Es el momento oportuno de replantearse el rol de la FA dentro del Plan
República. Esa práctica que data desde los años 60 es otra de las
expresiones de la democracia representativa. A mi juicio, la FA debe ceder
estas tareas al propio poder electoral. El CNE tiene la suficiente autoridad
para encargarse de todo el proceso. Con esta recolección de firmas, quedó
demostrado el nivel de madurez de la sociedad venezolana. Durante ambas
eventos --21/11 y 28/11-- quedó establecida la operatividad eficiente del
árbitro electoral. Se materializó la intencionalidad del colectivo nacional
en aceptar la autonomía del naciente cuarto poder.
Además de esta razón de peso, con el Plan República la FA queda expuesta a
que se le involucre en una diatriba política partidista sin necesidad. La FA
hora, en esta nueva etapa republicana, está llamada a satisfacer otros metas
relacionados directamente con su esencia doctrinaria.
Con base en la Constitución Bolivariana, la FA construye un nuevo marco
doctrinario para su uso y empleo. La nueva realidad nacional, etapa de
transición hacia la consolidación de cambios estructurales en las relaciones
de poder, incide en la conducción de la FA para replantear sus roles
tradicionales. Aunque permanezca inalterable la enunciación de sus fines, la
acción racional de su práctica por alcanzar esos enunciados, tiene una
orientación diferente. El Proceso político-social venezolano apunta hacia la
creación del poder popular.
La toma de decisiones durante el sistema de la democracia representativa se
fundamentaba en el método cupular. Grupo privilegiado, apropiado del poder,
que determinaba el qué hacer del colectivo nacional sin consultarle. De esa
cúpula formaba parte la élite de la FA. Ahora, y hacia los años por venir,
el nuevo sistema que busca implantarse, va tomando la dirección de
transferir las decisiones al pueblo. No será entonces la cúpula la que
decida el destino y el modelo de desarrollo a adoptar, será la comunidad
organizada a todo nivel, la que asumirá ese rol. En este nueva dimensión de
la toma de decisiones se anota también la FA.
Sin alterar la base que sostiene el principio rector de la institución como
lo es la disciplina --mando y obediencia-- el colectivo militar formado por
oficiales, sub-oficiales y tropa, es considerado también como un conjunto
perteneciente a la nueva sociedad emergente. Por lo tanto, ese colectivo
tiene que opinar acerca del qué y el cómo deben ser empleados los distintos
componentes de la FA.
Como parte también de sus roles tradicionales, la FA en la revolución lleva
implícito la conciencia nacional y sus principios institucionales derivados,
como son identidad, soberanía y autodeterminación. Por eso y con base en las
metas del proceso, la FA debe enfocar de manera diferente los antagonismos
con el imperio. El proceso revolucionario exige otro modo de concebir al
mundo actual, dividido por la globalización entre mundo norte y mundo sur.
La revolución demanda la manutención de posturas autónomas en cuanto a los
cambios en las relaciones sociales y las relaciones de producción. Por lo
tanto, el adversario dominante, centro del mundo global de hoy, lo es
también de la FA. El imperio ha engendrado instrumentos para aniquilar al
Proceso Revolucionario venezolano. Y esto incluye a la FA. En este momento,
la revolución tiene que enfrentar al Plan Colombia, a los otros planes
militares del Comando Estratégico del Sur, al ALCA, a las operaciones de
inteligencia de la CIA, y a todas las maquinaciones de los EE.UU., contra
Venezuela. El aislamiento internacional, la aplicación de la Carta
Democrática como castigo, la desestabilización contra-revolucionaria, todas
estas iniciativas del imperio, para obstaculizar el Proceso político
venezolano, cuentan con el apoyo de los grupos reaccionarios nacionales.
Elementos adversos a la FA.
Todo esto nos lleva a ubicarnos en una nueva realidad y considerar que la FA
tiene ahora que manejar con especial agudeza el escenario de poder mundial.
Identificar con precisión a los factores reales que manejan al mundo. Por
ejemplo, como parte de su nuevo rol doctrinario, la FA tiene que entender lo
que significa el grupo G-8, la Comisión Trilateral, el Consejo de Relaciones
Exteriores de EE.UU., el grupo Bilderberg, logias que se arroguen el
privilegio de planificar el futuro mundial. Sociedades cupulares y secretas
que diseñan, y planifican las políticas hegemónicas que se ejecutarán en
cualquier punto del globo. Trazan los grandes caminos por los que discurrirá
la historia mundial. Los gobiernos más poderosos, las grandas CTN, los
organismos mundiales de relaciones multilaterales van a depender de sus
líneas definitorias. Por eso, la FA tiene que abocarse a estudiar y
comprender los hilos de la racionalidad del poder mundial. Su rol
doctrinario le exige profesionalizar aún más su justo empleo. Dejar a otras
instancias tareas que no le son orgánicas. El Plan República, como prótesis
que le fue adjudicada en una época que lo requería ya está superada. La
doctrina de empleo de la FA tiene otra dirección. izarraw@cantv.net
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