La búsqueda del Poder se orienta en dos significativas direcciones. La
primera, el poder para decidir democráticamente en beneficio del colectivo,
aceptando y respetando el juicio de los miembros de la sociedad. Aquí
estamos ante una práctica del poder como instrumento de los cambios que
demanda la mayoría. En este sentido el ejercicio del poder es positivo; es
para alcanzar el Bien Común del pueblo. La otra interpretación es el poder
que se asume, consciente o inconscientemente, como vicio ambicionado y
deseado para elevarnos ante el prójimo, subordinar a la sociedad e imponer
nuestra voz de mando. Ese poder que nos genera un halo de superioridad para
someter al colectivo nacional, nos aleja de lo que realmente buscamos con
las transformaciones políticas. Desde esta perspectiva, el ejercicio del
poder resultará negativo para la mayoría y en contra de los postulados
fundamentales del socialismo.
A estas alturas del primer tercio del período de campaña regional, los
candidatos del PSUV deben reflexionar muy profundamente hacia cuál de estas
formas de ejercer el poder es la que cada uno, en lo más secreto de su ser,
está pensando desarrollar.
El poder, en esta coyuntura que engendra la situación política que nace del
2D y a los fines de proseguir la aceleración del proceso revolucionario,
sólo se justifica si va en la dirección de fortalecer a la comunidad
organizada en sus estructuras colectivas y estimular de manera exponencial
la conciencia revolucionaria. Organización para crear el nuevo estado
comunitario, socialista y de solidaridad humana; y, conciencia para la
emancipación del ser rompiendo el paradigma cultural de la alienación
capitalista.
Por otro lado, invito a los candidatos del PSUV a reflexionar también acerca
de las consecuencias del ejercicio del poder. Primero, por supuesto, su
entrega plena a satisfacer las necesidades reales del colectivo en el ámbito
de su jursdicción terrotorial; pero también sobre ese otro asunto derivado
de su manto pragmático, pues ese poder, como todo ejercicio que implica
someter a un grupo determinado a específicas tareas o condiciones, va
acompañado de una inmensa soledad. Si bien es cierto que el poder atrae a
los sumisos, adulantes e interesados, y eso forma un grueso contingente de
seres alrededor de quien detenta ese poder, no es menos cierto que esa masa
humana es circunstancial y que mientras más crece más soledad tendrá el
poderoso.
La soledad solo se puede minimizar con la buena voluntad y solidaridad
humanas. Entrar en la dimensión del Bien Común y actuar para que se genere
el espíritu de cuerpo que hace indivisible a los grupos que luchan por las
causas más justas del ser. Asumir el rol no del poderoso sino del camarada.
Olvidarse de las prácticas clientelares que ha caracterizado al usufructo
del poder durante la IV República (propuestas similares hace la oposición
del 2008, en pleno siglo XXI a la comunidad nacional. Propuestas sin modelo
de sociedad ni desarrollo del pensamiento humano ni de valores solidarios.
Solo el pragmatismo y la maximización del beneficio es su meta a alcanzar).
El ejercicio del poder de un candidato del PSUV que alcance el triunfo el
23/11 tiene que ser para convertirse en vocero de su comunidad. Aceptar que
la dirección de la sociedad no es del individuo sino de la asamblea de
ciudadanos. Esa es la meta del candidato revolucionario del PSUV. Poder y
soledad son un solo cuerpo. Vocería y solidaridad es realización plena.
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