigo que dejarlos morir en su propia mierda… Y esto último no es poesía; es una verdad irremediable…” – Juan bebe de esta última frase y hurga en sus bolsillos para anotarla en una servilleta – “La silvestre tumba americana llena de mierda… ¿Qué le parece este título para un poemario, hermano?... Me tengo miedo cuando amanezco con los sentidos llenos de lucha… Las flores no son suficientes para calmar mi prosa…”
“¡Carajo, Poeta! Escríbalo en un rollo de Cruz Blanca y se lo dedica a George Bush… A lo mejor, bruto como es, termina leyendo por debajo y cagando por arriba” – Acota Pedro con una carcajada.
“Hermano, no se ría que la idea es buena, Cuando esta patria se remoce por obra y gracia de este pueblo que hoy me cobija, Jorgito Paja tendrá un buen auditorio en Miami…”
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