Tres segmentos componen la macroestructura de la oposición de hoy. El
primero, lo constituye la cúpula de los poderosos. Sector reaccionario
instigador de la conspiración y aliada del imperio. Grupo que vislumbra la
pérdida de su mando. Camarilla que ha sido usufructuaria del poder durante
el puntofijismo, por lo que, ahora, no quiere perder sus privilegios.
Mantiene lazos estrechos con la CIA, tanto en EE.UU., como en Venezuela.
Soporta también a los lobbistas en Washington (encopetados escuálidos que
hacen la antesala en los cuerpos que deciden la política de EE.UU hacia
Venezuela). Amantes de la globalización y de todos los planes militares que
el imperio ha diseñado para mantener su hegemonía en América y en el mundo.
Vocero del modelo de democracia representativa, sistema de gobierno que
EE.UU., recomienda para latinoamérica.
El segundo segmento es el de los fanáticos. Clan que asume con desmedida
pasión las posturas contra-revolucionarias. Pandilla de entusiastas
obsesionados con la salida de Chávez. Aupadores de la confrontación en la
calle. Propulsores del aniquilamiento de los Círculos Bolivarianos y de
cualquier otro componente popular organizado. Gestores de las unidades de
choque para enfrentar al pueblo revolucionario. Su acción, aunque
relativamente autónoma, sin planes racionales, se plega a las que determina
la cúpula de los poderosos. Son sus secuaces para aplicar la violencia y, en
consecuencia, seguidores ciegos de sus posiciones ideológicas.
El tercer sector es el de los decepcionados. Conjunto ubicado en la penumbra
de la vacilación. Cree que, entre la oposición y el gobierno, Chávez
representa el "mal mayor". No obstante, tampoco siente plena simpatía por la
mal llamada coordinadora democrática (CD). Presenta rasgos de relativa
racionalidad y claros sentimientos nacionalistas. Su más impactante
preocupación es el miedo de que Venezuela caiga en el comunismo. Participa
de las costumbres tradicionales del mundo occidental y de los valores
inculcados por la iglesia católica. Su realidad no va más allá de su parcela
familiar y su estatus socio-económico. Hecho determinado, principalmente,
por su analfabetismo ideológico.
Esta rápida categorización, de los segmentos de la oposición, nos conduce a
vislumbrar el qué hacer para quebrar el referendo. No me refiero al derecho
que tienen los ciudadanos venezolanos, a emitir su juicio acerca del sistema
de gobierno. El planteamiento se hace en relación a la existencia de pruebas
de los planes conspirativos que oculta el sector de la cúpula poderosa.
Planes disfrazados de referendo, con el apoyo del imperio, para exterminar a
todos los revolucionarios y bolivarianos. Planes que serán respaldados por
el segundo segmento: los fanáticos. No obstante, son planes que no se van a
materializar. Están precisados. Las fuerzas revolucionarias neutralizarán a
la perversa desestabilización. Por lo tanto, la estrategia de acción
pacífica para derrotar al revocatorio apunta hacia el tercer segmento: los
decepcionados. Estrategia de tres propuestas concretas: (i) Ideología, (ii)
modelo de desarrollo y (iii) proceso.
La ideología sustentada en las tres banderas -- el gobierno se transforma
en instrumento del pueblo (I), se crea el poder constituyente (PC) y se
rescata la Agenda Alternativa Bolivariana (AAB) del MBR-200-- tiene que
incidir en el talento de este sector "light" de la oposición. Los estamentos
más significativos son los trabajadores y la clase media. A ellos hay que
hacerles entender que la meta de la revolución no es el comunismo
inexistente, sino la consolidación del poder del pueblo. Las tres banderas
son la génesis para conducir el desarrollo nacional hacia el modelo de
producción intermedio (desarrollo endógeno). Esto es la sustitución de las
Corporaciones Transnacionales (CTN) por las unidades productivas nacionales.
Unidades de producción que estarán en manos de los trabajadores y de los
profesionales, técnicos y empresarios de la prosperidad.
Además, hay que añadir al discurso, que la Revolución no se materializa por
la vía violenta. Ahora se alcanza por la vía electoral. La Revolución no
tiene una cartilla pre-elaborada que permita su funcionamiento como un
manual de procedimientos. La Revolución se está inventando. Por eso, el
segmento de los decepcionados, que supuestamente posee temperancia y
ecuanimidad, tiene la oportunidad y la obligación de participar en la
construcción de la nueva era en Venezuela. Los decepcionados pierden más
acatando las líneas de la CD (repetir el modelo cupular y clientelar), que
incorporándose al Proceso Revolucionario (luchar por alcanzar el Bien
Común). Procede, entonces, hacer el llamado para que este segmento de la
oposición se abstenga de firmar el 28/11. izarraw@cantv.net
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