RUMBO AL SOCIALISMO: La Revolución Francesa señala la llegada a la historia de la Humanidad de la sociedad burguesa y capitalista. Su característica esencial es la de haber logrado mediante la destrucción del régimen señorial y de las ordenes feudales privilegiadas, cuyo objetivo era abolir en todas partes los restos de las instituciones de la Edad Media. Que haya acabado en el establecimiento de una democracia liberal es algo que concreta aún más su significación histórica. Desde este doble punto de vista y bajo la perspectiva de la historia mundial, merece ser considerada como el modelo clásico de revolución burguesa. La historia de la Revolución Francesa plantea pues; problemas de tipo concreto: los que se refieren a la estructura específica de la sociedad al final del Antiguo Régimen y que dan cuenta de los caracteres propios de la Revolución Francesa en comparación con los distintos tipos de revolución burguesa. Con la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, que dio inicio a la instauración de la burguesía, pero a la vez, también iniciamos el largo camino de la liberación de los pueblos, que, buscamos sacudirnos del yugo de la esclavitud y la opresión, exigiendo, “Libertad, sí libertad, e Igualdad para todos con Justicia Social”. Que sólo la creación de un orden socialista poniendo fin a la explotación del hombre por el hombre pondrá fin a la explotación capitalista y asegurará definitivamente la paz y la igualdad.
Las doctrinas sociales en discusión a mediados del siglo XIX, durante el tiempo en que se formó la Liga de los Justos y, más tarde, la Primera Internacional, son las de Babeuf, Saint-Simon, Owen, Fourier y Cabet, que comprenden el período de 1800 a 1850. Correspondientes a otra etapa aparecen Blanqui, Proudhon, Blanc, Marx y Engels, que inician una nueva época en la historia del movimiento obrero. En esta época existía una gran confusión entre las palabras socialismo y comunismo. “En 1847 –dice Engels en su prefacio del Manifiesto del Partido Comunista- se llamaban socialistas, de una parte, todos los adeptos a los diferentes sistemas utópicos: los owenistas en Inglaterra y los furieristas en Francia, reducidos a meras sectas y en proceso de extinción paulatina; de otra, toda clase de curanderos sociales que prometían suprimir, con sus diferentes emplastos, las lacras sociales sin dañar el capital ni el beneficio. En cambio, la parte de la clase obrera que había llegado al convencimiento de la insuficiencia de las simples revoluciones políticas y proclamaba la necesidad de una transformación fundamental de toda la sociedad se llamaba comunista...”
El documento que, en nombre de la Liga de los Justos, elabora Weitling en 1836, La Humanidad tal como ella es y tal como ella debiera ser, está inspirado en las ideas de Babeuf mezcladas con las utopías de Fourier y Cabet. Babeuf (1760-1797) es el primer propagandista de un socialismo o comunismo popular, insurreccional, sin doctrinarismo ni retórica, pero utópico, que reclama para el pueblo “libertad, pan, pan bueno; todos los objetos indispensables y necesarios, pero de buena calidad y en abundancia...” Los documentos que dan una idea más exacta de sus concepciones son el llamado Manifiesto de los Iguales y su Análisis, Del Manifiesto de los iguales arranca la conspiración de Babeuf (1796) y sus teorías insurreccionales situadas en el campo de la lucha de clases y de la defensa de los intereses de las masas populares. Por su interés histórico y por la relación directa que guarda con la creación de la Liga.
En 1834 residían en París, como refugiados políticos, numerosos idealistas alemanes de diferentes tendencias y condiciones sociales, soñando conspiraciones, debatiéndose en los confusionismos filosóficos de la época, alimentando su rebeldía en los enciclopedistas y en las epopeyas de la gran Revolución Francesa. En 1836, un grupo de ellos, considerados como los más extremistas, entre ellos Schuster, Shapper, Weitling y otros para fundar una nueva organización secreta llamada Liga de los justos, que se relaciona inmediatamente con otra organización secreta francesa, la Societé des Saisons, (Sociedad de las Estaciones) creada por Blanqui y Barbés. Es en Bruselas, bajo la dirección de Marx y Engels, donde está el centro de orientación política que va estableciendo las bases de un movimiento político de clase con unidad ideológica que, al mismo tiempo, va barriendo las concepciones utópicas para dar paso a la teoría del materialismo histórico construida por Marx, y a la idea de dotar al proletariado de una conciencia política y de un partido de clase frente a las concepciones de los ideólogos de un falso socialismo y a las teorías contrarrevolucionarias del anarquismo. Para coordinar su labor, Marx y Engels, en 1846, constituyen en Bruselas un Comité de Correspondencia en relación con los corresponsales con que cuentan en Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania y América.
El Comité Central de la Liga de los Justos, establecido en Londres, convocaba a un Congreso que debería celebrarse en Londres el 1º de mayo de 1847 y que, por diferentes razones, fue aplazado hasta el 1º de junio del mismo año. El Comité Central había elaborado un proyecto de Profesión de fe Comunista que debería ser presentado al Congreso para su discusión. Esta fecha registra el primer Congreso de carácter internacional que aparece en la historia del movimiento obrero. Antes de la celebración del Congreso, el Comité Central de la Liga –el 20 de enero- envía a José Moll a Bruselas, para entrar en conversaciones con el Comité de Correspondencia de Marx y Engels, con la misión de proponerles establecer una acción común con vistas al Congreso convocado para el mes de junio. Marx y Engels aceptan tomar parte en el Congreso y, como medida previa, el Comité de Correspondencia de Bruselas transfórmase en una sección de la Liga de los Justos. Marx y Engels estimaban llegado el momento de participar en la Liga y de dotar al proletariado de una auténtica dirección revolucionaria.
El V Congreso Internacional Socialista celebrose en la Sala Wagram de París durante los días 23 al 27 de septiembre de 1900. Fue, por tanto, el último Congreso socialista internacional del siglo XIX, situado en un momento crucial de la historia del movimiento obrero. El final del siglo, en efecto, es la culminación de una etapa de crisis y radicalización de las masas. En torno al final y principio de siglo hay todo un cúmulo de coincidencias históricas que hacen de esta fecha el punto de partida de un período nuevo para las organizaciones políticas y sindicales del proletariado.
Los medios de producción alcanzan un extraordinario desarrollo en el mundo capitalista de 1900, poniéndose de relieve al mismo tiempo sus contradicciones y su política imperialista por la conquista de nuevos mercados. Las grandes concentraciones industriales, el desarrollo de los trusts y de los cartels llevaban en sí el proceso de proletarización de grandes masas y, con él, la multiplicación del proletariado, que venía a nutrir las filas de las organizaciones sindicales y de los partidos socialistas ganado por la idea del socialismo emancipador, en el que veían el fin de la “explotación del hombre por el hombre”.
El desarrollo industrial de Inglaterra, de Alemania, de Francia, de Bélgica, de los Estados Unidos y de otros países; la aparición de los grandes trusts y cartels, del poder del capital financiero y monopolizador, emplazaba al movimiento obrero ante nuevas realidades sociales, políticas y económicas. En el Congreso de París de 1900 plantease por primera vez, aunque débilmente, el problema de los trusts que caracterizaba la época del imperialismo. El problema fue suscitado por la delegación de los Estados Unidos, pero el Congreso fue incapaz de darle una clara interpretación y de fijar ante él una posición de doctrina de acuerdo con los principios y teorías de Marx y Engels. Este trabajo sería realizado años más tarde por Lenin, a través de su genial estudio El Imperialismo, Etapa Superior del Capitalismo. El Congreso no hizo más que divagar ante un problema tan fundamental. Ciertos delegados sostenían que los monopolios y los trusts representaban un bien para la clase obrera, ya que determinarían el abaratamiento de los productos manufacturados y de toda clase de mercancías, mejorando con ello las condiciones de vida de las clases populares. Otros estimaban que los trusts y cartels, considerados como la última fórmula de existencia del sistema capitalista, eran la antesala del socialismo...
La sesión de apertura del V Congreso fue presidida por Jean Jaurés. Asisten numerosas delegaciones, en general presididas por los hombres de más significación de cada país, sin grandes modificaciones en su composición, en relación con el Congreso de Londres. Lafargue, Guesde, Plejanov, Vandervelde, Kautsky, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Mac Donald, Jaurés, Briand, Bernstein, entre otros, son los elementos más destacados del Congreso de París. Por España asiste una delegación de cuatro miembros presidida por Pablo Iglesias. Tres representaban al Partido Socialista y uno a la U.G.T., Antonio García Quejido, designado por referéndum nacional. El Congreso rindió un emocionante homenaje a la memoria del “soldado de la Revolución” Guillermo Liebknechtk, muerto el 10 de agosto, y a Leonor Marx, la que había venido actuando en diferentes congresos, representando a los obreros de la industria del gas de Londres, de los Trade-Union, que sentían profundo respeto y admiración por la hija de Marx, a la que llamaban cariñosamente “Madre”.
El orden del día sometido al Congreso fue el siguiente:
1º Ejecución de las decisiones de los congresos. Buscar los medios prácticos para asegurar las relaciones entre la organización y la acción internacional de los trabajadores y de los socialistas.
2º Legislación internacional del trabajo. Discusión sobre la posibilidad del establecimiento de un salario mínimo en los diversos países.
3º De las condiciones para la liberación de los trabajadores:
1. Constitución y acción del proletariado organizado como partido de clase.
2. Expropiación política y económica de la burguesía.
3. Socialización de los medios de producción
4º Paz internacional, militarismo, supresión de los ejércitos permanentes.
5º Política colonial.
6º Organización de los trabajadores marítimos.
7º La lucha por el sufragio universal y la legislación directa por el pueblo.
8º Socialismo comunal.
9º La conquista de los poderes públicos y la alianza con los partidos de la burguesía.
10º Primero de Mayo.
11º Los trusts.
De acuerdo con cada punto del orden del día, fueron designadas comisiones que elaboraron los correspondientes dictámenes, aprobados después de largas discusiones y en algunos casos con ligeras modificaciones, etc.
El Comité Socialista Internacional deberá exigir de los grupos socialistas parlamentarios nacionales la organización de una Comisión especial interparlamentaria para facilitar una acción común sobre las grandes cuestiones políticas y económicas internacionales. Esta comisión será adjunta al Comité Socialista Internacional.
El Secretariado Internacional, con domicilio en Bruselas, será encargado de constituir los archivos internacionales del socialismo, centralizando los libros, documentos e informes que conciernen al movimiento obrero de las diferentes naciones, entre otros.
Por las anteriores resoluciones se concretaban los acuerdos de congresos anteriores y el movimiento obrero disponíase a superar sus formas orgánicas estructurando su aparato de dirección. Desde el Congreso de 1900, el movimiento socialista contaba con un aparato orgánico de dirección internacional.
El Congreso abordó con amplitud los problemas coloniales (entre otros). El movimiento obrero internacional fija concretamente una posición superando así la actitud del Congreso de Londres, que habíase limitado a mostrar su simpatía a los pueblos en su lucha por su liberación, y muy particularmente en aquel momento, al pueblo cubano, en rebelión contra la dominación del imperialismo español. La presencia de Pablo Iglesias daba todo el significado a este problema y sobre todo cuando afirmó que el movimiento obrero español, fiel a los principios de solidaridad del socialismo, estaba junto al pueblo cubano en su lucha liberadora. No todos los dirigentes socialistas en aquellos momentos, sobre todo los del movimiento inglés, ajustaban su conducta a estos principios...
El dictamen decía así:
El Congreso Socialista Internacional de París.
Considerando que el desenvolvimiento del capitalismo conduce fatalmente a la expansión colonial, causa de conflictos entre gobiernos.
Que es el imperialismo quien en consecuencia excita el chauvinismo en todos los países e impone gastos cada vez más grandes en provecho del militarismo.
Que la política colonial de la burguesía no tiene otro propósito que ampliar los beneficios de la clase capitalista y el mantenimiento del sistema imperialista, al mismo tiempo que agota la sangre y el dinero del proletariado productor y comete crímenes y crueldades sin nombre contra las razas indígenas de las colonias conquistadas por la fuerza de las armas.
Declara que el proletariado organizado debe usar de todos los medios en su poder para combatir la expansión colonial de la burguesía y condenar, en todas circunstancias y con toda su fuerza, las injusticias y las crueldades que, necesariamente, derivan de ella en todas las partes del mundo entregadas a las ambiciones de un capitalismo sin vergüenza y sin remordimiento, etc., etc.
El Congreso, respondiendo a su carácter de “obrero y socialista”, en el que, como en todos los anteriores, aparecían mezclados los problemas sindicales y políticos y con ellos sus organizaciones, discutió un plan de reivindicaciones económicas para los trabajadores marítimos, no sólo para los navegantes, sino para cuantos pertenecían a la industria del transporte marítimo. En este programa figuraba el problema de la jornada, salarios, descanso, creación de un organismo de arbitraje para resolver los conflictos que se produjeran a bordo durante los viajes, problemas de accidentes, salario mínimo, etc. Este dictamen evidenciaba la necesidad de una organización sindical internacional que, con un contenido y una orientación política, de acuerdo con los principios del socialismo, estudiara y llevara a la práctica las resoluciones concretas sobre las reivindicaciones económicas profesionales de las masas trabajadoras.
La ponencia número 7 limitose a plantear una vez más la necesidad de luchar por el sufragio universal directo, único y secreto, como forma de acción en el terreno democrático. He aquí la parte esencial de la resolución:
El sufragio universal directo, único y secreto para la elección de los depositarios del poder público, constituye para la democracia obrera uno de los medios esenciales y la condición primordial de la emancipación política y social.
El Congreso invita a los pueblos privados del sufragio universal a luchar por la implantación de este derecho para todos los ciudadanos, hombres y mujeres.
El Congreso declara que el combate por el respeto del sufragio universal es uno de los mejores medios para preparar intelectualmente y moralmente a las masas a la conquista de la soberanía política y económica para compenetrarlas del sentimiento de la lucha de clases y para familiarizarlas con los problemas de la gobernación del Estado socialista del porvenir...
Salud Camaradas Bolivarianos.
Hasta la Victoria siempre.
Patria. Socialismo o Muerte.
¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net