Es bien conocido por todos y todas que cuando queremos conocer el efecto que causa una opinión, propuesta, o desempeño de alguien en una gestión, por ejemplo, lanzamos un globo de ensayo, o lo que popularmente se llama “echar a rodar una bola”, que contenga los insumos que queremos que los demás consuman y esparzan.
La táctica del rumor es muy dañina, ya que una vez lanzada, difícilmente tenga control, ella se precipita buscando su objetivo sin distinción de criterios culturales o socio políticos, es muy heterogénea su consistencia. y si no se ataja a tiempo, a veces es difícil reparar los daños.
El rumor se mueve con una capacidad mediática encubierta bárbara, muchas veces, nos alegramos con ellos por efecto que nos pueda causar el afecto que tengamos por quienes se ven envuelto en él, cuando lo consideramos positivo, otras veces cuando afecta negativamente con quien tenemos desafectos nos hacemos eco con mas fuerza, pero igualmente el rumor lo desarrollamos con mas entusiasmo. Cualquiera que sea el rumor es bien difícil detectar su origen y la intención que se esconde detrás de tal o cual dato.
Con la técnica del rumor se desprestigian instituciones a partir de la construcción de matrices de opinión a veces generalizadas y sin los necesarios elementos probatorios; otras veces con la misma intención desestabilizadora, intentan contrastar estilos conductuales y actuaciones profesionales exacerbando y elevando conductas en detrimento de otras. Como ignoramos la mayoría de las veces el origen y el objetivo, nos hacemos eco de ellos, sin lograr muchas veces detenernos a analizar por dónde vienen los tiros y a quién o qué afecta al final.
En definitiva el rumor es un arma usada en la guerra convencional o en acciones encubiertas y hoy se han perfeccionado sus métodos de implementación a partir de la Guerra de Cuarta Generación.