El señuelo de Uribe

Cualquier aficionado a las novelas de espionaje o hincha de los episodios de la Segunda Guerra Mundial estará de acuerdo conmigo en que una de las estratagemas más habilidosas e interesantes de esa época fue llevada a cabo por los subalternos de sir Winston Churchill en los servicios de inteligencia de Inglaterra.

La operación de marras, sobre la cual luego escribieron novelas y hasta una película se filmó, consistió en preparar cuidadosamente el cadáver de un desconocido inglés a quien uniformaron como oficial naval de mediano rango y lo soltaron, con un maletín unido a su muñeca mediante una cadena, para que flotara hasta la playa en un territorio ocupado por las tropas de Alemania.

En dicho maletín los expertos en contraespionaje colocaron documentos cuidadosamente forjados para que parecieran auténticos, en los cuales se daba información falsa sobre el sitio donde desembarcarían las tropas aliadas en el inminente Día D o fecha para la invasión de Europa a través del canal de la Mancha.

En este momento no recuerdo si la estratagema de marras, lo que hoy en día se llamaría una maniobra de desinformación, fue totalmente exitosa o si contribuyó en alguna medida a confundir a los estrategas del Alto Mando germano, haciéndolos colocar tropas en los sitios equivocados.

Algo parecido, aunque mucho más burdo, pretenden hacer los militares colombianos con las inexistentes computadoras del comandante guerrillero de las Farc, al presentar miles de documentos falsos para que los medios de comunicación se den banquete acusando al Gobierno venezolano de colaborar con el grupo "terrorista".

Tan sólo les faltó el detalle de anunciar que Raúl Reyes tenía las computadoras fijadas a sus muñecas mediante esposas o cadenas, para hacer más evidente su vinculación con las laptops.

Como aficionado a la literatura sobre espionaje, hasta un simple ignaro como yo sabe que en la actualidad cualquier artefacto que almacene información confidencial cuenta con sistemas automáticos de autodestrucción. Eso si acaso hubiesen resultado ilesos tras un bombardeo que arrancó árboles de cuajo y dejó cráteres a granel en el territorio ecuatoriano invadido.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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