Todo parecido con la realidad… puede ser verdad

Cuento Hipotético

“Dale… dale duro en la yugular… Que sea un golpe seco. Piensa que es un maldito chavista pa’ que te salga profesional…”

Leo no se anda con vainas. Ordena que le rompan de cuajo la cabeza a la imagen, pero a Casimiro le pesan los brazos. No quiere hacerlo; le duele el cristiano que lleva por dentro. Recuerda los rezos de su vieja con el rosario en la mano y cuando asistía al cura Emérito en la Parroquia El Valle – “¿Qué vaina es esta de tasajearle la cabeza a una virgen?” – Piensa, mientras el susto se le sube al cuello. Casimiro no es un santo. Él lo sabe. No le paró bola cuando puso el C-4 y, si le dio miedo, se le quitó cuando supo que iba a explotar de madrugada y no iba a joder a ningún cristiano. Pero, una vaina era hacer ruido para joder a los chavistas y otra quitarle la cabeza a una virgen.

“¿Qué pasa, nojoda? Te estoy dando una orden ¡Carajo!”

Al Leo le saltan los ojos y se mueve impaciente hacia los lados. Así se pone cuando disfruta las vainas malas. Casimiro lo conoce; Casimiro lo mira asustado. Esto es demasiado y el machete en la mano pesa mil kilos. Los brazos siguen sin querer asestar el golpe de gracia. Tiene a la virgen de frente y pareciera pedirle que no lo haga. Se mueve hacia un costado y ahora ve brillar una lágrima en su ojo derecho. El Leo babea y espera con ansias que Casimiro lo haga. Se apartó cuando Casimiro cambió de lugar y le desespera que no termine el trabajo.

“¡Ah vaina, chico! ¿Entonces? ¿Qué coño estás esperando?”

Casimiro ve que la lágrima rueda por la mejilla. Ahora si es verdad que los brazos no le obedecen – “¡Coño, está llorando!” – y se mueve de nuevo; se coloca en su espalda. Leo zapatea; Leo gruñe; Leo se despeina; Leo está rojo de la arrechera; Leo está frente a la virgen y no ve ninguna lágrima. Se ve a si mismo declarando a Globovisión, a Radio Caracas Televisión, a Venevisión, a Televén, a CNN, coño a todos los medios que están esperando en la esquina de la plaza. Busca un peine en el bolsillo y se arregla el pelo que se ha alborotado por su zapateo de niño mimado.

“¿Vas a darle, si o no?”

Leo se acuerda de sus sacrificios, de sus estudios en Harvard, de la madre que le susurraba desde niño – “Tú vas a ser presidente, papi… Tú vas a ser presidente” –, de las novias que no pudo manosear, de los psiquiatras que visitaba, de la inmoralidad que no es inmoral por que estaba predestinado a sentarse en la silla que ese maldito ocupaba en Miraflores, de los planes que se han caído por que a esa cuerda de marginales se les ocurrió convertirse en soberano, de los reales que sacaron de PDVSA para que esos coños montaran el partido, de las veces que escuchó la voz de Dios y como sentía que levitaba cuando sus compañeros se reían de sus vainas – “Tú vas a ser presidente, papi… Tú vas a ser presidente” – Y los ojos saltan de un lado a otro. Todo está listo. Todo está preparado. Monseñor está avisado y solo espera la foto, la noticia, el atajaperro de esas hordas y las fotos de su invasión a nuestro territorio libre – “Mami ya habló con él… Y mami me dijo que voy a ser presidente… Este pendejo que no termina de quitarle la cabeza a este pedazo de yeso… Cristo murió por pendejo y esta virgen me lleva a Miraflores…”

“¡Dame acá esa vaina!”

El tajo perfecto y Casimiro mira como rueda la lágrima que se torna sólida; una piedra que se convierte en conciencia. No supo cuando los brazos dejaron de estar pesados. Los ojos de Leo brincan, bailan, giran, gozan, disfrutan la cabeza en el piso. A Casimiro le duele el pecho, le duelen los rosarios de su vieja, le duele el sueldo por ser miserable… Se siente miserable… Los periodistas llegan y arropan a Leo.

“Como bien ustedes pueden ver, los chavistas han decapitado a la virgen. Esta es otra muestra más de la intolerancia y del lenguaje de odio que ha venido pregonando Hugo Chávez en contra de nuestra actitud siempre democrática…”

Casimiro se agacha y recoge la lágrima. Casimiro sabe que mañana no hay sueldo. Casimiro se sabe malandro; se sabe mercenario. Casimiro sabe muchas vainas y es probable que la próxima cabeza rodando, sea la que tiene hoy en sus hombros.

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Mario Silva García

Comunicador social. Ex-miembro y caricaturista de Aporrea.org. Revolucionó el periodismo de opinión y denuncia contra la derecha con la publicación de su columna "La Hojilla" en Aporrea a partir de 2004, para luego llevarla a mayores audiencias y con nuevo empuje, a través de VTV con "La Hojilla en TV".

 mariosilvagarcia1959@gmail.com      @LaHojillaenTV

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