Fruto Vivas me puso a pensar

Cuando un venezolano del calibre del arquitecto y revolucionario Fruto Vivas decide denunciar públicamente la ineficiencia y la corrupción que prevalecen en ciertas áreas del gobierno es hora de ponerse a pensar y, sobre todo, de exigir respuestas adecuadas, precisas, claras y convincentes por parte de las autoridades involucradas.

Durante 10 años Fruto Vivas ha colocado su prestigio, trabajo e inteligencia al servicio de esta revolución que en un principio fue bonita y hoy en ciertos aspectos lo sigue siendo, aunque con facetas que resultan repelentes y abominables.

Lo que luce más absurdo es que las denuncias de Fruto Vivas causen asombro cuando un inmenso número de personas conocen las situaciones denunciadas, u otras tan o más graves que éstas, y las barren debajo de la alfombra, como para decir que no hay basura en la casa. Algo similar ocurría durante el ocaso de la conchupancia, cuando la gente con capacidad para indignarse había perdido la voluntad de hacerlo.

Cada vez es más evidente que la catarata del dinero del petróleo está llenando desproporcionadamente a los más ricos. Éstos son los más ricos de siempre pues tan solo tienen nuevos socios entre los corruptos de este régimen, que se estrenan como miembros de la elites adineradas.

Por lo visto el Presidente Chávez no tiene consejeros de confianza que lo ayuden a tomar ciertas decisiones trascendentales que son anunciadas inesperadamente, agarrando de sorpresa a ministros y altos funcionarios. En cambio a su alrededor, o muy cerca de él, medra un entorno de privilegiados que ocupan cargos de postín, son "electos" a base de realazos y tráfico de influencias, y cada día exhiben con menos vergüenza la riqueza acumulada a la vera del poder.

Aparte del robo puro y simple lo que priva con mayor profusión es un despilfarro escandaloso, pues nunca antes hubo tanta capacidad para el derroche.

La tolerancia del gobierno permite una guerra mediática que obnubila a los opositores, pero también justifica excesos en los medios oficiales, donde la capacidad para la crítica o la reflexión serena e imparcial se hace cada día más difícil y menos dispuesta a manifestarse.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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