A veces nos damos cuenta que hace falta la reflexión teórica. Detenerse a
indagar los asuntos abstractos del pensamiento para ubicarnos en la realidad
del pragmatismo. Ejercicio que nos permite identificar las causas que
originan las inconsecuencias de lo que difundimos con palabras, pero que no
materializamos con hechos. Práctica necesaria para apreciar el significado,
por ejemplo, de la trascendencia del revocatorio y del valor de la lucha por
la revolución.
Comencemos, pues, este trance del intelecto, válido para los pensadores de
arriba y para los de abajo. Válido también para los radicales de aquí, como
para escuálidos de allá. Válido para manifestar que lo que nos hace falta es
la ideología.
Me adentro en esta reflexión señalando que el conjunto de ideas,
racionalmente estructuradas con base en la lógica del pensamiento, es el
método para establecer la ideología. Elaboración indispensable para
concretar los fines de la revolución.
La construcción de las ideas es lo que motoriza la evolución del mundo. Es
lo que permitirá la emancipación del pueblo venezolano. Nada puede impedir
ni neutralizar la capacidad de la producción intelectual. Ni la
globalización, ni la postmodernidad, ni siquiera el dominio hegemónico del
imperio, pueden agotar la creación de las ideas. Nunca se acabará el
conocimiento, ni se destruirán las representaciones que se hacen de los
objetos que se estudian. Mientras el hombre piense, prevalecerá el talento
para conceptualizar la realidad. El marco de referencia teórico que posee
cada uno de los seres vivos, se comporta como el instrumento que explica los
objetos que observamos. Los objetos son datos a nivel del pensamiento
abstracto; pero, al ser procesados y relacionados dejan de ser inconcretos,
convirtiéndose en juicios. Al expresar los juicios de manera verbal o
simbólica, se forma la representación de la realidad. La representación se
convierte en modelo; y, los modelos, como representaciones simplificadas,
sintetizan el modo de pensar del individuo. Punto de partida para generar la
ideología. Primera conclusión que nos conduce a emitir un juicio conceptual
para definirla: la ideología es el sistema de ideas, creencias y valores,
procesado por cada ser pensante, para explicar, legitimar y perfeccionar el
orden social de nuestra realidad político-social, común a un conjunto de
personas que conviven dentro de la sociedad nacional. La ideología es la
arista teórica del Proceso, ausente en casi la totalidad del universo
revolucionario venezolano. La ideología es el factor de poder que nos falta
para sostener, de manera inequívoca, la revolución bolivariana.
La ideología sirve de referencia para sustentar la moral y la ética humanas.
Es la base para concebir el desarrollo histórico de la humanidad. Es el
fundamento que orienta las posturas políticas ante los cambios existenciales
y las definiciones sobre el uso de los medios de producción. La ideología es
el molde que le da forma a los principios rectores de la virtud humana, como
lo son: la honestidad, la justicia, la dignidad, el honor, la lealtad, la
solidaridad, la camaradería y la perseverancia, entre otros. Virtudes
necesarias para contrarrestar el efecto fascinante del poder y así no
claudicar ante sus tentaciones ilícitas.
La Revolución Bolivariana, sistema político que comienza a instaurarse en
Venezuela, en sustitución de la democracia representativa, es el nuevo
modelo político para la dirección de la sociedad nacional. Ideológicamente,
tiene por meta la transformación de las relaciones de poder, las relaciones
sociales y las relaciones de producción. En contraposición a la democracia
representativa que se expresa en la manutención estructural; valga decir,
perpetuar de manera inalterable las relaciones de dominio que ejercen las
cúpulas sobre el colectivo. Condición perecedera, circunstancial y aberrante
a la que se le identifica como reforma.
Por lo tanto, los dos sistemas políticos que se confrontan en este momento
tienen conceptualizaciones ideológicas radicalmente opuestas. Un modelo es
revolucionario y el otro es reformista. La confrontación de ellos nos exige
detenernos a pensar. Nos obliga a definir nuestro marco de referencia
individual para relacionar lo que observamos; y, así, estar en capacidad de
emitir nuestros juicios. Saber lo qué queremos y por qué lo queremos. Esto
significa darle forma al pensamiento elaborado e iniciar la concepción
ideológica.
El reto de ahora, de los luchadores revolucionarios, de quienes se
identifican con el Proceso Revolucionario y están resteados de por vida por
alcanzar las metas de los cambios estructurales, es procesar la ideología de
la revolución. Su ausencia es un flanco de debilidad, mientras que su
elaboración es un gesto de conciencia para profundizarla. Posesionarse de la
ideología revolucionaria, por medio de su difusión y de la formación
política, es lo que nos hace falta. izarraw@cantv.net
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